LA REPÚBLICA EN LA CICLOGÉNESIS DEL CALENDARIO

.- Coinciden en este abirl 2025 en nuestro país la Semana Santa, la muerte del Papa, la de Vargas Llosa, el Día del Libro, la «guerra comercial» de los aranceles de Trump, el Día de la República (14 de abril) y 5 asesinatos machistas.

Por Mario Merino

A pocos días de que arrarcar su última hoja, este mes de abril 2025 se mantendrá en nuestro recuerdo por haber hecho coincidir en sus 30 casillas varios aspectos de la realidad que rara vez se superponen en el día a día. Por un lado, la Semana Santa, con sus típicas procesiones invadiendo las calles de público e incienso. Por otro, la muerte del papa Francisco el Lunes de Pascua, acontecimiento de impacto universal que no deja indiferente a nadie. Junto a todo ello, a lo largo del mes ha sobrevolado esa llamada «guerra comercial» de los aranceles estampados en una tabla por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, contra las principales economías del planeta. Mientras todo esto sucedía, el mundo de las letras sufría una importante convulsión con la muerte de Mario Vargas Llosa, una de las principales figuras de la actual Literatura universal, al tiempo que preparaba para diez días después, el 23, la celebración del Día Internacional del Libro. El mes ha tenido también 5 asesinatos machistas: el de la niña de 5 años Nadia Carolina por violencia vicaria, el día 4 en Murcia; el de Josefa en O Bolo (Galicia), el día 7; El de Diana Carolina, el 12, en Canarias; el de otra mujer en Castellón, el día 17, cuyo cadáver fue entragado por el agresor en una autopista de Tarragona y el de Rocío en Cartaya (Huelva), el día 24. En medio de todo esto, había una fecha en el calendario que, por coincidir con esta ciclógenesis abrileña, ha podido pasar más desapercibida que en años anteriores. Se trata de la que conmemora la proclamación de la Segunda República en España (1931-1939): el 14 de abril.

Desde Mujeres del Sur hemos querido tomar el pulso a la actualidad de aquel momento histórico tan reivindicado como denostado. Y, en un mes como este de rezos, de libros, de cortejos fúnebres, de imposiciones, amenazas y asesinatos machistas, hemos conversado con dos mujeres de edades muy dispares-22 y 90 años- para tratar de entender si se puede o no considerar con la perspectiva actual el sistema republicano como un modo de vida capaz de aportar mayor igualdad y progreso a la España del siglo XXI.
Les contamos una charla cruzada entre Sara y Carmen, que representan dos formas de mirar aquel 14 de abril de 1931. Un momento en el que España abrazó por segunda vez un régimen republicano que trajo consigo reformas profundas en educación pública, matrimonio civil, derecho al divorcio, y, permitió por primera vez, el voto femenino. Una lo recuerda; la otra lo reivindica. La República como posibilidad o como herida. Como futuro o como pasado.
SARA: LA REPÚBLICA ES UN LEGADO

Sara Solís Guardado tiene 22 años, estudia Periodismo y Comunicación Audiovisual y se
define como feminista convencida. Para ella, la Segunda República fue el arranque de una
lucha que hoy continúa. “Es una fecha importante. Aunque las mujeres no votaron para la
constitución, fue ese régimen el que comenzó la lucha por la igualdad de género”, dice con
los ojos encendidos, como quien cree que contar la historia también es una forma de
cambiarla.
En su discurso, aparece una figura: Clara Campoamor. “Es un referente. Una mujer estudiada en una época en la que no se le permitía. Defensora de sus derechos y, por ende, de los nuestros.” Para Sara, la conquista del voto femenino no es solo una fecha de manual. Es un legado.
CARMEN: INCERTIDUMBRE

Sin embargo, no todas lo vivieron igual. Carmen De Diego Nieto tiene 90 años. Nació en un pequeño pueblo toledano donde la vida era dura, el trabajo mucho y la política, un ruido lejano. “Mi padre decía que con tanto cambio la gente se volvió loca. No eran tiempos tranquilos”, recuerda. Ella no habla de referentes, sino de miedo. De incertidumbre: “Sí, dieron el voto a las mujeres, pero muchas ni sabían lo que votaban. Les decían lo que tenían que hacer.”
Mientras Sara ve leyes que abrieron caminos, Carmen habla de iglesias quemadas, familias divididas y mujeres trabajadoras invisibles. “Nosotras en el campo seguíamos igual, o peor. Con más jaleo.”
Sara no niega los matices. De hecho, los abraza: “Lo que se consiguió entonces fue adecuado a lo que se necesitaba. Hoy no necesitamos más leyes, necesitamos que se cumplan. La desigualdad ahora está en casa, donde la mujer trabaja fuera… y dentro. Y ahí no se pueden poner leyes, ahí se necesita educación, conciencia.”

Dos generaciones. Dos formas de ver el mundo. A una le interesa saber si aquellas primeras políticas tuvieron apoyo de sus familias. A la otra le habría gustado simplemente que su vida hubiera sido más sencilla.
Quizá la historia no se trata solo de héroes o villanos, de progreso o retroceso. Quizás lo
justo sea dejar hablar a las Saras y a las Cármenes. Porque solo escuchándolas a ambas
podemos entender realmente lo que fuimos y lo que nos queda por hacer.
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