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«LA DIVERSIDAD NO ES UN PROBLEMA SINO UNA OPORTUNIDAD»
La llegada de Faouzia Chati Badou a Catalunya no obedeció a las razones habituales que suelen acompañar a las mujeres emigrantes procedentes del Magreb. El motivo fue una visita programada a la prestigiosa clínica oftalmológica Barraquer de Barcelona. De eso hace ya muchos años. Hoy es una popular activista del barrio del Raval y fundadora de la Asociación de Mujeres Marroquíes de Catalunya.
Por Sonia Potoy y J. Palomés
¿Cómo fue tu llegada a Barcelona?
Llegué de Marrakech en 1989. Tenía una enfermedad oftalmológica y vine a tratarme a una clínica de Barcelona. Aquí conocí a mi marido y, finalmente, me quedé. Desde entonces he trabajado con la Cruz Roja y como mediadora intercultural en el ámbito socio sanitario en el Hospital de Sant Pau, en el Clínic y en la Maternidad. Poco a poco me fui involucrando como activista y en temas de apoyo a las mujeres marroquíes y musulmanas de la ciudad. En 2016 decidí fundar la Asociación de Mujeres Marroquíes de Catalunya.
¿Qué te llevó a crear la asociación?
Hay más de 230.000 marroquíes en Catalunya de las que más de 100.000 son mujeres y vi que no existía en Barcelona una entidad que se dedicara exclusivamente a mujeres musulmanas. Así, la Asociación de Mujeres Marroquíes fue creada para apoyar a las mujeres marroquíes, y no sólo marroquíes, en Barcelona, ayudarlas y ofrecerles herramientas para desarrollarse. Organizamos talleres, charlas y reuniones donde hablamos de derechos e igualdad y asesoramos sobre temas prácticos para el día a día. El objetivo principal es dar apoyo a las mujeres marroquíes en su integración y desarrollo en la sociedad catalana y ofrecerles un espacio seguro donde se sientan comprendidas y escuchadas. También trabajamos para sensibilizar a la sociedad sobre la cultura marroquí y el islam, promoviendo el respeto y la convivencia.
¿Qué tipo de actividades se organizan en la asociación?
De entrada, se trata de romper el círculo cerrado en el que se encuentran muchas mujeres: llevar los niños al colegio, ir al mercado a comprar y el regreso a casa donde se encierran. La falta de comunicación es un grave problema. Por eso organizamos cursos de catalán, castellano y también árabe para las más jóvenes que se han criado aquí. Organizamos talleres de formación de derechos laborales y fomentamos el acceso a recursos básicos como la salud y la educación. Semanalmente, organizamos encuentros y charlas donde las mujeres pueden compartir experiencias y recibir apoyo mutuo. Además, también hacemos talleres de cocina y yoga, que tienen mucha demanda. Organizamos excursiones culturales que son muy bien acogidas. El pasado mes de julio visitamos con un guía el Parque Güell y vinieron muchas mujeres.
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¿Qué esperan encontrar las mujeres que acuden a la asociación?
Buscan apoyo y un lugar donde puedan ser escuchadas. Eso en primer lugar. Esperan encontrar ayuda para enfrentar las dificultades que encuentran en su vida diaria. Hay mucha diversidad entre ellas, de distintas edades, niveles de estudios y experiencias. Actualmente, tenemos más de 200 asociadas de diferentes países: de Marruecos, principalmente, pero también de Senegal, Paquistán, Argelia, Egipto, Bangladesh, Siria y también mujeres españolas.
Muchas mujeres que acuden a la asociación tienen habilidades en la cocina y muchas de ellas buscan trabajo en la hostelería. Por eso los cursos de cocina occidental que organizamos son tan importantes. La gastronomía es la tarjeta de visita cultural de los pueblos y es fundamental. Y en nuestra asociación está muy presente. Por cierto, el mes pasado la Asociación de Mujeres Marroquíes de Catalunya organizó el I Concurso de Cuscús del Raval. Y en nuestra sede, cada año, organizamos la Laylatu Qadr, una de las noches más sagradas del Ramadán, donde servimos una cena comunitaria para 150 personas con ayuda de las voluntarias. Tampoco puede faltar la Fiesta del Cordero, l’Eid al-Adha…
¿Cómo abordáis el racismo latente que todavía existe en la sociedad?
Desde la asociación tratamos de combatir el racismo con actividades que promuevan la comprensión y el respeto. Hacemos talleres y campañas para cambiar ideas equivocadas sobre nuestra cultura y religión. También brindamos apoyo a las mujeres que han sufrido discriminación y les enseñamos cómo defender sus derechos. Es muy duro subir al metro y ver que la primera reacción instintiva de algunas pasajeras es cogerse el bolso con fuerza. O algunas miradas agresivas que percibes en la calle. Aquí hablamos sobre todo esto y les sugerimos cómo abordarlo.
Y eso, sin hablar de la discriminación laboral o el difícil acceso a la vivienda…
Las mujeres musulmanas enfrentan varias dificultades. A menudo encuentran prejuicios cuando buscan trabajo, especialmente si llevan hiyab. También tienen problemas para encontrar vivienda por estigmas sociales. Además, en algunos servicios, como la salud, a veces no reciben la comprensión que necesitan, lo que puede dificultar su acceso a una atención adecuada.
¿Qué rol juega la mujer musulmana en un entorno confesional y en un entorno secular?
En un entorno confesional, donde se comparte la misma religión y cultura, la mujer musulmana suele tener un rol activo en la vida de la comunidad. Participa en actividades religiosas y culturales que la conectan con su identidad y sus valores. Este entorno le da apoyo y un sentido de pertenencia y suele ser un espacio donde puede expresar su fe sin sentirse juzgada. En un entorno secular, como el que puede encontrarse en una ciudad diversa y laica como Barcelona, la mujer musulmana vive algunos retos diferentes. Aquí debe encontrar un equilibrio entre sus creencias y la cultura general, donde hay costumbres y valores distintos. En este entorno, muchas mujeres se esfuerzan por integrarse y participar plenamente en la sociedad, a la vez que mantienen su identidad y sus prácticas religiosas, como el uso del hiyab o la asistencia a la mezquita. Aunque este proceso puede requerir paciencia y superar ciertos prejuicios. Para las mujeres religiosas musulmanas no existe el debate sobre llevar o no el hiyab. Lo llevamos porque forma parte de nuestra esencia.
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Hace ya veinte años que se celebró en Barcelona el I Congreso de Feminismo Islámico, ¿Cómo percibiste este acontecimiento?, ¿Qué aporta este tipo de encuentros a la situación de la mujer musulmana?
El I Congreso de Feminismo Islámico en Barcelona fue un momento muy importante que permitió hablar de los derechos de las mujeres musulmanas desde una perspectiva islámica, rompiendo estereotipos. Estos encuentros son importantes para mostrar que las mujeres musulmanas también luchan por la igualdad y la justicia, integrando sus valores con los derechos humanos. Además, inspiran a muchas mujeres a vivir con independencia y dignidad y a buscar una autonomía necesaria para no depender del marido.
¿Qué retos se plantean hoy desde la asociación?
Uno de los mayores retos es crear puentes de comprensión con la sociedad para lograr una convivencia basada en el respeto. La diversidad no es un problema, sino una oportunidad para construir una ciudad más rica y solidaria. Estoy convencida de que si unimos nuestras voces podemos aportar mucho a este objetivo.
Entrevista compartida con el boletín «Visibilizando la diversidad»: Nº 1 (Diciembre 2024)
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