«RETIRO QUE LA HE LLAMADO BRUJA»
LA BRONCA.
Mujeres del Sur. Podrá retirar todo lo que quiere el diputado de Vox, José Mª Sánchez García, pero lo cierto es que ha llamado bruja a la diputada socialista, Laura Verja. La bronca se formó el lunes 21, en el Congreso. El presidente tuvo que suspender la sesión durante diez minutos y pedir personalmente al diputado de Vox, venido arriba y con pretensión encima de sacar pecho, que retirarse su insulto a la diputada socialista. La sesión se pudo reanudar y se aprobó una iniciativa para penalizar a las personas que acosan a mujeres que se dirigen a clínicas abortivas.
Se trata de una proposición de ley del PSOE para reformar el Código Penal, añadiéndole un nuevo artículo que penalice con prisión de tres meses a un año o de trabajos en beneficio de la comunidad a quienes «hostiguen o coarten la libertad de una mujer que pretenda ejercer su derecho a la interrupción voluntaria del embarazo».
Según el PSOE, son las asociaciones «provida» las que promueven las concentraciones ante los centros abortivos, a los que acuden anualmente unas 800 mujeres y se habrían producido más de un centenar de casos de acoso hacia las mismas. También la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI) ha denunciado que estos actos suponen una coacción para las embarazadas y que muchas de ellas son «increpadas, insultadas o incluso amenazadas» y por ello ha pedido al gobierno que considere estas actuaciones como «delito de obstaculización al derecho al aborto».
La organización Derecho a Vivir, que ha organizado una protesta ante el Congreso, asegura que pretenden «criminalizar» a sus voluntarios por acercarse a las mujeres para rezar o hablar con ellas y ofrecerles ayuda en su embarazo: «¡Es increíble… dicen. A los provida nos quieren meter en la cárcel!».
¡¡¡ VAYA POR LAS BRUJAS!!!
Ayer tuve que recurrir al almanaque para asegurarme de que estábamos en el siglo XXI y no en la edad media. Escuché un insulto más propio de eras arcaicas, con olor a viejuno, e inaplicable a contextos actuales. Y lo peor es que fue utilizado por un diputado, un representante de parte de la sociedad que lo votó. Fue en el contexto de un debate sobre un derecho de las mujeres, el derecho al aborto sin presiones y sin represalias a las puertas de las clínicas, como viene ocurriendo, y a lo que hay que poner fin.
Igual que «las balas no son peligrosas, sino la velocidad que llevan», en este caso no es peligroso el término, sino la carga de significado machista con el que fue lanzado.
Históricamente la mujer ha estado reprimida, alienada, y ninguneada, y lo que de ella se esperaba es que asumiera ese papel otorgado por las sociedades y gobiernos machistas, muchas veces en aras de su protección y preservación, como si fueran objetos delicados, incapaces de asumir los riesgos derivados de sus actos y decisiones. Pero también históricamente, muchas mujeres se enfrentaron de diversas maneras a este sistema. Aquellas que usaron el conocimiento y el intelecto, o simplemente la argumentación fuera de los cánones, incluso si sólo practicaron formas de vida alternativas… fueron tachadas de «brujas». Lo malo es que entonces el calificativo no quedaba en el insulto, sino que se convertía en encargo contra ellas desembocando en juicios con torturas, maltratos, censura, expropiaciones, destierros, y en el peor de los casos…con su asesinato.
Muchas veces cuando veo mis inquietudes, y mi forma de ser y comportarme, pienso que yo cumpliría los criterios para estar en el grupo de «las brujas», y le digo a mi hijo que hubiera terminado en la hoguera, seguro… Así que he querido escribir estas palabras, no para arremeter contra ese señor que insultó, pues con colocarlo en la lista del «machista del mes» basta, además de que él sólo ha quedado completamente descalificado como persona. No, estas palabras son para rendir homenaje a tantas mujeres que sufrieron, y aún sufren en la actualidad, por el simple hecho de querer hacer su vida a su manera, tomando sus propias decisiones, y asumiendo sus consecuencias. !Va por ellas!
Inés Bonilla es bióloga