
¿POR QUÉ NO REMITE LA VIOLENCIA DE GÉNERO?
«La libertad es una dimensión humana que tiene que democratizarse más: el que algunos la ejerzan a la medida de sus deseos permite que se convierta en ejercicio de poder y dominio».
Por Rosalía Romero Pérez

A menudo feministas de bien y familiares y amistades de víctimas de violencia de género en sus diversas manifestaciones nos “devanamos los sesos” pensando cómo se podría atenuar esta problemática que nos sigue acosando como sociedad, aun siendo nuestro país pionero en una Ley Integral contra la Violencia de Género. No pretendo, por la complejidad del asunto, dar una respuesta contundente al porqué de la perseverancia de esta masacre, y no sólo de la contumaz existencia de la misma, sino incluso de su incremento en algunas de sus formas como, por ejemplo, la violencia vicaria. A esta longeva problemática no va a ser fácil ni a corto ni a medio plazo darle solución,
«…pero si queremos que tenga fin la violencia contra las mujeres, niñas y niños, hay que resistir sin bajar la guardia, cuestionando todo aquello que merme las posibilidades de éxito de su erradicación.»
Este año, fecha en que celebramos 50 años de feminismo, 1975-2025, hay que recordar que hemos tenido que trabajar duramente para salir de la minoría de edad en la que nos tenía instaladas a las mujeres la dictadura franquista, patriarcado homologable al del Antiguo Régimen y, sobre todo, al endurecido tras el triunfo de la Revolución francesa que llevó a la guillotina a Olympe de Gouges, máxima representante de la primera etapa de feminismo que coexiste con la primera generación de derechos humanos.

Hechos alarmantes que están siendo noticia en la prensa nacional en las últimas semanas, son la voz de alarma para recordar cuán difícil es superar un estado de cosas que lleva a las mujeres a la muerte y cuando no “a una vida no digna de ser vivida”. Pero no sólo hay que rememorar aquellos factores que son causa de la incrustación de la violencia patriarcal en la microfísica social, en los espacios donde en numerosas ocasiones no es ni perceptible ni predecible porque los malos tratos se dan en ámbitos íntimos y privados y el silencio se impone, sino que hay que señalar las nuevas formas de intensificar la situación de violencia de las mujeres víctimas y de las maneras de renegar de los avances acotados, por la experiencia que se va adquiriendo de estos años en los que intensamente se trabaja en ello.
VIOLENCIA MACHISTA INCRUSTADA
En lo que respecta a la incrustación de la violencia machista en el tejido de la capilaridad social señalaré la fuerza de la costumbre y de la tradición: si estas no se cuestionan no se podrá combatir. De este modo, perviven prácticas legitimadas en el Derecho Romano, que reconocía la potestad al padre y al marido, al paterfamilias, para asesinar a esposa, hijos e hijas si consideraba que había razones para ello. La cualidad de perfectibilidad de los humanos es nula en los sujetos de la violencia de género y este hecho no sería igual si no estuviera inextricablemente relacionado con las relaciones de poder que están presentes en nuestras vidas.
El ejercicio del poder masculino en las relaciones entre hombres y mujeres es la expresión de un uso ilegítimo de la libertad, convertida en “licencia” (ellos se permiten la licencia de maltratar, asesinar…).
Así lo definió Olympe de Gouges en los inicios del feminismo en su dimensión ético-política: la libertad no consiste en “laissez faire” (dejar hacer) sin imposición de límites. Cuando se confunde la libertad con la licencia, quien practica el “dejar hacer sin límites” está ejerciendo el poder y el dominio sobre otra persona o grupo de personas. Hay dos conceptos de libertad distintos, dos códigos de moralidad diferentes asociados a lo masculino y a lo femenino, como Ana de Miguel nos explica en su libro Ética para Celia. Contra la doble moral (ed. PenguinRandomHouse).
LOS LÍMITES DE LA LIBERTAD

