.-La reina Isabel II recibe la despedida más multitudinaria por parte de personas llegadas al Reino Unido desde todo el mundo.
.-El recorrido de su cadáver, desde el día 8 en Balmoral hasta su entierro definitivo en el Castillo de Windsor el 19, sólo es comparable al de Evita Perón.
.-Millones de líneas escritas y discursos sobre la mujer más poderosa de occidente durante 70 años transmiten las luces y las sombras que salpicaron su vida.
Por Nani Carvajal
La reina Isabel II de Inglaterra llevaba sólo 4 años en el trono, acababa de cumplir 30 años, cuando al otro lado del Atlántico, en Pensilvania, la novelista estadounidense, Pearl S. Buck, Premio Nobel de Literatura en 1938, publicaba su séptima novela titulada “La Gran Dama”. No sabía entonces la monarca inglesa que superaría en longevidad, reinado y autoridad a la última emperatriz china, Tzu Hsi, la mujer más poderosa de Oriente durante 45 años y madre del último emperador, excelentemente retratada por la escritora americana.
Tiempo ha tenido la reina Isabel II de empaparse las novelas de Pearl S.Buck si hubiera querido comparar las complicaciones de su reinado con las que acontecieron en el de su homóloga manchú.
Tal vez en su mesilla de noche alguna vez formó parte de sus libros de cabecera este retrato de la emperatriz Orquídea o Cixi,como también se conocía a la voluntariosa mandataria china, y quizá hasta hubiera podido hacer suya alguna de las inteligentes astucias que supo utilizar Cixi para ejercer enérgicamente el poder en un país cuya legislación impedía a las mujeres acceder al cargo de Emperador. Pero como Isabel II no concedió jamás ninguna entrevista, muy pocas personas saben lo que leía.
Con la reserva de sus momentos históricos respectivos y de sus antagónicos sistemas políticos, las dos grandes damas de Oriente y de Occidente han debido de encontrarse con avatares similares a la hora de ejercer con mano firme los asuntos de sus correspondientes imperios. Orquídea estuvo en el poder, aunque con intermitencias, de 1.862 a 1.909. Nueve años antes tuvo que huir de la Ciudad Prohibida, disfrazada de campesina, ante la invasión británico-francesa, aunque volvería al poder dos años después tras firmar la paz con los europeos. Isabel (para su familia española Lilibeth) se libró de eso y se ha mantenido en el trono sin interrupción desde 1.952 a 2.022. Ambas apostaban por políticas conservadoras que permitían encajar la modernidad.
Isabel II supo adaptar al siglo XXI la obsoleta figura histórica de la Monarquía manteniendo un mayoritario apoyo popular que supuso, durante todas estas décadas, un envidiable sello de estabilidad social en la dinastía británica. Tzu Shi, Orquídea o Cixi si se prefiere, era también querida y admirada por su pueblo, claro que en el marco propio de la sumisión imperial. Pero aun siendo la máxima representante china del Antiguo Régimen no dudó en abolir, entre sus muchas reformas constitucionales, la ancestral práctica de desfigurar los pies de las niñas.
Isabel II no ha sido coetánea de Cixi pero sí la reina Victoria, su tatarabuela, a la que la emperatriz china llamaba “hermana” por la admiración que sentía hacia ella. Victoria encabezó el segundo reinado más largo de la historia del Reino Unido – 63 años y 212 días- después del de su tataranieta Isabel. Sin embargo, la emperatriz china en el asunto de la estabilidad no tuvo la misma suerte que sus “familiares” británicas, pues en su país se mascaba la revolución socialista y el régimen imperial sucumbiría cuatro años después de su muerte en 1908, tras haber cedido el trono a su hijo Puyi, el último Emperador que en ese momento contaba sólo con 3 años de edad.
Salvando las distancias históricas, los imperios de estas dos influyentes mujeres, Isabel y Cixi, llegaron a verse devastados y empobrecidos por ejércitos extranjeros que las llevarían a firmas de paz in extremis. Sufrieron y permitieron guerras sangrientas, tragedias raciales, levantamientos nacionalistas y autorizaron en estos contextos acciones atentatorias contra los Derechos Humanos -la china con el eximente de que en su tiempo aún no se habían proclamado- y los tratados internacionales.
Las lideresas de Oriente y de Occidente compartían un temple frío y enérgico. Una personalidad curtida, resistente a las grandes presiones internacionales, las luchas internas, la corrupción y la inestabilidad. Pero, pese a todo lo anterior, sus mayores dolores de cabeza les vendrían causados a ambas por sus respectivas familias. Cixi tuvo mala suerte con su descendencia.
Su primer hijo murió pronto y le confió el imperio a su sobrino, Guangxu, al que le faltó tiempo para aliarse con los japoneses, los enemigos más odiados del pueblo chino. Orquídea no tuvo más remedio que conspirar contra él y encerrarlo hasta la muerte en el Palacio Imperial. Diez años duró el cautiverio.
Los “annus horribilis” de Isabel son conocidos en todo el mundo y están marcados por el comportamiento de sus más allegados. Tuvo que soportar conductas desastrosas que tumbaban la imagen de la convivencia ideal que preconizaba como reina. Sus problemas empezaron con su marido, el duque de Edimburgo y sus correrías extramatrimoniales.
Le seguirían los avatares de su hijo Carlos, infiel a su mujer, Diana de Gales y obsceno en los comentarios adúlteros con su amante, Camila Parker, actual reina consorte. Le lloverían denuncias de racismo por boca de la mujer de su nieto Harry, la actriz mestiza norteamericana, Meghan Markle. Y el broche final de los escándalos se lo pondría su tercer hijo, el príncipe Andrés, enjuiciado por agresión sexual a una víctima relacionada con las fechorías del pedófilo millonario estadounidense fallecido, Jeffrey Epstein (Mujeres del Sur). Pero a las dos mujeres les ha quedado al morir el consuelo de haber cosechado grandes fortunas: Cixi de 25 millones de taeles de plata e Isabel de 262.000 millones de dólares.
Luces y sombras perfilan la vida de estas grandes mujeres que han sabido hacer historia en un mundo de hombres. Aunque poderosas en imperios opuestos, antagónicos en política, cultura y costumbres, en el ritual de su muerte ambas han sido veneradas de forma semejante por sus respectivos pueblos.
El cadáver de Cixi hizo un popular recorrido de 125 kilómetros desde Pekín hacia el norte, en su tránsito hacia la eternidad con sede en Eastern Quing Tombs. El último viaje de Isabel II inicado en Balmoral, de más de 800 kilómetros, terminará el lunes 19 de septiembre en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor (Reino Unido).
Siempre en loor de multitud partió de su residencia escocesa donde murió el día 8, y ha visitado Edimburgo (Palacio de Holyrood y catedral de ST Giles), para dirigirse posteriormente a Northolt en avión y de nuevo por carretera a Londres, donde reposará en el Palacio de Buckingham y en Westminster Hall, cuatro días antes de descansar para siempre en el citado Castillo de Windsor.
Un funeral de Estado de 11 días, sólo superadas en el tiempo por el velorio de Evita Perón en Buenos Aires que duró 16, convirtiéndose en uno de los entierros más largos de la historia.
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