
¿ARTÍCULOS DE LUJO O DE PRIMERA NECESIDAD?
.-«Es fundamental replantear los sistemas impositivos bajo una perspectiva de género, así como introducir la educación menstrual desde los primeros años de aprendizaje«.
.-«Los productos relacionados con la menstruación en muchos países siguen siendo gravados con impuestos como si fueran bienes de lujo, cuando en realidad son artículos de primera necesidad parea las mujeres».
.-«En España, el debate sobre el IVA aplicado a los productos menstruales ha estado presente durante años. Aunque en 2021 se logró una reducción del 10% al 4%, la medida sigue siendo insuficiente.»
Por Natalia Marín García

Los impuestos son una herramienta fundamental para la financiación de los servicios públicos y el funcionamiento de un país. Sin embargo, cuando el sistema impositivo no se estructura de manera justa, puede contribuir a perpetuar desigualdades económicas y sociales. Uno de los ejemplos más evidentes es el tratamiento fiscal de los productos relacionados con la menstruación, que en muchos países siguen siendo gravados con impuestos como si fueran bienes de lujo, cuando en realidad son artículos de primera necesidad parea las mujeres. Esta situación, además de ser un reflejo de la desigualdad estructural, tiene consecuencias directas en la vida diaria de las mujeres, especialmente en aquellas con menos recursos.

Estos impuestos son una manifestación de la desigualdad estructural dentro de los sistemas tributarios, puesto que se imponen cargas impositivas diferenciadas en función del género. La brecha se lleva a cabo a través del Impuesto al Valor Agregado (IVA) aplicado a compresas, tampones o copas menstruales. En muchas legislaciones, los bienes considerados de primera necesidad, como los alimentos y medicamentos, gozan de una tasa impositiva reducida o incluso nula, debido a su carácter esencial para el bienestar de la población. Sin embargo, los productos de gestión menstrual, que son indispensables para la mayor parte de la sociedad, no siempre reciben este mismo tratamiento fiscal. Esto implica que las mujeres deban asumir un gasto adicional, simplemente por una necesidad biológica inevitable, lo que constituye una forma de discriminación económica basada en el género.
En España, el debate sobre el IVA aplicado a los productos menstruales ha estado presente durante años. Aunque en 2021 se logró una reducción en el tipo impositivo del IVA sobre estos productos, pasando del 10% al 4%, la medida sigue siendo insuficiente si se considera que estos artículos son de primera necesidad. En este contexto, España se une a una tendencia mundial en la que varios países han comenzado a reconocer la necesidad de eliminar el IVA de los productos menstruales. No obstante, aún queda un largo camino para alcanzar el acceso equitativo.

El sistema impositivo que poseen estos artículos no sólo refleja una cuestión económica, sino también una problemática de género relacionada con el acceso a la salud. En muchas partes del mundo, estos productos son inalcanzables, lo cual puede significar ausentarse en la escuela o en el trabajo, perpetuando el ciclo de desigualdad. Además, existe una gran proporción de mujeres que no pueden costearse los productos adecuados y recurren a soluciones insalubres, lo cual puede provocar infecciones y otros problemas de salud.
La discriminación fiscal sobre estos productos tiene un sobrecosto acumulativo, e impacta de manera directa en la vida de las mujeres.
En un mundo donde la brecha salarial de género sigue siendo una realidad, cualquier gasto adicional refuerza la desigualdad económica.
Así, las mujeres terminan pagando más por productos básicos, al mismo tiempo que enfrentan mayores dificultades para acceder a empleos bien remunerados.

A esto se suma que muchas personas aún desconocen las opciones más sostenibles para gestionar el ciclo, como la copa menstrual o las bragas menstruales. Este desconocimiento es fruto de una falta de educación menstrual en escuelas y espacios públicos. La mayoría de las jóvenes crecen creyendo que las únicas opciones disponibles son las compresas y los tampones, cuando existen alternativas más ecológicas, económicas y cómodas. Por un lado, la copa menstrual puede durar hasta diez años y reduce significativamente los desechos. Por otro lado, las bragas menstruales ofrecen una opción reutilizable y cómoda, aunque muchas personas no saben de su existencia o las conciben como un producto inaccesible. Este desconocimiento refuerza la problemática, puesto que quienes no pueden acceder a ellos terminan dependiendo de productos desechables, más caros a largo plazo y menos sostenibles.
Es fundamental replantear los sistemas impositivos bajo una perspectiva de género, así como introducir la educación menstrual desde los primeros años de aprendizaje. La eliminación del IVA en productos de gestión menstrual es una medida que ya se ha implementado en varios países, reconociendo que estos artículos son esenciales, y no deberían estar sujetos a impuestos adicionales. La menstruación no es una elección, y los productos necesarios para su manejo no deberían ser tratados como bienes de lujo. Por ello, corregir estas distinciones es un paso necesario para construir sociedades donde todas las personas puedan acceder a artículos de primera necesidad, sin sufrir desigualdades de género.
Natalia Marín García es licenciada en Sociología y cursa Máster de Género en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.