Mujeres del Sur

16 DE JULIO

LAS MIL CARAS DE CARMEN

Por Nani Carvajal

¿Y tú, cómo te llamas? Porque Carmen hay millones y todas ellas celebran hoy su onomástica en una de las jornadas más festejadas del calendario. Sintiéndolo mucho, tu «santo», salvo que te llames María, no tiene parangón con el de las «Cármenes», y aún así reconocerás conmigo que las «Marías» estáis muy divididas: que si el 15 de agosto (Asunción de la Virgen), mejor el 12 de septiembre (Dulce Nombre de María), o tal vez el 8 del mismo mes que festeja su nacimiento. Pues va a ser que no y no te lo tomes a mal, pero no hay comparación con la festividad del Carmen por mucho que se intente con la declaración de fiestas nacionales. No hay más que preguntar a la gente en sus casas, en sus calles, en sus pueblos, en sus ciudades y ni te digo si lo haces en la inmensa mayoría de los rincones marineros de este país.

Dicho esto te preguntarás por qué el nombre de Carmen goza de tan inmenso bombo y platillo y no el de Lola, Francisca, Ana, Antonia, Josefa, Sara, Jennifer, Andrea… y un largo etcétera. Es fácil de entender: porque a día de hoy Carmen ha logrado salir de la escala de los patronímicos reflejándose en nuestra conciencia colectiva más como un arquetipo que como el referente de una persona o de un personaje.

Decía una cuñada mía, sabia ella, que hasta para ser perro hay que tener suerte en la vida. Y no lo dudes, porque una sevillana nacida hace dos siglos, que casualmente tuvo la suerte de ser bautizada como Carmen, está en el origen del vendaval mítico montado en el mundo de la cultura en torno a un apelativo. Una humilde y trabajadora Carmen que, sin beberlo ni comerlo, se conviritó en el punto de mira -mayormente intelectual o eso es lo que dicen- de grandes artistas que supieron concentrar en su personaje -más o menos figurado- toda la riqueza de la interpretación intelectual de la época sobre la mujer, la libertad, la sensualidad, el orden patriarcal, la rebeldía, el desafío a las normas, la racialidad, el amor, la crítica, la censura, la reprobación y hasta el elogio. Demasiado para un nombre de solo dos sílabas ¿no te parece?

Nombre corto, sí, pero cargado de significado. Decir Carmen es tansmitir históricamente la concepción de una figura femenina idealizada, interpretada, versionada y mercantilizada como un icono de la mujer libre, deseada, peligrosa y trágica.

Carmen es un nombre que evoca pasión, exotismo, rebeldía, pero también castigo, marginación y muerte.

Pero ¿Quién es realmente Carmen? ¿No será una proyección masculina del deseo y el miedo hacia lo femenino no domesticado, no controlado, no dominado? Apabulla poner Carmen en el navegador del ordenador y no veas el aluvión si lo haces en el ChatGTP. El recorrido en torno a este nombre, a esta figura, desde sus orígenes literarios hasta sus resignificaciones contemporáneas, examinando su evolución a través de la literatura, la ópera, el cine y las lecturas feministas daría en un corta /pega para escribir cientos de folios. Pero tengo que reconocer que hay algo que me ha llamado poderosamente la atención en todo este río de datos: la recuperación y mirada crítica que ha ejercido el feminismo sobre el imaginario colectivo para ilustrar la complejidad de lo que representa el arquetipo Carmen. No estamos ante una heroína de la libertad sino ante una víctima del patriarcado cultural que narra su belleza y autonomía solo para destruirla.



CARMEN NO ESTÁ SOLA

He supuesto que podrías ser María pero aún no me has dicho cómo te llamas. Lo que sí quiero adelantarte es que cualquier otro nombre de mujer incluido el tuyo, si lo investigamos a fondo con mirada feminista, nos sorprenderá con pasado y presente quizá no tan convulsos como los de Carmen pero sí tan dignos. En la poesía, la literatura, el arte, la vida cotidiana e incluso en la política, nombres como los de Antonia, Pepa, Loli, Mari, Ana, Conchi… simbolizan hoy más que nunca la más compleja variedad de historias rebeldes enfrentadas al castigo machista de lo atávico, mujeres reales, de carne y hueso, con voces propias, actitudes memorables y libretos vitales para rellenar millones de óperas.

No lo dudes, Carmen no está sola. Es el relato trágico de la mujer libre pero también el símbolo de la interpretación alternativa, esa no prevista en los códigos de la intelectualidad patriarcal desde donde a veces se fugan conceptos como libertad, igualdad, sexualidad propia, valentía social, afirmación, autonomía y definición de un camino personal. Carmen ya no es del cine ni de la ópera, ni de la lieratura ni del arte. Hoy Carmen es una trabajadora textil en Tánger, una adolescente trans en Lima, una abogada en Marsella, una maestra rural en Oaxaca o tú misma en Sevilla, aunque… ¡Todavía no me has dicho cómo te llamas!

Nani Carvajal es directora y editora de Mujeres del Sur


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