
EL PONTÍFICE MÁS FEMINISTA NO TERMINÓ DE ABORDAR LA IGUALDAD EN LA IGLESIA
.- Las personas más vulnerables, las víctimas de la guerra, las que tienen que emigrar, las que están encarceladas, las que padece enfermedades, la que sufren de alguna u otra forma…fueron siempre sus objetivos.
.- Entre ellos también estaba el apoyo a la igualdad y a la dignidad de las mujer, aunque mantuvo ciertas reservas hacia el feminismo y expresó su temor de «que acabe siendo un machismo con faldas».
.-Durante su papado la participación de las mujeres en puestos de responsabilidad en la Iglesia ha avanzado mucho, pero Francisco consideró que aún no era el momento de resolver el debate sobre el diaconado de las mujeres o su ordenación sacerdotal.
.-Aunque reconoció haber cometido errores anteriores, por no haber sido lo suficientemente firme, inició a partir de 2020 una lucha sin cuartel contra los abusos a menores en la Iglesia.
Por Sara Lagos

Infatigable en la búsqueda de la paz, la reconciliación y la jusiticia social la figura del papa Francisco como una de las más solidarias de la historia de la Iglesia Católica es incuestionable. El inmenso reconocimiento internacional recibido tras su muerte desde los más diferentes lugares del mundo, religión e ideología confirman que Francisco ha dado la talla como Papa dentro y fuera de la Iglesia. Ha sido además el pontífice argentino uno de los escasos líderes religiosos que se ha mostrado abiertamente por la Igualdad, aún reconociendo que en el seno de su organización religiosa, impregnada de laberintos arcaicos, el sacerdocio de las mujeres aún no es una «fruta madura».

Francisco decía que «las reivindicaciones de los legítimos derechos de las mujeres… plantean a la Iglesia profundas preguntas que la desafían y que no se pueden eludir superficialmente». Pero promovió la inclusión de mujeres en roles de liderazgo y nombró a Sor Raffaella Petrini como presidenta de la Gobernación del Vaticano, siendo la primera mujer en ocupar este cargo (Mujeres del Sur. «Sínodo y mujeres»).
FEMINISMO

El pontífice fallecido este Lunes de Pascua a las 7,35 de la mañana, después de una pasión de casi 40 días por grave afección pulmonar, de visitar el Jueves Santo a los presos de una cárcel romana, de recibir el Domingo de Resurrección al vicepresidente de los estados Unidos J.D. Vance y de recibir a continuación un baño de masas al impartir la bendición «Urbi et Orbi» desde la Plaza de San Pedro parecía con su intensa actividad no querer dejarse en el tintero ningún compromiso antes de marcharse.

Y uno de esos muchos compromisos expresados en reiteradas ocasiones a lo largo de sus 12 años de pontificado fue el de defender la dignidad de las mujeres y exigir su presencia en el mundo laboral compartiendo puestos de responsabilidad. Lo mismo hizo con el rechazo de la violencia: El papa rezó en agosto de 2021, durante el Ángelus, por las mujeres y las niñas afganas cuando el régimen talibán se impuso en aquel país. Volvió en reiteradas intervenciones a suplicar el fin de la violencia ejercida contra ellas por los integristas islámicos y recibió a la activista y Premio Nobel de la Paz, Nadia Murad. Ambos pidieron a la comunidad internacional que actuase en Afganistán para proteger los derechos y libertades de la sociedad y en especial de las mujeres y las niñas.
CONTRA LOS ABUSOS A MENORES EN LA IGLESIA

El papa prometió una «batalla sin cuartel» contra los abusos, comparando los abusos sexuales a menores de edad con los sacrificios humanos. En diciembre de 2019, puso a disposición de los tribunales laicos las denuncias, testimonios y documentos de los juicios internos de la Iglesia. Las víctimas pudieron acceder a sus expedientes y a cualquier sentencia. También estableció la obligatoriedad de denunciar a las autoridades eclesiásticas las sospechas de agresión o acoso sexual y cualquier intento de encubrimiento.
En 2021, la Iglesia Católica renovó su código penal para incluir los delitos de abusos sexuales cometidos contra menores y discapacitados por sacerdotes. Expulsó a varios cardenales americanos, del norte y del sur, así como europeos y ha sido considerado como el papa que más ha hecho para combatir esta actividad criminal. Sin embargo las víctimas critican que no haya profundizado en las «causas sistémicas» de estos abusos.
A fines de septiembre de 2024, el pontífice afirmó desde Bélgica que los casos de pederastia son “la vergüenza y la humillación” de la institución, por lo cual debe “pedir perdón” y comprometerse a evitar que se repitan. “La Iglesia debe buscar cómo resolver esta situación con humildad cristiana”, dijo.
La última actuación de Francisco en este grave asunto de los abusos fue la de disolver Sodalicio, una organización interna de la Iglesia peruana en la que se han cometido abusos a menores durante cincuenta años, formada por un grupo ultracatólico y empresarial. La decisión la tomó el pasado 14 de enero pero su ejecución se dilató tres meses.
CONTRA LA PROSTITUCIÓN Y LA TRATA

La voz de Francisco se oyó también muchas veces contra la trata de blancas y la explotación sexual: «La trata de personas, en particular la trata de mujeres y niños, es una de las formas más atroces de esclavitud moderna. Es un crimen que viola la dignidad de cada ser humano y que debe ser combatido con toda la fuerza de la ley y la solidaridad.»
Y contra la prostitución: «La prostitución es una forma de violencia y de explotación que vulnera la dignidad de la mujer. La sociedad debe acompañar y apoyar a las personas en esta situación, ayudándolas a salir de ella y ofreciéndoles esperanza y una oportunidad para una vida digna.» Así lo dijo en 2014, durante una visita a la cárcel de mujeres en Roma.
CONTRA LA VIOLENCIA Y EL MALTRATO

El maltrato lo consideraba Francisco como un «acto satánico» y también como una «hierba venenosa que afecta a nuestra sociedad y que debe ser eliminada». El papa insistía en sus discursos en que «si no respetamos a las mujeres, nuestra sociedad no avanzará». En la 45ª Asamblea General de las Naciones Unidas expresó con rotundidad que «la violencia contra las mujeres es una de las formas más atroces de la injusticia social».
El Papa de los pobres, como se le conocía, abogó por la eliminación de leyes discriminatorias y prácticas como la mutilación genital femenina, instando a los gobiernos a garantizar los derechos fundamentales de las mujeres, y recordó la necesidad de decir «no» a cualquier tipo de violencia que se ejerza contra ellas.
El último de los discursos más potentes en defensa de las mujeres lo dio Francisco el pasado mes de septiembre en el transcurso de un viaje de 12 días por Asia y Oceanía, visitando Indonesia, Timor Oriental, Singapur y Papúa Nueva-Guinea. Fue contundente en este último país, el de más violaciones del planeta: dos de cada tres mujeres sufren tal atrocidad sexual en esa zona del pacífico.

Precisamente durante la vuelta a Roma de ese mismo viaje, el Papa sorprendió a su séquito y anunció su intención de viajar a Canarias por la crisis migratoria que viven las islas y mostrar su «cercanía a los gobernantes y al pueblo». Este ha sido uno de los pocos compromisos que la muerte no le ha permitido cumplir.