Una serie que enmascara el machismo y oculta al maltratador tras el alcoholismo.
Por María la Portuguesa
Me he visto la serie “ La asistenta” de Netflix en un par de días lluviosos en Finlandia. Si no quieres que mis comentarios te hagan spoiler no sigas leyendo.
Es la historia de una mujer muy joven, 25 años, con una hija preciosa de 3, que huye de su marido y empieza a perderse en un laberinto burocrático de concesiones y de ayudas donde cada obstáculo es, casi siempre, superado por la buena voluntad de las funcionarias, pues lo de facilitarle la vida a las mujeres, eso no se contempla.
Alex, que así se llama la protagonista, no quiere denunciar al marido por malos tratos, sufre una enorme confusión. En realidad, él no le pega pero ella le tiene miedo porque cuando se emborracha se pone muy violento, grita, la amenaza y asusta a la niña.
Álex tiene a su madre a la que pide ayuda, una mujer con una enfermedad bipolar que no quiere aceptar ni tratarse y además es egoísta, irresponsable, egocéntrica y nada empática. Está enganchada también a hombres maltratadores que abusan de ella, le roban su casa y sus pertenencias, la dominan con falsas esperanzas de amor, y, como no se da cuenta de nada de esto o no quiere darse, su mente divaga por el Nirvana y las teorías más místicas del, como diríamos por mi tierra, “tó er mundo e güeno “.
Sin reflexión ninguna, sin analizar su dependencia en ningún momento, sin querer ver su realidad y además presumiendo de su fantástica vida, la madre aconseja a su hija la sumisión, el perdón y el arrepentimiento. Cuando Alex le pide ayuda no sabe reaccionar y en definitiva apoya al yerno maltratador; al fin y al cabo no es tan malo, le gusta beber pero es alegre, simpático y cariñoso.
Alex empieza a recordar como su madre y ella huyeron de un padre maltratador que, este sí, pegaba a su mujer. Ahora es un hombre muy religioso que niega su pasado de alcoholismo y malos tratos. Su hija también tiene que pedirle ayuda cuando su situación es absolutamente desesperada, pero este encuentro desestabiliza al hombre, lo arranca de su fantástica vida rehecha con nueva mujer e hijas, lo pone frente al espejo de su pasado. Y entonces el tipo no ve mejor forma de posicionarse que “haciendo panda” con su yerno, del que se hace muy amigo y al que intenta ayudar a salir del alcoholismo que, está convencido, es la única y verdadera causa de todos los conflictos, tanto de su primer matrimonio como del de su hija.
En ningún momento de la serie se reconoce que la ideología machista es la que subyace y dirige toda la trama. Tratan de justificarlo en todo momento por el alcoholismo ,el elemento determinante, la justificacion de siempre: es alcoholico y maltrata a su mujer, en realidad esta enfermo. Eso es infumable a estas alturas. Por eso la serie me ha indignado. El machista se siente legitimado para maltratar a la mujer porque es suya, este borracho o no. Y encima cuando está sobrio la machaca en los tribunales ¡¡¡Venga ya!!!
Pero ya me estoy adelantando, nuestra asistenta encuentra un trabajo limpiando casas, al cual se le suma el estrés diario de no llegar a tiempo para recoger a su hija de la guardería, de no tener dinero para comida de no tener tiempo para ella misma. Por fin le asignan un piso de mierda y lleno de moho que hace enfermar a la niña. En estas condiciones Alex no puede irse a trabajar, tiene que buscar ayuda, solo cuenta con su madre. Pero, como ya he dicho , la madre no tiene ningún interés en sacrificarse y no se le ocurre otra cosa que llamar al yerno para que se haga cargo de la niña. Todo negro, muy negro. Y ahora aparece la violencia vicaria, la mejor forma de castigar a la mujer; el marido decide quedarse con la custodia de la hija denunciándola en los tribunales. Aunque ella alega malos tratos, como no tiene pruebas, se le concede la custodia al marido.
