
MUJERES ARTISTAS EN EL FORTH WORTH DE TEXAS
Por Macarena Carvajal

.- Por la parte de Dallas, allá en el Far West (Lejano Oeste) de los EEUU, el Museo de Arte Contemporáneo de Texas invita a un recorrido por las 3.000 obras que componen su fondo artístico, en una exposición permanente marcada por el arte de mujeres procedentes de todo el mundo.

El Distrito Cultural de la ciudad de Fort Worth, a pocos kms. de Dallas, se puede considerar una joya en el mismo centro de la ciudad. Es un espacio muy bien diseñado, rodeado de un bulevar arbolado que rebaja el calor a veces asfixiante de la zona. Pavimentado de forma muy espectacular, está salpicado de pequeños jardines a cuál más curioso y agradable. En una de sus avenidas existe un edificio espectacular: el Museo de Arte Moderno, diseñado por el arquitecto japonés Tadeo Ando e inaugurado en el año 2002.

El arquitecto utilizó como materiales hormigón, acero, aluminio, vidrio y granito para construir cinco pabellones en torno a un estanque sobre el que parecen flotar. La luz del cristal reflejada en el agua lo convierte en un espacio lleno de sensibilidad y fusión con la naturaleza. Las paredes de vidrio eliminan los limites, entrelazando las salas de exposición con los espacios exteriores de una manera limpia y dinámica.

Pero un museo cobra vida cuando las personas lo pasean, lo disfrutan y lo admiran y así es como este entorno se vuelve tan hermoso, al igual que las más de 3000 obras que se exponen en él.


A la entrada del museo, destaca una escultura en bronce de la artista keniata nacida en 1972, Wangechi Mutu: es su obra “La sentada III“. La escultura, situada frente a una de las paredes de cristal mirando hacia el exterior, se ofrece aislada, orgullosa y fuerte, transmitiendo a quien la observa todo el poder de su autora. Mutu vive y trabaja en Brooklyn, Nueva York, desde hace 20 años. En sus collages, esculturas y performances utiliza imágenes femeninas estereotipadas e idealizadas, las reestructura y las recrea desafiando los pilares misóginos occidentales, dotándolas de tensión, equilibrio y sentimientos. “Mi creación –dice la autora- es una forma de revitalizarme, de reelaborar la narrativa femenina que nunca me representó ni a mí ni a las mujeres de las que nací “.


En uno de los pasillos que también se enfoca hacia el estanque, aparece una obra curiosa e impactante de la autora Jenny Holzer. Se titula “Kindof Blue” y trata de 9 textos en LEDS, hechos con diodos azules que recorren el espacio iluminándolo. Esta artista estadounidense es famosa por utilizar en sus obras textos provocadores, situándolos en espacios como vallas publicitarias o letreros LEDS. Con ellos trata de crear una enorme tensión emocional al enfrentarnos con temas muy actuales: el poder, la injusticia o la violencia. Su perspectiva feminista inspira la lucha por los derechos humanos. Muchas de sus frases han sido impresas en camisetas, fachadas de edificios o incluso en las paredes de las casas del Soho neoyorkino. Holzer ha hecho de la escritura un arte visual utilizando las mayúsculas en sus obras para “mostrar cierto sentido de urgencia y de fuerza”.

En una de las salas más luminosas y relajantes del Museo se encuentra una de las principales obras de la artista estadounidense Joan Mitchell, nacida en 1929. Se trata de su cuadro “Sin Título” fechado en 1961. Esta artista desarrolló gran parte de su carrera en Francia, donde falleció en 1992. Encuadrada en el expresionismo abstracto, fue una de las pocas creadoras femeninas que obtuvo reconocimiento y buenas críticas en los medios artísticos, aunque ella misma reconoció que, por ser mujer, sus compañeros jamás la vieron como una amenaza ni como una competidora. Durante los años sesenta y setenta realizó gran cantidad de exposiciones en importantes museos, siendo reconocida como una de las mejores pintoras de mediados del siglo XX.

Fue la primera artista estadounidense en tener una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de París. El paso de los años y sus experiencias vitales, superadas a veces con enorme esfuerzo y dolor, hicieron evolucionar su estilo. Pero nunca abandonó el campo de lo abstracto ni la enorme intensidad emocional que transmiten sus cuadros. Toda su obra está muy influenciada por sus sentimientos, a veces contradictorios: luz y oscuridad, caos y cuadrícula, pinceladas violentas o gestuales. Sus pinturas son “organismos que giran en el espacio”. Antes de morir de cáncer dijo que con ellas quería “transmitir la sensación de un girasol moribundo”. Su legado consistió en una Fundación para los artistas que proporciona recursos gratuitos y tiempo y espacio para sus procesos creativos.

Ana Mendieta nació en Cuba en 1948. Escultora y pintora, es famosa por sus performances en el marco del “Land Art”o arte ambiental. Esta corriente artística está estrechamente ligada a la naturaleza con el objetivo de producir emociones plásticas en el espectador, que se enfrenta unas veces a una naturaleza agreste, seca y salvaje y otras a un paisaje ideal, perfecto y grandioso. Son obras efímeras, realizadas al aire libre, por ello se utiliza la fotografía o los bocetos para conseguir que el espectador reconstruya mentalmentelo que quiere mostrar el artista.
En su serie más importante llamada “Silueta”, Mendieta llega a cubrir su cuerpo con materiales orgánicos para luego documentar las siluetas resultantes. En el Museo de Arte Moderno puede verse una de estas fotografías donde se recoge la performance realizada en el paisaje. Confunde, parece la excavación de una tumba donde la tierra toma la forma de un ser muerto. En blanco y negro, su visión no deja indiferente a nadie.

La artista vivió desde los 12 a los 36 años en EEUU y fue muy reconocida en el entorno de la crítica de arte feminista. Sus obras evocan, además, las tradiciones populares, incluso utilizando a veces la sangre como un poderoso elemento de la sexualidad femenina y el horror ante la violencia sexual masculina. Mendieta hace una brutal crítica a la violación en una de sus performances; se untó con sangre y se ató a una mesa abriendo las puertas de su casa a quienes quisieran verla para expresar su postura ante las violaciones y asesinatos de mujeres. Murió muy joven con apenas 36 años. Su marido, acusado de su asesinato, fue absuelto por falta de pruebas.


Otra pintora de interesante trayectoria es Judith Godwin, estadounidense nacida en 1930. Su obra se asocia también al expresionismo abstracto empleando al principio de su carrera un estilo agresivo para defenderse de las críticas destructivas que recibió por su condición de mujer. Eran los años cincuenta, en Richmond, Virginia. Su creatividad combina el color, que da forma a sus ideas y la intuición, que la llevan a desarrollar en el lienzo la danza, la naturaleza y el paisaje, todo ello con pinceladas sueltas y brillantes. Las tonalidades llamativas, el movimiento, el dinamismo, la danza moderna, la jardinería e incluso el budismo Zen, pueden considerarse los pilares de su obra. En unas declaraciones de 1978 Godwin se expresa así: «El acto de pintar es para mí, como mujer, un acto de libertad y una comprensión de que las imágenes generadas por la experiencia femenina pueden ser una expresión poderosa y creativa para la humanidad”.
En el Museo de Forth Worth se puede admirar una de sus obras del año 1957 titulada Nº 9. Si tienen ocasión de pasar por allí no se pierdan este interesante museo.
Macarena Carvajal es profesora jubilada de Historia y Geografía y traductora de ruso.
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