–LA NUEVA BRUJA DEL PATRIARCADO–
Por Macarena Moreno.-
Chimamanda Ngozie Adichie, natural de Nigeria, África, es una gran referente internacional en cuanto a literatura feminista se refiere. Entre los temas que la autora trata en su obra, ya sea de fondo, o con ensayos puramente centrados en estos, se encuentran el feminismo, el racismo y la inmigración.
Su obra más famosa, Todos deberíamos ser feministas, se ha convertido en un ensayo vendido mundialmente con más de medio millón de ejemplares. Además de este ensayo, también ha publicado varios ensayos más, y novelas internacionalmente premiadas como La Flor Púrpura o Americanah.
La concepción de Chimamanda como referente feminista se vio cuestionada tras una entrevista que protagonizó la autora en Channel 4, en la que respondió a las preguntas que se le hacían sobre el colectivo de las mujeres trans, sin miedo a enfrentarse a la controversia que suscita este tema.
A la pregunta de si consideraba mujeres a las mujeres trans, Adichie respondió:
-“Creo que si has vivido en el mundo como un hombre con los privilegios que el mundo atribuye a los hombres, es difícil para mí aceptar que podamos igualar tu experiencia con la experiencia de una mujer que ha vivido desde el principio como una mujer y que no ha disfrutado de los mismos privilegios de los cuales disfrutan los hombres”.
Ante estas palabras, enseguida numerosas seguidoras se mostraron en total desacuerdo con la opinión de la autora y respondieron, en muchos casos, con comentarios ofensivos e incluso agresivos hacia Chimamanda, utilizando con insultos como TERF (feminista radical transexcluyente), término que hoy escuchamos tan a menudo o más que el concepto al que ataca, el feminismo radical.
La autora se vio obligada a aclarar su postura en Facebook ante el incendio de las redes sociales, aclarando lo siguiente:
-“Diversidad no significa división. Porque podemos estar en contra de la violencia que sufren las mujeres trans mientras somos conscientes de las diferencias. Porque deberíamos ser capaces de ver las diferencias mientras nos apoyamos. Porque no tenemos que insistir, en nombre de la complicidad, que todo es lo mismo. Porque el riesgo que corremos es el de reducir el género a algo único y esencialista.»
Y es que nos encontramos en un momento en el que el movimiento feminista parece resquebrajarse desde dentro. Tras muchos años en el que las mujeres se iban uniendo para luchar todas juntas contra el verdadero enemigo del feminismo, la cultura machista y la eterna sumisión ante los hombres, el patriarcado se ha visto amenazado y ha sabido cómo adoctrinar a la sociedad para debilitar los cimientos de la lucha feminista con enfrentamientos internos (recordemos ofensas de las “feministas” hacia las propias feministas, como el insulto TERF). En vez de apostar por la sororidad, este caldo de cultivo es el escenario ideal para el patriarcado, que se sale con la suya viendo la brecha que ha conseguido crear gracias a la manipulación de los medios de comunicación, que siempre juegan a su favor.
Adichie es consciente de esta situación y de cómo los medios de comunicación, esa gran herramienta del patriarcado, tergiversan sus palabras y la convierten en una nueva bruja (ahora que parece que las brujas eran cosa del pasado y se habían quedado en la Inquisición). La misma prensa que la había elevado a la cumbre de literaria, ahora saca sus palabras de contexto para que nos peleemos entre nosotras y generemos la verdadera noticia, la polémica, que es la que siempre vende.
Cabe recalcar que Chimamanda en ningún momento ha excluido a las mujeres transexuales del colectivo feminista, cuando precisamente el objetivo es que cada vez más personas se unan a la lucha (recordemos, “Todos deberíamos ser feministas”). De hecho, Chimamanda ha llevado a cabo diferentes campañas para defender los derechos de la comunidad LGTBI.
Ahora bien, precisamente para avanzar en esta lucha, hay que ser conscientes del papel que cumple el patriarcado en ella. La sociedad patriarcal nos educa de manera diferente desde el momento en que nacemos y a nosotras se nos coloca un vestido rosa y se nos taladran las orejas para lucir un complemento (sin el que no somos del todo perfectas) y a ellos se les pone un balón bajo los pies y se les enseña a ser fuertes y “muy hombres”
A esto es a lo que se refiere Chimamanda cuando dice “diversidad no significa división”. Porque podemos estar en contra de la violencia que sufren las mujeres trans mientras somos conscientes de las diferencias.” Esto viene a decir que debemos entender que las mujeres transexuales lamentablemente forman parte de un colectivo discriminado, pero esto no es excluyente para que a su vez formen o hayan formado parte del colectivo opresor por el mero hecho de haber nacido sexualmente hombres. Mientras tanto, las mujeres, desde que nacemos, inmediatamente somos y seremos oprimidas.
OPRESIÓN
Relación de poder en el que el opresor necesita del oprimido para obtener sus beneficios. A costa del opresor, el sujeto oprimido tiene una posición y función determinadas en la sociedad, que funciona mediante un sistema que favorece al opresor.
DISCRIMINACIÓN
Castigo o exclusión hacia una persona o grupo de personas mediante la marginación por no cumplir con la norma social.
Es decir, en el momento en que una mujer transexual empiece a ser intuida por la sociedad como una mujer, por mostrar una imagen femenina (y sexualizada) de si misma (que es al fin y al cabo en lo que consiste el género), empezará a sufrir parte de lo que las mujeres sufrimos por pertenecer a ese colectivo oprimido (y solo parte porque no podrá ser sexualmente reproductiva). Pero esto no excluye que cuando esta mujer transexual nació la sociedad la trató como hombre y pudo disfrutar de sus derechos, y sobre todo, de una educación en la que tomaba el papel de colectivo opresor.
Y es que así funciona la sociedad. El género, aliado más importante del patriarcado, está ahí en la sombra conformando nuestra imagen desde que nacemos. Y es esta imagen la que termina definiendo quiénes somos y sobre todo, qué derechos nos merecemos y cuáles pueden pisarnos. Lejos de querer abrir una nueva disputa que daría para otro artículo, sí concluir haciendo la siguiente pregunta. ¿Qué es el género? ¿No es precisamente aquello contra lo que, unidas, deberíamos de luchar para acabar con el mayor aliado del patriarcado? Vaya, al final eran dos preguntas. Ya que estamos hago una tercera, ¿en qué medida podemos decir que el género influye en las personas transexuales para sentir esta disforia? Quizás, si la sociedad no dijera qué y cómo debemos ser, no existirían colectivos discriminados, oprimidos ni opresores.
Macarena Moreno Pascual es comunicadora.