Se nos ha ido septiembre, mi mes nostálgico. Me adentro en el recuerdo y busco el calor de la infancia mientras me voy quitando las capas ya viejas y raídas que me pesan para echarlas al viento con las hojas de otoño y salgo desnuda de prendas opresoras y limpia de cargas para disfrutar mi otoño. De ahí este poema.
DÓNDE QUEDA LA INFANCIA
Por Paula Gómez Rosado
Perdí la dirección
de la tienda
donde solía comprar los cromos para el juego,
horas y horas la mano intentantando volverlos
para ganar alguno y aumentar el tesoro.
¡Mi único y gran tesoro conquistado día a día
con técnica aprendida y el máximo tesón,
la caja extraviada me dejó en la pobreza
del color
de por vida!
Olvidé donde queda la librería de cómics
que durante el invierno me tenían sentada
las veladas nocturnas al calor del brasero
sin apartar la vista hasta ver los detalles
más nimios que se mostraban en cada viñeta
y al leerlos me reía hasta mojar las bragas.
¡Se perdieron los cómics y la risa inocente
se me escapó
con ellos!
Hace mucho cerró el quiosco donde iba
a buscar golosinas de sabores humildes
y no encuentro algarrobas molidas ni arropías,
los palos de orozuz ni las caricias dulces
de quienes me arropaban con su estar día y noche
y ordenaban mi mundo con sabores y aromas
surgidos de la tierra y del huerto en el que crece
el protector cuidado que abonó nuestra infancia.
¡ Se me atrofió el olfato, como por mantenerme
y añoro aquellas manos que junto a la caricia
me daban
la peseta!
Olvidé incluir en mi mapa de adulta direcciones
que ya no creí útil y sin ellas cerré
para siempre la puerta que lleva hasta la infancia
donde la vida era como un cuadro de Sorolla
con luz mediterránea y niños en la arena
que juegan sin mirar para atrás o al horizonte
y ahora me pregunto dónde queda la infancia
con su claro escenario para colarme en ella
segura,
confiada.
Paula Gómez Rosado es escritora y feminista