El caso de Cristina, mujer sevillana víctima durante años de violencia de género, cuyo maltratador se ha cambiado de sexo y ha pasado a ser registralmente una mujer llamada Candy, es representativo de una nueva forma de intensificación de la violencia de género y que hay que nombrar: la Audiencia Provincial de Sevilla al interpretar la Ley Trans decide penalizar al susodicho por violencia intrafamiliar y no por violencia de género.
¿Estamos ante una forma encubierta de negacionismo de una violencia específica contra las mujeres?
La difícil vida de Cristina, por calificarla con uno de los muchos atributos que faltan para describir este tipo de vida en toda su extensión, se ve implementada en sus dificultades –económicas, de descanso, de salud, de relaciones óptimas consigo misma y con sus seres queridos, etc.-, por una situación de denuncias y/o recursos al Tribunal Constitucional que podrían haberse evitado. Es poco espacio el que tenemos aquí, pero el conflicto al que se ve abocada Cristina no es otro que la colisión de derechos humanos que se produce entre los derechos de las mujeres y los derechos de los queers, donde prevalece el derecho a la autodeterminación de ellos y donde prevalece su libertad sobre nuestras difíciles condiciones de vida en muchísimas ocasiones. No olvidemos que la Ley Trans tiene como referente teórico la teoría queer[1] y no la teoría feminista o, al menos, de la teoría que conceptualiza un “feminismo emancipatorio para las mujeres”, expresión de la filosofía de Celia Amorós[2].
EL LIBRO DEL CRIMEN DE BRETÓN

El caso de Cristina y de Candy es un hecho concurrente con este otro, relacionado con el ejercicio de la libertad, en este caso la libertad de expresión: en la prueba de acceso a la universidad en la Comunidad valenciana el primer examen es un texto a comentar, un editorial de ABC crítico con la prohibición del libro que habla sobre la violencia vicaria ejercida por Breton en el asesinato de sus hijos. El artículo de ABC defiende que “Debe ser lícito que un escritor elija cualquier asunto y pueda publicar sus ideas, aunque alguien pueda definirlas como infames”, porque el derecho a la libertad de expresión debe prevalecer sobre el derecho al honor y a la intimidad. Esta tesis es del todo cuestionable. No obstante, antes de referirme al concepto de libertad que subyace a esa concepción política, he de señalar el poco reconocimiento otorgado a la autoridad que merecen personas que se hacen eco de la voz de los/as expertos en violencia de género, como es el caso de la Ministra de Igualdad, Ana Redondo, que intervino para que el libro que relataba el asesinato de Breton a sus hijos no se publicara. Sería tener altura política respetar la decisión de la Ministra de Igualdad en un asunto de profundo calado como el que nos ocupa. Más allá de las políticas/os están los expertos, como es el caso del profesor de Medicina Legal de la Universidad de Granada, Miguel Lorente, que se ha pronunciado sobre el tema y de ninguna manera aconseja la publicación del libro, por incitar a los sujetos de la violencia de género a actuar y, en concreto, de la violencia vicaria.
El ejercicio de la libertad tiene sus perversiones, se mueve entre el defecto y el exceso y ejercida en demasía – dígase a tropel o con la intención de usurpar la libertad al otro/a- se corrompe y se convierte en otra cosa. La libertad es una dimensión humana que tiene que democratizarse más: el que algunos la ejerzan a la medida de sus deseos permite que se convierta en ejercicio de poder y dominio.
Entre sus limitaciones, una de ellas debe ser la prohibición de la supuesta -que no real- libertad que daña a un/una inocente y no tiene reparo.
En un mundo como el nuestro en el que las tecnologías de la información y la comunicación son insondables por su vertiginoso e imprevisible desarrollo, la práctica de la libertad entendida como “dejar hacer” (laissez faire) debe tener bloqueado su botón de funcionamiento: de lo contrario no será libertad sino ejercicio del poder, vituperio, humillación, hasta llegar a la muerte en sus distintas modalidades.
Rosalía Romero es Doctora en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y profesora de la misma materia en el IES Isbilya (Sevilla) y en el Máster de Género y Desarrollo Profesional de la Universidad de Sevilla.
[1] Puede escucharse la conferencia de la autora del artículo, “La raíz del borrado de las mujeres”. Disponible en Metalibrería: https://www.youtube.com/watch?v=cOAiOT7BwBs&t=46s
[2] Puede verse “El feminismo filosófico de Celia Amorós como método”. Disponible en https://revistas.udc.es/index.php/ATL/index