FRAY RAFAEL POZO BASCÓN:

«SI LA MUJER NO ESTÁ EN LA IGLESIA ES POR MACHISMO, NO POR SENTIDO COMÚN»
.-Defiende el protagonismo de la mujer en la Iglesia en la línea del difunto Papa Francisco, como uno de los retos urgentes e inaplazables de la institución religiosa.
.-No forma parte del cónclave pero lleva más de medio siglo ejerciendo como fraile capuchino entregado a los más vulnerables. Cree que todo está en juego en este momento crucial para la Iglesia Católica.
.-Fundador de «Paz y Bien» en 1976, la entidad refleja su compromiso con las personas con discapacidad y en exclusión social. Hoy disponen de 30 centros en Andalucía y se han extendido hasta América del Sur.
Por Mario Merino

En su despacho en plena Ronda Capuchinos de Sevilla, Fray Rafael Pozo Bascón nos recibe con la misma cercanía que ha marcado toda su trayectoria. Estamos ante uno de los referentes sociales y religiosos más comprometidos del sur de España. Fundador de la asociación «Paz y Bien» y fraile capuchino con una vida dedicada a la atención de personas con discapacidad y en exclusión social, Pozo reflexiona en esta entrevista sobre el presente y futuro de la Iglesia Católica, su propia historia vocacional y el papel de la mujer en una institución de ámbito universal. Rafael Pozo asegura que las cadenas que maniatan todavía hoy a las mujeres pertenecen al «machismo estructural» que soporta la religión igual que tantas instituciones.

Rafael Pozo: – «El papel de la mujer en la Iglesia siempre ha sido injusto a causa del machismo histórico que está dentro de la Iglesia. Como sabemos, todas las estructuras legales de poder, pueden más que la razón. La mujer no está en la Iglesia por el machismo, no por el sentido común.»
Mujeres del Sur: -¿Cree que ha habido un cambio real con el Papa Francisco en este tema?
R.P.: -«Fue el primer Papa que incluyó a la mujer en el Vaticano. Seguro que él en su
manera de pensar, estaba en su mente que la mujer llegase a ser sacerdote. Pudiendo
celebrar todos los oficios, cosa que viendo toda la estructura monolítica de la Iglesia le
hubiera acarreado consecuencias».
M.S.: -¿Cómo crees que a día de hoy la Iglesia dialoga con el feminismo?
R.P.: -«Siempre he pensado que el sistema son las personas, por eso va a depender de
quien salga elegido Papa. Si sigue en la línea de Francisco habrá una apertura,
asumiendo sus valores. Las mujeres tienen el mismo derecho y las mismas capacidades que un hombre. Todos debemos apoyarnos».
Para Fray Rafael, abrir de verdad las puertas a la mujer dentro de la Iglesia no es un gesto
simbólico, es una necesidad urgente y una cuestión de justicia. Al preguntarle por el futuro en este terreno, su respuesta es clara: “Si el próximo Papa sigue la estela dejada por Bergoglio, la Iglesia dialogará con las mujeres para que lleven a cabo acciones pastorales. Eso es clave.” No habla de cargos honoríficos ni de pequeñas concesiones, sino de una participación activa, real, en las tareas pastorales y en la toma de decisiones. Porque, como ya ha dicho, el problema no es doctrinal, es humano: “el sistema somos las personas.”

LA IGLESIA HOY
Nacido en Puente Genil (Córdoba) en 1941, Rafael Pozo creció en el seno de una familia
trabajadora y humilde. Decidió de jóven ingresar en el seminario capuchino, motivado por
una vocación temprana que pronto se topó con la realidad material: para entrar, necesitaba un ajuar que no podía permitirse. Cuando planteó sus dudas, la respuesta que recibió marcó su camino: “Tráete lo que lleves puesto.” Con esa sencillez, comenzó una vida religiosa marcada por el compromiso con los últimos. Ordenado sacerdote en 1969, su estilo poco convencional no siempre fue comprendido dentro de la propia Iglesia. “Me decían que no rezaba, de hecho, me tenían fichado para ver que decía”, recuerda con una sonrisa resignada.
M.S.: -¿Está hoy la Iglesia del lado de los pobres?
R.P.: –«Institucionalmente hay que ponerle muchos interrogantes. Claro que hay
sacerdotes y obispos comprometidos, sí, pero la Iglesia oficial muchas veces quiere que
el político lleve la vara y acuda al incienso, a los actos».
M.S.: -¿Ha vivido usted esa tensión con la institución?
R.P.: –«Muchos compañeros me acusaban de que no era un buen capuchino porque faltaba
a los rezos, al coro… Con este Papa he descubierto que he intentado vivir el Evangelio
sirviendo a los demás. Y eso es rezar. Olvidándonos de que Jesús sea Dios, fue un hombre honrado, con palabra. No vino a crear leyes, sino a estar al lado del que sufría: el ciego, el leproso, el paralítico. Nunca vino a acusar. Dijo: “El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Ese es sumensaje…»

