Por Mª Jesús Correa
«Como decía mi padre, la educación empieza cien años antes.»
Se conocieron en la mili, y casi desde entonces no se veían, pero las redes sociales hicieron el milagro, volviendo a unir los destinos de Ernesto y Manolo. Jóvenes entonces, hombres hombres maduros ahora. En aquellos años lo que más compartían eran revistas
comprometidas, subidas de tono, esas donde las mujeres lucían desnudas, esas que si te
descubrían era arresto asegurado. Por aquellos años las mujeres ya luchaban por
conquistar sus libertades, ellos se limitaban a llevar al extremo sus instintos, la libertad
ya la tenían.
Han pasado los años, muchos, y otra vez están unidos Manolo y Ernesto, esta vez son whatsapps lo que comparten, los que se envían a diario con mujeres, otra vez desnudas, otra vez desprovistas de alma.
Poses que ahora esconden de sus parejas, no del capitán, mensajes que turbarían al más pintado, pero que nuevamente unen a estos dos caballeros.
Hombres con hijas de edades, como para que les diera vergüenza. Mientras tanto, las mujeres seguimos en la lucha, y me pregunto:
¿Cómo conseguiremos que los hombres nos miren desde la igualdad si se desayunan con una mujer en pelotas cada mañana?
¿De verdad creemos que estos dos señores pueden mirar a sus compañeras de trabajo como iguales, imaginando si lo que esconden bajo su ropa es parecido a lo que disfrutaron con el primer café de la mañana?
Ahora no empiezan en la mili, empiezan en Primaria, y son niños. Ponemos en sus manos, todavía pequeñas, una herramienta inmensa con la que llegan hasta el infinitivo y más allá. Siempre antes de tiempo y siempre antes de tener formadas sus mentes. Como decía mi padre, la educación empieza cien años antes. Nunca es demasiado pronto para educarles, fomentar el pensamiento crítico, la capacidad de reflexión, contribuir a su formación en igualdad, hablarles de respeto y de feminismo. Esos niños que ahora reciben un dispositivo móvil, como regalo envenenado, precisan del antídoto para evitar convertirse en hombres de masculinidad tóxica, tozuda y nociva. Necesitan nuestra dedicación, la formación en emociones, la educación afectiva. Que sepan amar de una manera sana y responsable. Cien Años Antes.
La revolución feminista ha sido y es imparable. Una conquista tras otra, inasequible al desaliento. Y, sin embargo, la mirada masculina se mantiene intacta. La adquisición y consolidación de nuestros derechos no ha sido suficiente. No impide el
miedo, el que te atenaza si vuelves sola a casa, tampoco evita las miradas lascivas, los piropos no deseados, los cumplidos mal intencionados, los chistes sin gracia. Por no hablar de las agresiones sexuales a mujeres, adultas, jóvenes y niñas.
En una sociedad que no deja de progresar, con avances que parecieran ciencia ficción, no conseguimos vivir sin que nos soben, sin ser violadas y sin ser siempre juzgadas, por lo que somos y por lo que no somos.
Por eso hoy, en tiempos de huelgas diversas y variadas, reivindico la huelga más
necesaria. La de las miradas tendenciosas, la de los mensajes misóginos, y los chistes
fáciles. La huelga de sí mismos, de los hombres de manos largas, y machismo enraizado.
No será fácil, tampoco lo es para nosotras.
Ma Jesús Correa es abogada.