Por Cristina Martínez Martín
Escuchamos en las noticias los avatares sobre la cumbre del clima y nos quedamos como si ni nos fuese ni nos viniese el tema… Más que preocuparnos por qué China, Rusia y la India, los mayores contaminadores del planeta en la actualidad, no han acudido a la cumbre de Glasgow, nos fijamos en el anecdotario.
Greta Thumberg ha crecido y ya se la escucha menos… Bolsonaro tiene una cara que se la pisa cuando firma esos acuerdos a diez años. Green Peace asegura que seguirá desforestando la Amazonia… Biden trata de rescatar todo lo que Trump tiró al agua….
Y nada más. No queremos enterarnos de nada más porque nos sentimos impotentes. Si los grandes lideres del planeta no consiguen bajar el nivel de metano y de CO2, ¿qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos de a pie?
Además, hay quienes sostienen que, hagamos lo que hagamos, el planeta por sí mismo camina hacia su destrucción…Preferimos no mirar las catástrofes medioambientales: inundaciones, incendios, muertes por contaminación, muertes por olas de calor, millones de refugiados, etc,, que asolan nuestra planeta.
Mientras que ninguna de esas plagas nos afecte directamente, no nos importan. Si acaso, sentimos compasión por los que las están padeciendo y punto. Por ejemplo, por los que lo han perdido todo por culpa del volcán de la Palma o por los que no llegan en las pateras porque se han ahogado en el mar… Y cuando nos dicen que hasta el coronavirus es consecuencia de la destrucción de nuestro medio vital, optamos por no creerlos, y nos centrarnos en los problemas cotidianos, en el fútbol, en lo mal que lo están haciendo los políticos, en la subida de la luz, y en el drama de Rociito…
La consecuencia de ese comportamiento es que participamos, aun sin querer, en una loca carrera a ninguna parte…El planeta es nuestro hábitat, y de momento, no conocemos otro. Si el planeta colapsa, todo lo demás no importa, porque todos pereceremos con él, y desapareceremos como los dinosaurios…
¿Qué hemos hecho mal para llegar a esto?Consumir muy por encima de nuestras necesidades. Contaminar ríos, mares y tierras con venenos y plásticos. Destruir a los polinizadores naturales con pesticidas. Desforestar nuestros bosques, pulmones de nuestro mundo. Y mirar para otro lado…
Aunque los grandes lideres del mundo siguen siendo hombres, salvo nuestra querida Merkel y dos mujeres más, las mujeres estamos accediendo a puestos de poder y responsabilidad, y la situación que enfrentamos es urgente y prioritaria.
En cuanto a las demás. No podemos hacer nada, me dicen.
Eso no es cierto. Cada una de nosotras puede para empezar tomar conciencia del problema y, al hacerlo, ya no necesito decir nada más. Estoy segura de que actuará en consecuencia.
No lo olvidemos. Las mujeres somos el 50% de la población y podemos y debemos darle un vuelco a esta dramática situación. Claro está, si queremos que nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, y a su vez sus hijos, puedan seguir viviendo en la tierra.
Cristina Martínez Martín es escritora