«PAZ Y BIEN»: Hablar de Fray Rafael Pozo es hablar también de Paz y Bien, la organización que fundó en 1979 y que hoy sigue siendo un referente en el trabajo con personas con discapacidad intelectual y en situación de exclusión social. Lo dice con sencillez, pero no sin orgullo: “Fuimos pioneros en tratar a gente en exclusión social.” Y no lo dice por vanidad, sino
para subrayar una verdad incómoda: cuando Paz y Bien empezó, muy pocos miraban hacia
ese lado de la sociedad.

El fraile capuchino y un pequeño grupo de colaboradores crearon la entidad Paz y Bien , con recursos mínimos pero una vocación inmensa. Hoy, cuentan con más de 30 centros en Andalucía y también ha extendido su acción social hasta Guatemala, donde se encontraba como él decía, “como cochino en un charco”.

Su enfoque nunca fue solo asistencial, sino profundamente humano. Lo resume así: acompañar, dignificar, incluir. Se trata de reconocer derechos, capacidades y oportunidades a quienes el sistema aparta. En ese sentido, Fray Rafael ha sido siempre fiel a una misma idea: la fe no se justifica por lo que se dice, sino por lo que se hace. Paz y Bien no fue un proyecto nacido de un despacho, sino del barro, de la calle, de la escucha directa a quienes no tenían voz.
CÓNCLAVE

M.S.- ¿Y después de Francisco? ¿Está preparada la Iglesia para seguir evolucionando?
R.P.: –«Depende del Papa que venga y de la institución que lo respalde. Hay cardenales
que siguen la línea de Francisco, pero otros no. Mira el de Nueva York, por ejemplo, que
incluso ha insinuado un posible cisma. Está más centrado en defender al gran apóstol
—entre comillas— Trump, que en vivir el Evangelio. Eso da miedo.«
M.S.:-¿Qué está en juego en este cónclave?
R.P.: –«Todo. El rumbo de la Iglesia no lo marca un espíritu abstracto, sino las personas
concretas. Y lo más fácil es siempre lo cómodo: la religión de apariencia, y procesión, pero sin compromiso».
M.S.-¿Y usted qué prefiere?
R.P.: –«Para mí es más importante el pobre que está tirado en la calle, enfermo, sin un
techo ni qué comer, que el de madera en una procesión. Y no lo digo por faltar el respeto
a la Semana Santa, que me parece valiosa. Pero hay prioridades. Jesús mismo dijo: “El
que no ama a su hermano, no me ama a mí”.
M.S.: -¿Qué enseñanza deja el Papa Francisco?
R.P.: –«Nos ha descubierto que se puede vivir el Evangelio de Jesús. Nunca tuvo cuentas, ni
ropa elegante, ni disfrutó del Vaticano. Ha estado con los que sufren, con los inmigrantes, con los presos. Ha sido universal: hermano del musulmán, del evangélico, del que sea.«

Rafael Pozo Bascón no es un fraile de discursos, sino de caminos recorridos. Su fe está hecha de barrio, de humildad, de calle. Su vida entera ha sido un acto de coherencia entre el Evangelio y los hechos, entre la espiritualidad y la justicia. En un tiempo de ruido, su palabra suena distinta porque nace de una entrega real. Un creyente que no ha buscado poder ni reconocimiento, sino ser útil. Y lo ha sido. Porque ha hecho de su fe un lugar donde nadie sobra.