EL DERECHO A DECIDIR
Por Carmen Jiménez
Quien esto firma, y siempre lo reitera cada vez que aborda las críticas a sus propuestas, tiene un doble contencioso con Almodóvar como feminista y como animalista. A saber: por su insidioso tratamiento de la violación en algunos de sus filmes y por la apología taurina de otros.
Lo primero, a tenor de sus declaraciones y de su filmografía posterior, lo ha corregido. Sería deseable que hiciera otro tanto con lo segundo. Pese a ello, es norma de obligado cumplimiento para esta firmante acudir a sus estrenos.
Así lo ha hecho esta tarde en el Avenida, (Sevilla), con la sala casi llena en la primera sesión y con una proyección que se ha seguido en un respetuoso silencio incluídos los títulos de crédito finales. La historia, y su tratamiento, lo merecen.
Una historia sobre dos mujeres que fueron muy amigas, ambas trabajaron en el mismo medio, pero cuyos caminos se separaron. Una se convirtió en una escritora de éxito y la otra en reportera de guerra.
Una historia en la que el azar, por medio de otra amiga común, las reúne en Nueva York, cuando la primera firma en la icónica Rizzoli su último libro y es informada de que la segunda está ingresada en un hospital a causa de un cáncer agresivo. No duda en ir a visitarla y…
… A partir de ahí, el relato se abre otra dimensión en la que, dado que la enfermedad se ha hecho metastásica, su víctima decide terminar con todos los sufrimientos que la acechan, con la inevitable agonía y con su vida.
Pero para ello, necesita alguien que la acompañe desde esa habitación de al lado a la que alude el título. Alguien a quien no comprometerá en ese acto – lo tiene todo muy pensado para evitarle consecuencias penales – lamentablemente ilegal y con quien disfrutar en sus últimos días.
A partir de ahí, cada minuto juntas es un gozo y un sufrimiento compartidos en una casa de ensueño, otro personaje más, la llamada Casa Szoke, una hermosa construcción bioclimática firmada por María José Aranguren y José González Gallegos, que data de unos cinco años y que está situada en un San Lorenzo del Escorial que simula ser Woodstock.
Entre esos espacios, materiales y volúmenes, rodeados de árboles, naturaleza y zonas boscosas, se desarrolla y refuerza el vínculo entre dos mujeres dignas y valientes. Una extremadamente generosa y empática y la otra tan animosa y decidida a planificar, de la mejor manera posible, su propio final.
Y entre ambas, sus recuerdos, sus aventuras, sus batallas, la maternidad en solitario y sus amores, algunos coincidentes. Y entre ambas, el dolor, el miedo, la decadencia, el pathos físico y mental y la alerta ante una puerta cerrada… ya tendrán ocasión de comprobarlo.
Y entre ambas, la ternura, el afecto, el gozar cada instante siendo conscientes de lo que el mal – contra el que no se lucha, sino que se padece – corroe tanto física, como intelectual como sensorialmente.
Y entre ambas, y con terceros, una profundidad doliente y metafísica de la finitud individual y colectiva de una sociedad ultraliberal, con el peligroso auge del neofascismo, y de una especie llamada humana decidida a deteriorar el frágil equilibrio medioambiental.
Y entre ambas, las lágrimas, las risas, la frondosidad del paisaje, el pasado coincidente y divergente, las vivencias del presente y la planificación de un futuro que ya no será compartido.
Y entre ambas, de nuevo serán dos, aunque no las mismas, en un final abierto y, pese a todo, cargado de promesas. Y entre ambas…
La mirada de Almodóvar sobre este drama y sus protagonistas es tan intensa como contenida, tan poética como desgarrada, tan delicada como doliente, tan reivindicativa del derecho a morir con dignidad, y de otras causas, como sutil.
Sabe sortear con elegancia las disgresiones narrativas a las que es tan afecto, siendo al tiempo tan fiel a sí mismo y tan diferente. Mima, cuida y quiere a sus personajes, con quienes empatiza y a quienes hace vivir, sentir y despedirse ante nuestros ojos.
Producción española, pero rodada íntegramente en inglés por vez primera en su filmografía, fechada en el año en curso, de 106 minutos de metraje. Escrita, como es marca de la casa, por el propio realizador, adaptando la novela de Sigrid Nunez.
Su extraordinaria fotografía, junto a una puesta en escena muy refinada en el deslumbrante uso del color, marca también de la casa, se debe a Eduard Grau. Y su prodigiosa partitura al talento de Alberto Iglesias. Con unas inmensas, enormes, inolvidables y conmovedoras Tilda Swinton y Julianne Moore y con otras presencias que se agradecen como las de John Turturro y como las apariciones de Juan Diego Botto, Raúl Arévalo o Vicky Luengo.
Ganadora del León de Oro en Venecia, todos los reconocimientos le son debidos. Habrá ocasión de debatirla en la próxima sesión de nuestra tertulia de cine Luis Casal Pereyra que tendrá lugar el MIÉRCOLES, 6 DE NOVIEMBRE, A LAS 19.30, EN CASA DEL LIBRO VELÁZQUEZ.
VÉANLA CUANTO ANTES, ENTREN EN LA HABITACIÓN. No se la pierdan.
Crítica publicada en el Blog de Cine de Carmen Jiménez, «Sevilla Cinéfila»: https://sevillacinefila.com/