.-¿Cómo se supone que tenemos que salir a la calle para no tener miedo a que nos violen, nos amenacen o nos maten solo por ser mujeres y vivir libremente nuestra vida?
.-¿A quién podemos pedir protección cuándo seamos intimidadas o agredidas cuando, abusando de su poder, el protector se convierte en agresor?
.-¿Cómo se calcula la indemnización económica para que una mujer olvide el terror que conlleva una agresión sexual?
.-¿Tienen precio la humillación, la violencia y el estupro?
Por Patricia Martín
La Audiencia Provincial de Málaga ha suspendido la condena de dos años de prisión a una pareja de policías municipales de Estepona que agredieron sexualmente a una chica de 18 años. Los policías, conocidos como «Ken» y «El Trilero», de 40 y 41 años respectivamente, han sido expulsados de sus cargos como funcionarios públicos y tendrán que someterse a un curso de reeducación sexual e indemnizar a la víctima con 80.000 euros. Como si el dinero pudiera hacerle olvidar a la víctima un trauma que le quedará marcado de por vida.
Todo ocurrió cuando la joven, después de celebrar haber terminado el curso y la prueba de acceso a la universidad, volvía en coche con dos compañeros al apartamento de Estepona donde pasaban unos días y los paró un control de la policía municipal para someterlos a un control de alcoholemia y drogas.
El grupo volvió en taxi a casa y allí fue donde los agentes fueron a buscarlos. Asustados, los chicos decidieron que lo mejor sería hacer todo lo que los policías les pidieran para evitar problemas, sin imaginar en ese momento que estaban empujando a su compañera a una situación terrible que ninguna persona debería vivir jamás.
Los agentes llegaron al apartamento con uniforme y vehículo privado y empezaron a intimidar a la chica para obligarla a hacer un trío con ellos. Le dijeron:
“¡Cuántas chicas quisieran estar en tu lugar y liarse con dos policías a la vez!”
Eso fue lo último que escuchó la víctima antes de que los policías la desnudaran, rociaran su cuerpo con cocaína y la penetrasen sin protección.
La joven ha necesitado tratamiento farmacológico y psicoterapéutico después de la violación y aun así, todavía sigue sin poder verbalizar lo sucedido. Será muy difícil, dicen los médicos, que olvide las secuelas que le han quedado después de vivir una situación tan violenta y desgarradora.
La víctima, que sufre estrés postraumático, no ha querido revivir la pesadilla que vivió aquel fatídico verano de 2018, y por eso ha accedido al vergonzoso pacto que suspende la condena. Aunque la fiscalía pedía 30 años de prisión, los policías han evitado la cárce a cambio de un curso de reeducación sexual y una indemnización de 80.000 euros. ¡Como si esa fuese la solución al terror que la acompañará toda su vida!
EN MURCIA OTRO PACTO VERGONZOSO
No es el único caso. También en Murcia una jornalera ha sido amenazada, agredida sexual y físicamente por el encargado de la finca donde trabajaba. Gracias a otro pacto de la vergüenza, la condena para el agresor ha quedado en reconocer el delito, indemnizar con 6.000 euros a la víctima y un curso de educación sexual. Parece que en este país es mucho más justo que la víctima pase por la ignominia de revivir los hechos a que el agresor pague su culpa con la cárcel. El mundo al revés…
DENUNCIAS QUE NO DEJAN DE CRECER
Quizá por eso no es raro que en España el número de agresiones sexuales no deje de crecer. Según datos del Ministerio del Interior, en 2019 se registraron 1.405 denuncias por agresión sexual con penetración, frente al tercer trimestre de 2021 donde ascendieron a 1.601. Y a pesar de ello, la Unión Europea asegura que somos unos de los países con menos denuncias por estos delitos.
¿Cómo se supone que tenemos que salir a la calle para no tener miedo a que nos violen, nos amenacen o nos maten solo por ser mujeres y vivir libremente nuestra vida? ¿A quién podemos pedir protección cuándo seamos intimidadas o agredidas cuando, abusando de su poder, el protector se convierte en agresor? ¿Cómo se calcula la indemnización económica para que una mujer olvide el terror que conlleva una agresión sexual? ¿Tienen precio la humillación, la violencia y el estupro? Lamentablemente, parece que sí. Ojalá la nueva ley impida que los agresores puedan canjear, libremente y como cromos, una violación por un puñado de euros.
Patricia Martín es periodista