NO LO DISFRACE DE AMISTAD
Por Inés Bonilla
Sr. Rubiales:
Tengo que decirle que usted ha cometido un delito. Más allá de las circunstancias que rodean al hecho, usted ha forzado a una persona a realizar un acto de índole sexual sin su consentimiento. Y lo ha agravado, al ser usted un superior. Y lo ha magnificado, al hacerlo en un escaparate internacional. Y lo ha emponzoñado, al hacerlo durante la celebración de una gesta de conquista de igualdad, realizada por todo un equipo de mujeres, durante muchos años. Y lo ha hecho con un gesto machista, de supremacía masculina y de falta de respeto, precisamente, a una de las homenajeadas, a una de las heroínas de ese momento.
Legalmente, frente a un delito sólo cabría su castigo por la falta cometida, pero sería necesaria una denuncia. Y alguien tiene que formalizarla ya. Y como, por suerte en este caso, todos hemos sido testigos, que no tenga que ser la ofendida quien precisamente ha pedido en un comunicado que se apliquen medidas ejemplares por parte de la Federación. Que sea la sociedad entera la que denuncie con su opinión, y que la fiscalía recoja ese sentir y le dé forma legal.
Pero más allá de la cuestión legal existe la cuestión social. Somos muchas las personas, hombres y mujeres que nos hemos sentido violentadas por el gesto, y esperamos una respuesta, tanto personal del ofensor, con su dimisión; como de la institución a la que representa, la Real Federación Española de Fútbol, que puede, desligarse de la actuación y sancionarla, con la destitución; o hacer caso omiso de la falta, no destituyéndolo, y dando apoyo a su actuación con todo lo que eso conlleva. El Consejo Superior de Deportes ya ha anunciado su intervención en caso de que la Federación no actúe. Estaremos expectantes.
Es duro pensar que la enseñanza de lucha y superación tejida durante tanto tiempo por el equipo de mujeres de la selección española de fútbol femenina, que han de asimilar las nuevas generaciones, se ha visto deslucida por una acción puntual tan rancia, viejuna y sin respeto como es forzar un beso en la boca de alguien sin su consentimiento.
Tenemos que tener en cuenta, que las y los jóvenes han seguido la gesta con un entusiasmo superlativo, y una emoción desmedida, tal y como les corresponde. Y desde luego van a tomar nota de todo lo ocurrido. Por supuesto tomarán nota del gran logro de ese grupo de mujeres que se han convertido en heroínas si tenemos en cuenta todas las adversidades que han superado con gran esfuerzo y sacrificio personal. Pero también tomarán nota de la reacción de la sociedad y de las instituciones cuando se produce una falta de respeto -legalmente agresión sexual- contra una de ellas, en público y por parte de un superior, sean cuales sean las condiciones en las que se da.
He de añadir, Sr. Rubiales que, según las definiciones de la RAE, usted no puede «pedir» disculpas, sólo «darlas». Dárselas no solo a la ofendida directa, sino a todos y todas las ofendidas que lo presenciamos en vivo. Lo único que usted puede pedir es «perdón», a todos y todas por su actuación fuera de lugar. Pero eso no es lo que ha hecho con sus famosos vídeos, sino muy al contrario, «justificar» su modo de proceder que, ya le digo, es injustificable.
Nunca, nunca, nunca una «buena relación de amistad» entre personas permite forzar un beso en los labios, más bien lo impide, pues la base de una «buena relación de amistad» siempre es el respeto y la consideración, lo que usted precisamente se ha saltado.
Así que olvídese de definir lo que hizo como «un pico entre amigos» y tenga vergüenza y dimita… ¡que ya va tarde!
Inés Bonilla es bióloga.