LAURELES MÁS FUERTES QUE EL URANIO: OKSANA MASTERS
Por Raquel Domínguez
Mis Queridas Mujeres del Sur, aún resuenan algunas de las Historias de Vida que han dado pulso a las paralimpiadas parisinas, historias llenas de aroma a laurel y saboreadas a través de cada poro de la piel de aquellas que han sido coronadas con tan ansiada hoja legendaria.
Y me refiero hoy a ellas mientras se siguen viendo atrocidades en oriente próximo y a esos niñes, escenas que me han llevado a una de las deportistas que han cruzado la meta en 3 ocasiones, con esas sendas coronas. Ella, que desde siendo niña esta marcada por tremendas cicatrices que dibujan su cuerpo, lo marcan, como el mapa tan cruel que ha tenido que vivir pero que sin duda, el epicentro que lo mueve, cambió el rumbo de esas placas tectónicas que generan los cambios en la Tierra que pisamos, en el destino que nos forjamos cuando creemos en el “puedo”, y gracias también a ese calor de amor que en un momento de su historia le llegó.
Hablo de Oksana Masters, una deportista mayúscula que siendo una niña fue abandonada casi cuando vio la luz a causa de las mutaciones con las que nació debido a las consecuencias que generó y sigue generando el terrible accidente de Chernóbil en 1989, un aire imantado de pura radioactividad que fue respirado en su onda expansiva, como la sufrida en Khmelnytsky (Ucrania).
Oksana Masters, ucraniana-estadoundense de 35 años, es una remera y esquiadora de fondo paralímpica que a causa de la radiación de Chernobil nació con graves secuelas físicas. Sus dos piernas le fueron amputadas y sus manos sometidas a reconstrucción quirúrgica. Ello no le impidió coronarse en los Juegos paralímpicos de Londres con el bronces en remo (2012), en los de Tokio con el oro en ciclismo en ruta contrareloj (2020) y en los de París con dos oros más en H5 de ciclismo en carretera y contrarreloj individual (2024). En total ha ganado 19 medallas paralímpicas para el país norteamericano donde creció desde que fue adoptada a los 8 años.
La pequeña Oksana no solo sufrió el rechazo de su familia, también los vivió virulentamente y en todos los sentidos en los orfanatos en los que malvivió, pero tanta toxicidad no fue eterna y en 1996, una mujer profesional de la logopedia, Gay Masters, la adopto desde EEUU. En aquel país esas cicatrices fueron surcada gracias a la yema de los dedos del amor de una autentica madre que, pese a los terrores nocturnos y secuelas psicológicas y emocionales, empezaron a tener forma de “deportista”, con esa “insistencia, la ternura tan maternal que conocemos”.
Sin duda también infliuyó su talento, constancia y el repeto por una misma… y es así cómo la corona de laurel sigue en su cabeza, en su corazón de Ave Fenix y llena de Luz las miradas de aquellas personas que pueden sentirse reflejadas, aunque sea mínimamente, colmando de esperanza, contemplando que la eternidad en los infiernos, puede No serlo.
Mis Queridas Mujeres del Sur, sigamos llenándonos de los “Laureles más fuertes que el Uranio”.
Raquel Domínguez es paratriatleta, campeona del mundo (duatlón), de Europa (duatlón y acuatlón) y de España (natación, atletismo, triatlón y duatlón), además de actriz de doblaje y cooperante internacional.