SIEMPRE HAY UNA PUERTA
Me pregunto a menudo si las sombras se mueren
o quedan en la acera esperando al difunto
como hacen los perros
lealtad hecha vida.
Las que hemos sido sombras de quien debía su luz
a la que nos robaba dejándonos oscuras
las que hemos sido perras que a la voz de su amo
se acercan aunque a veces reciben puntapiés
y después los esperan en un rincón sentadas
a que venga y conforme con un gesto aprendido
de falsa rendición
de mandato sutil.
Las que hemos sido esclavas y vivido escondidas
dentro de alguna jaula de invisibles barrotes
una vez nos quedamos a solas con nosotras
dejamos de morirnos
encontramos la puerta
o alguien desde fueran nos la abre generosa
salimos a la luz y se nos pasa el frío
volvemos a nacer con un andar inseguro
a hablar balbuceantes por miedo a las palabras.
Mas seguimos la inercia de construir la vida
y acabamos seguras al mando del volante
del auto que nos lleva por la ruta elegida.
Con motivo del 25-N Paula Gómez Rosado ha escrito tres poemas. Este es el segundo de ellos.