EL LENGUAJE INCLUSIVO Y LA VISCERALIDAD DEL MACHISMO
Por Inés Bonilla
El lenguaje inclusivo, ese que reivindicamos las mujeres para que, como integrantes del género femenino se nos nos visualice a la hora de interpretarnos y reflejarnos a través de la comunicación hablada o escrita, suele siempre levantar polémica o, en el mejor de los casos, reticencias. Unas reticencias en su mayoría debidas al razonamiento patriarcal que no lo ve necesario porque lleva siglos utilizando primordialmente el masculino y, hasta ahora, le ha funcionado bien. Aquí traemos un ejemplo de ese razonamiento machista resumido en un vídeo que me envía amablemente un amigo y que utiliza alegóricamente El Quijote para expresar su desacuerdo con nuestra reivindicación de un lenguaje más igualitario:
Y ESTO ES LO PRIMERO QUE SE ME OCURRIÓ RESPONDERLE:
También es cierto mi señor, que el lenguaje no está muerto, y si se llegan acuerdos… se pueden cambiar los usos.
Y no es menos cierto también, que en las cosas de la lengua, la norma no dicta el uso, y es el uso el que doblega la norma de los discursos.
Siempre existen motivos para mover el lenguaje, y uno de los más notables, vive Dios ¡es la igualdad!
No hay que inventar vocablos, ni pájara para pájaro, pero si existe la loba porque se le ha de evitar?
No hay que forzar golondrino, ni garzo, ni lavandero, pero si existe la osa, la coneja y la tigresa, pues démosles su renglones ¡en aras de la igualdad!
¡Que bien merecido lo tienen y a nadie ha de enfadar, pues su uso se hizo regla, y las reglas se han de usar!