¿ESTAMOS A TIEMPO?
Por M.ª Jesús Correa
«El maltratador no es un hombre hombre apacible que un día, de repente, te cruza la cara. Antes de ese momento ha hecho un exquisito trabajo de destrucción, dejando un rastro de su miseria por el camino, que mina inevitablemente la autoestima de quien le amó.»
Es noticia el incremento de la violencia contra niñas y mujeres adolescentes por parte de hombres jóvenes. Apenas empiezan a vivir y ya sienten el zarpazo del machismo. Esto me ha hecho recordar el título de una columna que escribí para el diario ABC el 24 de Noviembre de 2001. Lo titulé con una certeza: ESTAMOS A TIEMPO. Ha llovido desde entonces, y hoy me cuestiono esta afirmación.
Me permito reproducir aquí un fragmento del texto de 2001, y al finalizar su lectura, serán ustedes quienes se respondan a la pregunta ¿estamos a tiempo?:
“(…) No existe una personalidad previa para llegar a ser una mujer maltratada, como tampoco existe un prototipo de hombre agresor. Tenemos que adelantarnos a ellos y a sus artimañas. No permita que su hija cambie de forma de vestir “porque a él no le gusta que lleve falda corta”. No tolere que se deje el pelo largo o corto, o se tiña “porque a él le gusta más así”. Que se ponga zapato de tacón si lo desea, que sus uñas luzcan bonitas, que no deje de poner color a su cara o a sus labios “porque a él no le agrada que me pinte”. Que salga con sus amigas si quiere, que no cambie de acera si se cruza con un ex novio “porque a él le molesta”. Que ponga en práctica su libertad y que la trabaje, porque todo empieza ahí. Esos pequeños detalles que cuando eres joven crees que son reflejo de su amor, son los que van minando tu libertad.
Hoy te arreglas como a él le gusta y hablas solo con quien él te permite, mañana te impedirá salir a la calle, te amenazará, o te golpeará y, si nadie lo evita, te matará.
Tenemos que desterrar los falsos tópicos del ideal romántico, despertar en las jóvenes sus ansias de libertad y su autoestima. Enseñarles que no todo está permitido en el amor, que no hay que entregarse sin reservas, que no hay que perdonarlo todo. Que ella ponga sus límites, que aprenda a decir no. Que no todo se comparte y, sobre todo, que no haga de su pareja un dios. Igual que se previene contra las drogas, el sida o los peligros de la carretera, enseñemos a los y las jóvenes a hacerse respetar. Mi total solidaridad con las campañas de concienciación y de apoyo a las mujeres, pero sepamos que lo que realmente necesitamos son campañas de prevención, que eviten que las jóvenes de hoy sean las víctimas de mañana”.
Compruebo con tristeza que, pasados 22 años desde que escribí estas palabras, hoy son de una insoportable vigencia. La noticia es el incremento de un 87,2% de la violencia contra mujeres jóvenes en los últimos cuatro años. Sorprende la dificultad de ellas para reconocerse víctimas.
En el año 2001 casi todo estaba por hacer. No existían la Ley 27/2003 reguladora de la
Orden de Protección, ni la Ley 1/2004 de Medidas de Protección Integral contra la
Violencia de Género, ni la Ley 13/2007 de Medidas de Prevención y Protección Integral contra la Violencia de Género, de ámbito autonómico. Tampoco existían el Convenio
del Consejo de Europa sobre Prevención y Lucha contra la Violencia contra la Mujer y
la Violencia Doméstica (11 de Mayo de 2011), más conocido como Convenio de Estambul, que España suscribió en 2014, ni el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, ratificado por todos los grupos parlamentarios en Diciembre de 2017.
Los poderes del Estado parecen haber hecho su trabajo, pero la realidad es que a las mujeres nos siguen matando por serlo. Nos toca a nosotras identificar los actos machistas y aplicar la tolerancia cero, subir el listón en la elección de nuestra pareja, o compañero de vida. El maltratador no es un hombre hombre apacible que un día, de repente, te cruza la cara. Antes de ese momento ha hecho un exquisito trabajo de destrucción, dejando un rastro de su miseria por el camino, que mina inevitablemente la autoestima de quien le amó. Te convencerá de que nadie te va a querer como él, de lo poco que vales, y de lo grande que te viene el mundo si él no está cerca de ti. De esta forma, el día que traspasa la línea, en forma de humillación, agresión o amenaza, ese día, ya no tienes capacidad de reacción. Te has creído lo que tantas veces te repitió, la filigrana de su maldad ha dado sus frutos. Por todo esto es imprescindible reconocer esas migas en el sendero, y decir ¡NO!, para que las adolescentes no den por bueno el amor tóxico, para que las jóvenes de hoy no sean las asesinadas de mañana, para volver a afirmar con fuerza que ESTAMOS A TIEMPO.
M.ª Jesús Correa es abogada, especializada en violencia contra la Mujer.