ENCUENTRO SENDERISTA EN PEÑAFLOR (SEVILLA)
Por Paula Gómez Rosado
Hace unas semanas ha tenido lugar en Peñaflor (Sevilla) su VII encuentro de senderistas, organizado por el grupo local. Alrededor de 800 personas provenientes de distintas localidades de las provincias de Córdoba y Sevilla han participado.
Ha sido una jornada estupenda en la que el tiempo ha acompañado para ndisfrutar de un recorrido por la Dehesa de Almenara repleta de flores y con la sombra de sus encinas. No sé el resto de grupos, pero en el que yo iba que éramos casi setenta personas, destacar el buen ambiente y el respeto a la hora de escuchar, la camaradería y el cumplimiento de las normas para un buen recorrido.
Pero desde mi mirada feminista me llamaron la atención varias cosas: En primer lugar, la guía era Dolores García Cruz que nos llevó sin prisas, con paradas estratégicas pero cumpliendo los tiempos que se habían propuesto en la organización. Demostró conocer bien las plantas que se dan en nuestros campos algo tan ajeno a su profesión como maestra de infantil, y supo transmitirnos de forma amena y clara toda la información sobre las que íbamos encontrando, respondiendo a las dudas que surgían tras su exposición. Se completó la ruta con las experiencias de un antiguo trabajador de la dehesa que nos explicó la explotación ganadera de la misma y una senderista que había vivido allí de niña y habló de su experiencia. Por último, un geólogo nos informó sobre la mina de cobre “San José” y su explotación a lo largo de la historia.
Por cierto, sin necesidad de megáfono, se escuchó perfectamente durante todo el camino a las personas que fueron hablando. ¡Lo que hace el silencio!
Lo segundo admirable es que el grupo azul, en el que yo participaba, estaba formado en su mayoría por mujeres, buena parte mayores que pertenecían a una asociación de Fuentes de Andalucía llamada “Las Andarinas”. Observar su dinamismo, su camaradería y su voluntad, me hizo reflexionar sobre esa capacidad de las mujeres para buscar espacios de encuentros con otras, me admiró su forma física porque, aunque el camino no presentaba grandes dificultades, no dejaba de ser un recorrido de tres horas por la sierra con suelo desigual, piedras sueltas y algunos desniveles. Y se disfrutó de un ambiente distendido a la vez que nadie se quedó atrás o se distrajo y hubo que esperar o ir en su búsqueda, todo el mundo recogió sus basuras y nadie arrancó flores o pisó plantas.
Si fue interesante y atractivo el sendero, me pareció más admirable aún la organización del evento con 98 personas voluntarias del Grupo de Senderistas de Peñaflor que han estado colaborando desde días antes y el resultado ha sido todo un éxito: los autobuses para el sendero salían puntual cada veinte minutos, tras avisar por megafonía y saber de antemano la hora de cada grupo, para no coincidir en el recorrido.
En el sendero ningún grupo coincidió o interceptó a otro y solo al llegar a la mina, donde un coche con personal voluntario repartió fruta y agua, nos juntamos dos grupos en ese descanso y en la posterior explicación del geólogo.
Por otro lado, el día anterior se habían reunido en el recinto ferial, donde tendría lugar la comida, para preparar sillas y mesas, utensilios de cocina y cuanto se necesitaba para la hora de la comida. Esta misma tarea se prolongó el domingo hasta después de la hora del almuerzo. Admirable, que más de ochocientas comensales, estuviesen sentadas y sentados, cada persona en la mesa correspondiente según el color asignado ya en el grupo para hacer el sendero y comiendo en menos de una hora, mediante autoservicio.
Agilidad y buen rollo en las colas y servicio en las bandejaspor parte de personas voluntarias: una bebida, un primer plato de paella, un segundo de carne guisada y una
naranja de la tierra. Todo, incluido el arroz en seis enormes paelleras de ciento y pico de platos, fue obra de voluntarias y voluntarios. Por cierto, estaba muy sabroso y en su punto exacto de cocción.
La retirada de platos, con varios contenedores, también se hizo de forma ordenada y ágil, lo cual facilitó mucho la recogida a la organización. Se notan las personas que están habituadas a realizar actividades colectivas por la facilidad con la que empatizan, se
implican y facilitan las tareas ajenas.
Y para terminar, visita a los lugares más emblemáticos del pueblo con el técnico municipal de turismo, excelente comunicador. Muy interesante conocer la historia del
Peñaflor a través de sus monumentos, incluyendo sus BICs. De agradecer la implicación
del Ayuntamiento, que nos obsequió con un regalo como recuerdo del día.
¿Qué es lo que más me llamó la atención? Quizás que como premisa tenían claro que no había roles de género e igual limpiaban que guiaban por el campo, movían mesas o hacían la comida mujeres y hombres.
La importancia de la cooperación y el buen trato basado en el respeto a las personas y el medio en el que cien personas trabajan voluntariamente durante varios días para rganizar, llevar a cabo y conseguir que todo sea un éxito, una jornada con distintos retos: movilizar autobuses para ir y venir a la sierra en un recorrido distante ocho kilómetros, sendero de siete kilómetros con explicaciones botánicas y geológicas para los diversos grupos y dejar el campo como si nadie hubiese pasado, preparar y servir comida, organizar la ruta turística por el pueblo.
Y a pesar del cansancio, el buen ánimo y excelente trato de todo el grupo organizador y el comportamiento cívico de senderistas.
Solo me queda felicitar al Grupo Senderista de Peñaflor, formado en gran medida por mujeres y hombres en edad de jubilación, animar a seguir trabajando en estas y en sus múltiples actividades como talleres escolares, senderos y viajes culturales y este encuentro que cada año reúne a más senderistas sin perder calidad con esos objetivos educar en igualdad y en el respeto al medio ambiente. Y, por supuesto, agradecer el haber podido participar, especialmente a Carlos Jurado Carmona que tanto nos ha facilitado.
Paula Gómez Rosado es escritora y feminista.