MÓNICA, NO TE EQUIVOQUES.
Estaba cantado y bailado que, más tarde o más temprano, tenías que dejar tus cargos políticos de vicepresidenta, consejera y portavoz de la Generalitat valenciana. Con la que está cayendo, Mónica, no era este el momento de comportamientos que en lugar de sumar resten credibilidad a tu marca, Compromis. Dijiste alto y claro en las Cortes Valencianas y no una ni dos, sino varias veces, que si alguna vez fueras imputada presentarías tu dimisión para no soportar la presión sociopolítica y mediática de una acusación judicial.
Así se lo exigiste a Camps y a Barberá en su momento, con la contundencia que te caracteriza, y así te lo ha venido recordando la hemeroteca desde que, el jueves 16, el TSJV te citase a declarar como investigada por el supuesto encubrimiento de abusos sexuales cometidos por tu exmarido a una menor tutelada.
Un día después, ya entre el eco alarmante de que peligraba políticamente tu cabeza, bien porque te la pidiera expresamente el presidente de la Generalitat, el socialista Ximo Puig, que finalmente no tendría que hacerlo, bien porque fuese tu partido el que te recomendara marcharte, lo cierto es que empoderada, sola y valiente afirmaste en rueda de prensa que no dimitirías de tu cargo por razones «éticas, estéticas y políticas.» Insististe en que eras inocente, en que no has cometido ningún delito y en que ninguna imputación «podría cambiar la realidad».
En esto últmo te doy la razón porque, mientras no se demuestre lo contrario, eres absolutamente inocente. Lo mismo que te respondía Camps en su momento cuando, imputado por los trajes que le habían regalado, le exigías que se fuera. En su caso no se demostró la culpa y fue declarado inocente. Ojalá te ocurra a ti lo mismo. Pero en lo de lo ético, estético y político no puedo por menos que discrepar: tiene poco encaje en tu razonamiento y contradice además la imagen que quieres dar de mujer de principios. Esos argumentos, muy al contrario, tenías que haberlos guardado para la rueda de prensa que darías tres días más tarde, el lunes 20, cuando al borde del llanto anunciaste la dimisión que te viste obligada a presentar.
Cualquiera podría imaginarse las presiones que recibirías, y desde dónde procederían, para que, sin ni siquiera adelantárselo a Ximo Puig, hicieras público que abandonabas todos tus cargos. Sobre la forma de comunicarlo nada que alegar, tendrás tus razones. Pero sobre el fondo, como mujer, feminista y periodista no puedo silenciarte mi preocupación: has lanzado dardos inculpatorios para justificar tu dimisión completamente erráticos.
Siento tener que decirte que, tal vez por la precipitación, tu «yo acuso» lo has dirigido hacia dianas equivocadas. Ni la prensa, ni los jueces, ni tus enemigos políticos, ni la presión de todo el conjunto, ni siquiera «los malos» o el tal José Luís Roberto Navarro, el del partido ultraderechista que ejerce la acusación contra tí y que ha dicho que iba a «follarte sin tocarte un pelo» son, no te engañes, los causantes de este grave y doloroso momento que estás atravesando y que para ti se queda.
El único culpable de este trance legal que te está costando tu carrera política y posiblemente tu salud, se llama Luís Ramírez Icardi, un tipo condenado por abusos que tuviste por marido y que hoy, felizmente, es sólo tu ex.
Luís Ramírez Icardi cometió un grave delito sexual por eso cumple condena. Tú eres la segunda víctima de este abusador , maltratador y machista, ya que la principal perjudicada -y eso tampoco se te debería de olvidar- es la menor que sufrió en sus carnes el deleznable comportamiento de tu ex esposo.
Él es el verdadero «malo» de este grave asunto y el culpable desde su origen.
Lo que ha sucedido después, teniendo en cuenta que tú estabas al frente de la tutela de la menor, no ha hecho más que revictimizarte. El juez decidirá en última instancia cómo fue tu proceder, si se ajustó o no a lo reglamentado, pero aunque hubieses gestionado la denuncia de lo sucedido con la imparcialidad más exquisita, con la mayor equidad o con la máxima rectitud administrativa y moral propia de una feminista de tu categoría política, que no pongo en duda, no dejarías de ser una doble e incluso triple víctima. Un daño que te afecta más que la imputación.
Icardi, al abusar de una menor que está bajo tu tutela política siendo tu marido, te ha herido como mujer feminista, por la repugnancia machista del delito; como esposa, por el desgarro sentimental que te habrá supuesto descubrir su verdadera naturaleza como hombre y, como política, por poner a prueba tu resistencia psicosocial al tener que asumir desde tu negociado la instrucción administrativa, desapasionada y ecuánime, como no podía ser menos, de un expediente que te quemaba en las manos.
No te equivoques Mónica. Si esos abusos no se hubiesen producido, a estas alturas estarías en tu poltrona de vicepresidenta, cavilando sobre las secuelas de las elecciones andaluzas como el resto de tus camaradas y bebiendo agua con azúcar para aliviar las agujetas del pedazo de baile que te marcaste el fin de semana. Todo esto se te dijo ya en su momento desde Mujeres del Sur, cuando tu ex fue condecorado como «El machista del mes». Deberías leernos más.
Maruja Limón