OLIBA Y ALQUIFA
En el día de hoy Aisha Kandisha narrará como Oliba, hija del conde Olbán, pasó a la historia por los siglos como la embaucadora, la hechicera, la intrigante, la causante de la caída del imperio visigodo y de la conquista islámica de la península… contará la historia de cómo pasó de Oliba a Florinda y de la Qaba a la Cava.
Por Carmen Herrera Castro
Relato 3
Por aquella época el conde Olbán, exarca de la plaza bizantina de Septem, gobernaba en Tingitania, que, tras la caída definitiva de Cartago en 698, fue la última posesión de los bizantinos en Ifriqqia. Olbán mantenía relaciones comerciales y de vecindad con los amazigs rifeños y con los visigodos de la Bética; simpatizante de Witiza, acogió a sus hijos a la muerte de este, pero, como hombre práctico y buen comerciante que era, mantuvo buenas relaciones diplomáticas con el nuevo rey visigodo, Don Rodrigo, hasta el punto que en el 709 decidió enviar a la corte de Toledo a su amada hija Oliba, para completar su educación, ya que era costumbre de la época que las familias nobles enviaran a sus hijos a la corte, donde los varones practicaban artes marciales y las mujeres recibían instrucción en letras, canto y danza.
Alquifa, joven amazig íntima amiga y compañera de Oliba desde la infancia viajó con ella a la corte, como dama de compañía, para recibir a su vez la educación correspondiente. Dejemos que sea ella quien continúe el relato, cuenta Alquifa que…
Cuando Oliba y yo, Alquifa, llegamos a la corte de Toledo, los godos nos parecieron brutos y desaseados, rudos e ignorantes, la corte muy tosca en contraste con nuestras costumbres, que eran bizantinas −en Septem convivían latín, griego, árabe, tamazig−… El pueblo estaba oprimido, el reino dividido, los nobles constituyendo facciones en continuas disputas… Don Rodrigo era un déspota, tirano, voluble, mentiroso y salaz que consideraba que hombres y mujeres le pertenecían y debían satisfacer todos sus caprichos. Por eso no nos extrañó que, tras la derrota y muerte de Rodrigo, su esposa Ayluna se casara con Abd al-Aziz ibn Musa, pero esa es otra historia…
Imagino que fue la torpeza de los godos para las lenguas el motivo de que cambiaran a Oliba su nombre por el de Florinda, ya que así la llamaron todos desde que llegamos a Toledo. Oliba llamaba la atención por su extraordinaria belleza, para ellos exótica, por su elegancia, su desenvoltura… Don Rodrigo la deseaba, espiaba nuestros juegos cuando nos bañábamos desnudas en la alberca junto a las otras doncellas…
Entre espadañas y lirios,
reposaron las doncellas
buscando solaz y alivio
al fuego de mocedad
y a los árboles de estío.
Daban al agua sus brazos,
y tentada de su frío,
fue Florinda la primera
que desnudó sus vestidos.
En la sombreada alberca
su cuerpo brilla tan lindo
que al de todas las demás
como sol ha escurecido.
Florinda creyó estar sola,
pero la ventura quiso
que entre unas espesas yedras
la mirara el rey Rodrigo.**
Un día, Don Rodrigo −que tenía sarna, una enfermedad relacionada con la falta de higiene, muy común por entonces en el reino− llamó a la reina Ayluna, con la orden expresa de que se presentara en su cámara con sus doncellas, lo que nos incluía a Oliba y a mí. Mientras la reina estaba distraída Don Rodrigo llamó a Oliba, para que le sacase aradores de las manos con un alfiler de oro y en ese momento le declaró sus intenciones. Oliba se hizo la tonta y se defendió con evasivas, pero Don Rodrigo insistió, llegó a ofrecerle hacerla reina. A partir de entonces el rey la acosaba todos los días, la buscaba, la abordaba, y ella siempre se defendía, siempre se escabullía como mejor podía… Un día, durante una siesta, mandó a un paje a buscarla, y con engaños la condujo a la alcoba real. Allí Don Rodrigo intentó seducirla de nuevo con promesas y juramentos de amor eterno, para que ella accediera a sus deseos; pero esta vez Oliba se negó en redondo y entonces la forzó.
Yo, Alquifa, sabía que Don Rodrigo nos espiaba y acosaba a Oliba, pero ella no me contó enseguida lo que había pasado, estaba demasiado avergonzada. Yo la veía cada vez más apagada y triste −¿qué tienes Oliba, por qué estás tan triste, qué te pasa?”− le preguntaba… Y finalmente Oliba me lo contó.
Fui yo, Alquifa, quien insistió en que debía escribir a su padre, el conde Olbán, y contarle lo que había pasado, pero ella no quería −mi padre es un buen hombre, y me va a creer − decía −; pero todos los demás me juzgarán, dirán que no grité cuando pude haberlo hecho, que no me resistí lo suficiente, que provoqué a Rodrigo con mi belleza y mi falta de recato… si la gente fuera capaz de juzgarlo tal cual pasó… pero sabes que no es así, sabes que dirán que he consentido y me llamarán Qaba*−. Finalmente logré convencerla y mandamos un escudero a Septem con una carta donde narrábamos lo sucedido. Entonces el conde Olbán acudió inmediatamente en nuestra busca y regresamos a Septem… el resto es historia…
Una historia que no culpará del desastre del Guadalete y la posterior ocupación de Al Ándalus a la incompetencia, el abuso de poder, los desmanes y traiciones, y la falta de escrúpulos de la monarquía goda, ni a los intereses económicos y comerciales del conde Olbán −Don Julián para los godos−, sino al despecho y la ira de la víctima, que será conocida para el resto de los tiempos como Florinda la Cava, por provocar −tanto da que no fuera su intención− la lujuria del rey con sus baños y sus juegos, por no haber advertido a su padre con antelación, por haberse dejado engañar, por quedarse sola con el rey, por no haberse resistido lo suficiente, por no haber gritado, por no haber callado… en definitiva: por mujer.
Florinda perdió su flor,
y el reino sufrió el castigo
ella dice que hubo fuerza
él que gusto consentido.
Si dicen quién de los dos
la mayor culpa ha tenido
dirán los hombres: la Cava,
y las mujeres: Rodrigo.**
*Qaba (árabe): puta
** Romance anónimo.
RELATO 1: AISHA KANDISHA: https://mujeresdelsur.es/aisha-kandisha/
RELATO 2: AISHA HANDISHA: https://mujresdelsur.es/aisha-kandisha-2/
Carmen Herrera Castro es poeta, fotógrafa, ilustradora, editora, médica especializada en Medcina Nuclear y presidenta de la Fundación María Fulmen.