CON FALDAS Y A LO LOCO
No se me ocurre otro título mejor para definir las prisas que le han entrado a este nuestro gobierno feminista por sacar adelante corregido y aumentado el proyecto de ley de la Paridad. Las feministas deberíamos modificar nuestro ideario y colocar como primera de nuestras reivindicaciones que se convoquen elecciones todas las semanas. Apuesto a que será la mejor forma de contrarrestar, en el menor tiempo posible, las inmensas desigualdades con las que el patriarcado viene oprimiendo y discriminando a las mujeres desde hace millones de años.
Y no lo digo por capricho, sino tras comprobar una y otra vez cómo la proximidad de las urnas impulsa a quienes están en el poder a saldar cuentas en favor de las mujeres sobre cualquier tipo de asunto y con insólita celeridad. Sin ir más lejos, en las del domingo 28, desde el primer momento Sánchez ha proclamado su fervor feminista buscando entre mujeres, mayores, y jóvenes esos votos absolutamente necesarios para mantener su estructura de poder.
Pero ha tenido que dar un paso más cuando ha empezado a atisbar el peligro ante las noticias de que se orquestaba un boicot al voto para su partido, PSOE, y el de Podemos, por parte de la Plataforma contra el Borrado de las Mujeres, que agrupa a más de 140 organizaciones feministas de este país.
Con lemas como #FeminismoNoVotaTraidores o #FeminismoNoVotaMisoginia esta voz discordante con el feminismo oficial quiere manifestar su desacuerdo con leyes aprobadas -especialmente la Ley Trans– porque «borran a las mujeres» y les «impiden defender los derechos que les son propios» según su comunicado. Y no han dudado en reunirse con el Partido Popular para pedir su retirada.
La vuelta de tuerca se imponía y no dudó en anunciarla el propio Sánchez – dejando a Podemos, su socio de gobierno, aparte- en un mitin en la ciudad de Santander, donde dio por sentado que el Consejo de Ministros del día siguiente reciclaría el proyecto de Ley de Representación Paritaria y presencia equilibrada de hombres y mujeres en órganos de decisión y que también afectará a los órganos constitucionales del Estado. Y así se hizo: a la Ley de la Paridad sólo le queda ahora el trámite del Congreso y del Senado para su aprobación definitiva, suponemos que también con carácter de urgencia puesto que esta legislatura acaba en diciembre.
La normativa sobre la necesaria paridad entre hombres y mujeres en todos los organismos públicos y en los consejos de administración privados está vigente ya en la leyes de la UE, según el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea(TFUE), que constituye uno de los principales «europrincipios» en materia de política social y empleo, y por lo tanto, son de cumplimiento obligatorio para los Estados miembros.
Sin embargo, nuestro gobierno feminista ha ido más allá y propugna su extensión también a los órganos constitucionales del Estado. Es decir Tribunal Constitucional, Consejo de Estado, Tribunal de Cuentas, Consejo Fiscal y el Consejo General del Poder Judicial. Los organismos encargados de velar por el cumplimiento de las obligaciones de representación paritaria en sociedades cotizadas y entidades de interés público serán la CNMV y el Instituto de las Mujeres, respectivamente. En todos ellos se obligará a que haya una presencia de al menos el 40% de mujeres.
Las interpretaciones en torno a este proyecto de Ley que ahora se corrige después de haberse aprobado a principios del pasado mes de marzo, coincidiendo con el Día de la Mujer, y ahora con las elecciones del 28 M, son controvertidas pero coinciden en su matiz de «electoralista»:
Mientras el Consejo de Estado cree que esta futura Ley puede hacer «peligrar los principios de mérito y capacidad», desde el feminismo independiente la experta Mireya Forell aplaude el texto aunque no sin cierto escepticismo:
-«Ojalá que el poder patriarcal dependiera de paridad para desaparecer, dice. No sé mucho de política institucional, pero me parece haber escuchado hace tiempo el deseo de mejorar este proyecto de Ley, y como las derechas no dejan dar un paso sin crear escándalos, a veces se toman las decisiones de aquella manera. Está claro que las vindicaciones feministas están atendidas más por rentabilidad electoral que por profundas motivaciones. Pero lo importante es que por el lado institucional no vayamos para atrás.»
Con boicot o sin boicot, las elecciones obran milagros y hay que exigir desde el feminismo que se convoquen más a menudo. Ahora entiendo por qué el patriarcado también ha sido siempre tan reacio a la democracia.
Sara Lagos