Ante la ola de violencia contra las mujeres que estamos sufriendo desde que empezó el año 2021 son muchas las voces que se levantan exigiendo parar de una vez esta masacre machista que ya ha acabado
con la vida de 21 mujeres y de dos de sus hijos/as y de 1099 mujeres desde el 1 de enero de 2003. Una de estas voces comprometidas con el fin de este terror es la de Inés Bonilla:
Espero que la película que nos recomienda Carmen Jiménez Lirola, «Sólo una vez», escrita por Marta Buchana, y dirigida por Guillermo Ríos, sea todo un éxito de taquilla, porque significaría un alto interés de la sociedad por un fenómeno del que no puede librarse, aunque ya ha puesto medios de índole muy variada: El feminicidio causado por el machismo.
Resulta más que insoportable la impotencia de ver, cómo se repite una y otra vez el mismo esquema del proceso que culmina con el asesinato de una mujer a manos de su pareja o expareja. Da la sensación de que no acertamos con los recursos que ponemos en manos de la víctima, su entorno, y la sociedad en general, así que debemos reconocer que o son insuficientes, o son ineficaces.
Insuficiente, desde luego, es la educación que se imparte a niños y niñas. Desde el hogar el colegio y la sociedad estos reciben impactos de comportamientos que refuerzan la conducta machista. El no reparto de las tareas del hogar, la escasa asunción de responsabilidades por parte de las mujeres en empresas y centros educativos, el continuo bombardeo con slogans publicitarios machistas, o las letras de las popularísimas canciones de reggaeton, son un ejemplo de lo que no deberíamos transmitir.
Las consecuencias de todos estos mensajes y comportamientos no pueden frenarse con charlas o talleres, porque de pequeños aprendemos mucho más con los ejemplos que percibimos y que nos rodean, en el centro educativo, en el hogar, y en la sociedad. Muchas veces esa educación insuficiente es también la culpable de que las víctimas no se identifiquen como tales, al menos en un principio, y no recurran en busca de ayuda en los orígenes, qué es cuando el problema tendría mejor pronóstico.
Ineficaces son los medios que se utilizan para proteger a las víctimas, ya que sus agresores poseen una determinación patológica e infinita, para la consecución de su única finalidad, que no es otra que el sometimiento de la mujer. Esa determinación desmesurada hace que puedan saltarse cualquier medida de protección si así lo estiman oportuno. Como además, el machista, persigue causar tanto daño directo, como en el entorno de la víctima, en el que destacan sobre todo los hijos de esta, se hace mucho más difícil la protección.
El asesinato machista es un problema ineludible, además de complejo y difícil de resolver, para el que incluso el endurecimiento de las penas se demuestra bastante ineficaz, sino inútil, ya que a veces, es el mismo agresor el que se impone la pena máxima, y se suicida.
Así demuestra un absoluto desprecio por su propio destino, una vez que ha conseguido su único objetivo: no permitir a la mujer salir de su dominio.
Pero hay algo que podríamos hacer, y que se demuestra lo más eficaz para resolver todo tipo de problemas: ¡tratar el origen! No queda otra: en aras de conseguir reducir los asesinatos de mujeres a manos de sus parejas y exparejas, deberíamos eliminar su causa original: el machismo.
Inés Bonilla (24/6/2021)