Alex mientras tanto, va mejorando su situación y la de su hija, encuentra una buena casa de alquiler, una buena guardería y un antiguo amigo que quiere ayudarla. Pronto sucede la catástrofe, en su deseo por agradar, por tener contento a todo su entorno , por no saber poner límites y por no saber decir que no ni a su madre ni a su marido, su vida vuelve a derrumbarse, entre todos se la destrozan hasta el punto de hundirla psicológicamente. Esta vez se ve sin opciones. El círculo en el que vive no le da respiro. Vuelve con su marido y se encierra de nuevo pensando que el la va a salvar, que el la va a mantener, que todo va a ir bien.
En esta etapa, las humillaciones, los abusos y el control del marido, se agudizan hasta un punto casi de no retorno. Todo esto sin ayuda, y con el consentimiento de su padre que, como ya he dicho, es tan amigo de su yerno que casi vive en la casa para ayudarlos.
Alex intenta ayudar a su madre, le pide que se vaya con ella, que salga de su mundo fantástico y reconozca que es una enferma, pero esto la lleva a un enfrentamiento brutal. Lo va a perder todo otra vez. Su madre se queda con su nuevo amante abusador. Su padre se niega a declarar a su favor contando los abusos que vivió delante de sus ojos por solidaridad masculino- alcoholica. Y entonces ¡ oh sorpresa! Su magnánimo marido, que en el fondo no es malo, solo alcoholico, le entrega la custodia de la niña y ella vuelve a agradecérselo con lágrimas en los ojos. Y se va. ¡ Por fin!
En toda la serie solo he visto una lectura de género en el discurso de la abogada que ayuda a Alex y que aparece muy poco. No se habla en ningún momento de violencia de género pero si se habla de abusos familiares y violencia doméstica!!! Que antigüedad!
TRABAJO EMOCIONAL
El hilo argumental de la asistenta habria que entenderlo desde lo que significa el “ trabajo emocional”, trabajo extra con el que cargamos las mujeres y que se define como todos los cuidados que llevamos a cuestas en nuestras relaciones en nombre del amor. Iría Marañon, la autora de ‘Libérate de la carga mental” lo define como un trabajo invisible, no pagado, que se nos atribuye a las mujeres por el hecho de serlo y que consiste en una gestión física, emocional y psicológica constante para coordinar todo tipo de tareas. Es decir, preocuparse de cómo hacer sentir bien a todo el mundo. Es el triunfo del patriarcado: no hace falta que nos digan nada, ya lo hacemos nosotras solas.
Dice Iría Marañon: “A las mujeres nos educan y construyen desde niñas para servir emocionalmente a los varones, en la capacidad para dar felicidad y cuidado a otras personas, especialmente a nuestras parejas. Los mensajes que nos lanzan son que incluso hay que sufrir, sacrificarse o renunciar. Ellos son educados en lo contrario, son socializados para ser emocionalmente inaccesibles». Marañón habla incluso de «servilismo emocional» hacia las parejas hombres y de lo perverso que es ese mito de la complementariedad entre los sexos que, sin embargo, perpetúa estos esquemas dañinos para todos.
EL GÉNERO NOS CONSTRUYE
Es todo un sistema el que nos hace cargar con una mochila de obligaciones, emociones, responsabilidades, cuidados y afectos que nos deja muy poco margen de actuación.
Viendo la serie hay momentos en los que una se siente indignada ante la pasividad, la forma de actuar y la sumisión que muestran la protagonista y las demás mujeres que la rodean. Pero si volvemos a verla y esta vez con el telón de fondo de lo que es el trabajo emocional, no solo la entenderemos mejor sino que nos indignaremos con mucha más razón porque nadie nos ha educado para soltar el lastre de tener que ser superwoman aún a costa de nuestra vida.
Sobre el machismo que transmite, quizás sin quererlo, no tengo más que decir. Ya me contaréis. Solo recomendaros el libro de Rebecca Traister, «Buenas y enfadadas. El poder revolucionario de la ira de las mujeres». y «Libérate de la carga mental», de Iría Marañon.
María la Portuguesa es experta en género y profesora jubilada de Historia y Geografía