Por Paula Gómez Rosado
ME HAGO VIEJA
Yo
mujer
mayor
en cuya piel se observan las máculas del tiempo
sin cremas milagrosas que las borren del mapa
cuando antes me cubría con toda dignidad.
Se ha vuelto endeble mi ya usada envoltura
me miro en el espejo y digo sin eufemismos:
me
hago
vieja
en mi mano derecha se instaló ya el declive
y la artrosis le impiden a mis dedos danzar
mis rodillas a veces se me quejan con rabia
y los pies no soportan un zapato cualquiera
ni mi oído digiere los zumbidos ajenos.
Soy
fruta
madura
mi carne que fue prieta cada día se afloja
incluso en partes íntimas que pierden armonía
porque a nadie erotiza un cuerpo que se muestra
con la decrepitud que nos anuncia la muerte
aunque se esconda lejos y tarde en visitarnos.
Ya va
bajando
la luz
de todos mis sentidos su intensidad se opaca
pero aún distingo bien los ojos de deseo
la inclinación de cuerpo que el tuyo hace hacia el mío
los miedos que me ocultas tras manos temblorosas
y leo los mensajes que mandas encriptados
a mis ojos
a mis oídos
a mi mente.
Así que ya lo sabes no puedes perder tiempo
descifra de una vez el texto que te envío
y aprovecha el instante porque si no me comes
quedarás
con las ganas
para siempre
o al menos con la intriga de qué aprendió una vieja
para hacer de la noche una fiesta inolvidable.
Por otro lado el tiempo juega desde hace mucho
a ofrecerme poderes y me he vuelto exigente
dejé de hacer esfuerzos para agradar al otro
o tocamos las teclas los dos a cuatro manos
o ya no hay partitura que quiera compartir
y si nadie me come tampoco pasa nada
ya lo harán
en su día
los gusanos
cuando llegue el momento
seguro que les gusto.
Paula Gómez Rosado es escritora y feminista