La trata se puede erradicar y la prueba es la persecución permanente a la que está sometida por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Es erradicable y creer lo contrario es caer en el riesgo de inactivar su combate.
Desde Feministas en Red de Sevilla nos preocupa muchisimo esta forma de violencia de género extrema que esclaviza a las mujeres a los niños y a las niñas, cosifica sus cuerpos, aparta su inteligencia e invalida sus cerebros. Pero al gran drama de la trata hay que sumar los tentáculos que de ella se extienden y que afectan especialmente a la juventud.
Además del enorme drama que supone en sí misma la prostitución por su terrible impacto contra la identidad física y emocional de las personas avocadas a ejercerla, especialmente mujeres, y cuyo análisis y necesidad de abolición requieren de un capítulo aparte,no podemos olvidar otra de las ramificaciones de la trata de personas que se aprovecha de la vulnerabilidad de la juventud e incluso de la infancia convirtiéndolas en sus principales víctimas. Hablamos de la pornografía, de esas imágenes que golosamente se brindan sobre todo a través de Internet y que encuentran en la gente joven su blanco perfecto. Un ofrecimiento desmedido, perverso, incontrolado y de consecuencias dramáticas para sus vidas. Una entrega que empieza por apartarles de sus sentimientos, sus emociones, les priva de la complicidad, del compromiso y acostumbra a sus cerebros a la plasticidad, a una adaptación a estímulos que conducen a la depresión, la ansiedad e incluso al fracaso en sus propias relaciones sexuales. La pornografía genera una grave adicción en la juventud cuyos efectos perniciosos alcanzan una magnitud que apenas estamos empezando a descubrir.
La trata y sus tentáculos generan en nuestra sociedad el mejor ambiente posible para favorecer y normalizar las agresiones sexuales. Lo vemos cada día, con cada delito sexual que se comete y que, a nuestro pesar, incrementan las estadísticas de forma inimaginable haciéndonos caer en la angustia de que «esto no se acaba». En el Art. 186 del código penal, que regula el delito de «provocación sexual» consistente en «vender, difundir o exhibir material pornográfico a menores de edad o personas con discapacidad» habría que penalizar también los hechos que inducen a la adicción al porno por sus perniciosas consecuencias en el incremento de las agresiones sexuales.
Y qué decir del opulento negocio engendrado por la trata, de su mercantilismo millonario y de sus conexiones criminales con los cárteles de la droga y el tráfico de armas en todo el mundo. Demasiada maldad para asimilar, por no hablar de la grave dificultad de enfrentarla abiertamente, pues se trata de un duro combate con el inconveniente principal de que los tratantes, los malhechores, conocen a la perfección el extremo delictivo en el que se desenvuelven y se afanan tanto en poder ejercer su maligna actividad como en protegerla.
Las asociaciones feministas nos sentimos especialmente preocupadas ante estas prácticas y estos infames atentados que encuentran en las mujeres y en la juventud en general sus principales semilleros. Por eso, desde Feministas en Red de Sevilla instamos a un refuerzo urgente de la legislación que contemple los daños hasta ahora no previstos en la Ley y a intensificar la cooperación internacional para acabar con estas redes criminales que destrozan la vida de tantas miles de mujeres y jóvenes inocentes. Es un reto colectivo ante el que ninguna de nosotras podemos sentirnos ajenas.
Carmen Torres es presidenta de Feministas en Red de Sevilla
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