Por Laura Domínguez.
“El arte nos atrae solamente cuando revela en nosotros secretos”
Después de la polémica generada por el live-action* de la película La Sirenita y su reciente estreno en la gran pantalla, esta frase del cineasta Jean-Luc Godard parece adquirir un nuevo significado, mostrando que el arte no solo tiene la capacidad de aflorar nuestros propios enigmas, sino que también muestra de la manera más brillante la naturaleza que reina en la zona inhóspita del alma.
La controversia sobre la adaptación de Disney germina al desvelarse la identidad de la actriz que interpretaría a Ariel y, por tanto, que encarnaría el papel principal: Halle Bailey. Aquel acontecimiento desató toda clase de comentarios en las redes sociales, donde sus autores defendían sus posturas de forma tajante y cuyo contenido gozaba de un corte fácilmente identificable.
Quienes se mostraban en desacuerdo con la elección de la actriz, alegaban que su físico y, sobre todo, su color de piel se distanciaba demasiado del arquetipo utilizado en la versión animada o de la propia descripción que Hans Christian Andersen hacía sobre la protagonista en la obra original. También afirmaban que aquello se trataba de “inclusión forzada” y que incluso Disney pretendía utilizar a la actriz para limpiar su imagen y atraer a un público progresista.
Se trata de internautas que caen con frecuencia en un terreno que, lejos de ser esclarecedor y respetable, manchaba el argumento con la corrupta huella del racismo.
Creo que perdí la cuenta de todas las veces que leí que un número indefinido de niñas habían llorado de horror al descubrir que Ariel sería negra.
Desde luego, aquellos comentarios (si de verdad plasmaban la realidad) me provocaron un profundo desaliento. Debe ser terrible que la opinión de tu entorno logre alterar de esa forma tu percepción del mundo hasta tal punto que comiences a interiorizar ese rechazo desde tan temprana edad.
Por otro lado, se encontraban quienes defendían el cambio. y resaltaban la
importancia de la representación en el arte, de mostrar la diversidad que gobierna en nuestro mundo y, por tanto, de dar visibilidad.
A su vez, los propios países han emitido su juicio. Resulta vergonzoso ver el aspecto del cartel promocional de la película en China. En él podemos notar que el tono de piel de la protagonista no puede ser identificado, quedando “inocentemente” eclipsado por el color del océano. Algo bastante similar ocurrió en este país con el estreno de la séptima entrega de Star Wars, donde la imagen de John Boyega (intérprete de Finn, uno de los personajes principales) aparece de un tamaño menor y en un segundo plano.
Con respecto a la polémica, algo que ha llamado mi atención es la magnitud que ha adquirido en esta ocasión. Si hacemos algo de memoria, podremos recordar que el actor que interpretaba a Aquaman en la versión live-action de hace cinco años no era otro que Jason Momoa.
Desde luego, su aspecto se distancia bastante de la apariencia caucásica de la versión animada. Sin embargo, la controversia (si acaso la hubo) no alcanzó ni por asomo la dimensión de la provocada por la reciente película de Disney. Otro ejemplo lo encontramos en El príncipe de Persia. En este caso la situación es al revés, siendo un actor blanco y estadounidense el que se ponía en la piel de Dastan, el protagonista de la historia y cuyos rasgos físicos más comunes de Oriente Próximo nadie echó en falta. Con respecto a Will Smith encarnando el papel del Genio de Aladdín, la polémica se relacionó más con la suposición errónea de que el actor no llevaría la piel del azul característico del personaje que con su etnia.
Las tres son mujeres. Las tres son negras. Y las tres deben soportar que se pase por alto su trayectoria profesional, su talento y su trabajo en el rodaje.
¿Acaso pensamos que la libertad de expresión nos da carta blanca para caer en lacras como el racismo o la misoginia? ¿Cuánto tiempo más vamos a necesitar para aprender a defender nuestra postura con respeto?
Yo apuesto por la permanencia, que nos recuerda con dulzura cada raíz, cada inicio. Yo
apuesto por el continuo cambio, que nos avisa de que no somos inmutables y nos anima a
crear algo nuevo. Apuesto por el respeto, por la convivencia de diferentes opiniones, por la diversidad y, sobre todo, por lo humano.
Laura Domínguez es escritora y cursa Psicología.
*Live-action: anglicismo que define una forma de hacer películas usando actores y actrices reales, filmados dentro de animaciones 2D o digitales.