Por Sara Ramos.
En la Bienal de Sevilla 2022 ha sido la primera vez que se han reunido mujeres que hacen o han hecho crítica, información,comunicación o investigación del flamenco en Barcelona, Madrid, Murcia, Extremadura, Sevilla, Jerez,Málaga y Cádiz. Un encuentro necesario y único como demostraban las caras y los ojos emocionado de las participantes abrazándose para celebrar verse, por primera vez, todas juntas.
Han hablado de flamenco, por supuesto, pero también de sus comienzos en un territorio periodístico dominado por los hombres donde no ha sido fácil entrar. En principio, la llegada de las mujeres a la crítica flamenca generó simpatía, pero pronto esa actitud masculina, receptiva y algo paternalista,cambió en cuanto ellas empezaron a hacer oir sus voces y mostrar sus criterios y conocimientos. ¿Pero tu qué te crees niña, tu entiendes de esto?… este fue uno de los comentarios que mas escucharon en sus inicios y aunque dicen que no era una actitud generalizada, si era mayoritaria.
Hay muchas diferencias
En estas jornadas, las ponentes también han resaltado que la crítica flamenca escrita por mujeres es más enriquecedora e inclusiva que la que tradicionalmente han ejercido los hombres. La mayoría de las mujeres que se dedican a la crítica lo hacen, en líneas generales, con una formación escénica más amplia y transversal que ellos como demuestran sus artículos opinando sobre el baile flamenco donde las bailaoras han sido mayoría desde la última década del siglo XX.
Otro de los aspectos que las diferencia de sus compañeros es la actitud. Tradicionalmente, aseguran ellas, la crítica flamenca ha reflejado los aspectos más negativos del patriarcado que mostraba en algunos momentos sus formas más machistas. Varias de las participantes coincidieron incluso en resaltar cómo los hombres ocupaban el espacio físico con esas actitudes machistas para dejar claro quien tenía el poder, como si fueran el gallo en el gallinero…
Ellas son mayoría
El diálogo entre las distintas generaciones de mujeres (entre los 30 y 70 años) que han acudido a esta cita pionera ha sido emocionante y enriquecedor. A pesar de las distintas vivencias y puntos de vista, todas han coincidido en señalar que hasta su llegada, las reglas imperantes en el mundo de la crítica flamenca han sido las del patriarcado. Una situación que ha cambiado notablemente porque como ocurre en otros muchos terrenos laborales, actualmente las mujeres son mayoría.
El cambio en imágenes
El cartel de la Bienal de Sevilla 2022 es una invitación clara y directa a debatir sobre la evolución del flamenco en el siglo XXI y el relevo que se está produciendo actualmente. Y lo hace con una imagen muy significativa, la fotografía de la sevillama Antonia Moreno que reinterpreta una mítica instantánea de Colita que se expone en el museo Reina Sofía
.En blanco y negro, la fotografía que Colita hizo en 1969 para ilustrar el libro «Luces y sombras del flamenco» de José manuel Caballero Bonald, retrata a Antonio Mairena, Pepe Pinto, Chocolate y Tomás Torres, representantes de una época dorada del flamenco dominada por el cante y los hombres. Antonia Moreno recrea esa imagen añadiéndole color y bailaoras: Manuela Carrasco, Eva Yerbabuena, Patricia Guerrero y María Moreno, protagonistas del poderío que tanto el baile como la mujer tienen en el flamenco actual.
De esta original manera, la Bienal flamenca de 2022 reconoce el trabajo de las mujeres que, en los ultimos años , ha impuesto una verdad incuestionable: que el baile femenino se ha convertido en uno de los mejores carteles internacionales de un arte declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad y que las bailaoras son un sostén fundamental del entramado laboral del que cada vez viven más artistas.
Ellas han tomado el relevo de los cantaores y han creado compañías propias con las que han recorrido el mundo convirtiéndose en el siglo XXI en lo que ellos fueron en la segunda mitad del siglo XX.
Lo mismo ha pasado en el mundo de la crítica flamenca, tradicionalmente reservado casi
exclusivamente a los hombres… A finales de los 80 las mujeres asomaron tímidamente para, cuarenta años después, cambiar completamente el panorama. No las pierdan de vista porque han llegado para quedarse.