EL FEMINISMO NO SE PUEDES EVITAR SI ERES MUJER, PROFESIONAL Y MADRE.
.-Como feminista, considera que el sistema heteropatriarcal es un yugo que impide el desarrollo de las mujeres, «la dificultad con la que siempre nos topamos».
.- Como comprometida con la inmigración, rechaza completamente el acuerdo alcanzado en la UE el pasado 20 de diciembre, que incluye reforzar el control de acceso de emigrantes en las fronteras europeas.
.-Como periodista especializada en derechos sociales, asegura que el gobierno no cumple los derechos humanos ni la legalidad internacional.
.-Como escritora, cuenta con cuatro novelas publicadas. En la última, «Horizonte», refleja su sueño de un mundo en paz y un puente en el Estrecho que frene la tragedia emigratoria.
Hija de su padre, por supuesto también de su madre, María Iglesias está acostumbrada a ir por la vida llevando a sus espaldas una pesada mochila emocional. Nació con el marchamo de ser la primogénita de Tomás Iglesias Pérez1, el reconocido abogado conileño que durante el tardofranquismo y la transición se hizo famoso por su defensa de los valores éticos y los derechos humanos, y desde hace 47 años proyecta sus compromisos, los heredados y los propios, hacia todo el arco social aunque con prevalencia por la inmigración y las mujeres.
M.I.:- «El feminismo no es una elección para mí, sino algo inevitable. Cuando eres mujer, profesional y madre compruebas como el sistema hace siempre lo posible por devolverte a tu casa, sobre todo tras la maternidad. Es duro resistir, y se necesita mucha ayuda desde dentro y desde fuera. En la medida en que te revelas, al menos a mí me ocurre, me salen textos literarios o periodísticos claramente feministas.«
María Iglesias Real es periodista y escritora, madre de tres adolescentes y trabaja como articulista en elDiario.es, especializada en migraciones y derechos humanos. Como novelista tiene cuatro obras publicadas2, la última, «Horizonte», vio la luz el pasado mes de noviembre y ha cosechado una gran aceptación de la crítica. Se trata de una historia social que alude a uno de los sueños de la escritora sevillana: un mundo en paz y un puente sobre el Estrecho que una Marruecos con España.
Hortizonte narra el viaje ficticio de Ketu Simo, un inmigrante camerunés que cruza a pie Nigeria, Níger y el Sáhara hasta llegar a España donde conoce un antiguo proyecto de puente sobre el Estrecho. En unión de otros personajes el joven alberga la esperanza de una posible igualdad de derechos y el tránsito libre de personas africanas por Europa igual que las europeas lo hacen por el continenete negro. María Iglesias refleja en esta novela la existencia de una nueva generación de jóvenes africanos que se revelan contra el racismo del «Occidente blanco» y luchan por transformar la epopeya migrativa, convertida a día de hoy en una verdadera acción de supervivencia.
RECHAZO AL ACUERDO DE LA UE SOBRE INMIGRACIÓN
Sigo a María Iglesias desde que era una niña porque iba al mismo colegio que la mía mayor, a la Escuela Francesa, en Sevilla. Además, siendo muy joven tuve el orgullo de conocer personalmente a su padre, allá por los años 70-80, el famoso y accesible abogado laboralista que representaba para la desprotegida clase periodística de la época el más firme apoyo jurídico aquí en el sur. Por eso nuestra conversación transcurre con naturalidad, sin tapujos.
Empezamos hablando de su familia, de su padre y, enseguida, del feminismo, asignatura obligatoria en Mujeres del Sur. Pero hay algo que a las dos nos golpea con la misma intensidad: la actualidad. Ministras y ministros que se estrenan en el Gobierno con nombres que aún no hemos tenido tiempo de aprendernos y una alerta roja en Bruselas: Sánchez, presidente de turno de la UE, anuncia el acuerdo alcanzado entre los 27 sobre inmigración:
M.I.: -«Estoy tajantemente en contra de lo aprobado por la Unión Europea en relación con la inmigración. Va justo en sentido contrario de lo que es necesario».
Reconoce María Iglesias que se trata de un acuerdo tan esperado como retrasado, y tan complejo como las veintisiete formas de aceptar la extranjería que practican los miembros de la UE. En su línea como especialista comprometida está más cerca de las organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional que consideran que este pacto sobre migración y asilo hará retroceder durante decenios el derecho de acogida europeo y «causará más sufrimiento humano”.
La reforma, que se aprobó el pasado 20 de diciembre, incluye un control reforzado de las llegadas de inmigrantes así como el cierre de centros cercanos a las fronteras para devolver más rápidamente a sus países quienes no tienen derecho a asilo en la UE. Además, los Estados podrán limitarse a pagar para reforzar sus fronteras exteriores o financiar a países de fuera de la UE para impedir que faciliten la inmigración.
M.I.: –«Lo necesario es cambiar nuestra relación con los países africanos. No podemos estar aprobando tratados que les expolian los recursos y no reconocerle la libre igualdad de movimiento. O sea, yo voy a Senegal y no necesito visado pero si de allí quieren venir aquí les exigimos unos visados que cuestan carísimos y que sistemáticamente se les niega».
–«Los seguiremos abocando a la migración clandestina, a jugarse la vida en la pateras, a morir en el desierto o en el mar. Los que logran sobrevivir tienen que soportar al menos dos años de clandestinidad total, en la esclavitud moderna de nuestros invernaderos, en la construcción o en los cuidados del hogar. Pero hay un cambio en marcha por parte de las sociedades africanas, sobre todo entre los jóvenes, cada vez más conscientes de los expolios que sufren sus países».
CAMBIO DE CALADO
La periodista pone de relieve la incoherencia del Gobierno de España en sus políticas de respeto a los derechos humanos. Se muestra políticamente incorrecta, algo a lo que debe de estar acostumbrada porque no parece importarle:
M.I.: –«Tenemos también un importante dilema y pongo como ejemplo el tema de Palestina. El Gobierno dice que tiene una actitud de «defensa de los derechos humanos» y lo exige en aquella región. Yo no lo discuto, pero todo ello es muy paradójico porque, en lo tocante a las migraciones, no cumple la legalidad internacional. No respeta los derechos humanos. En la legislatura anterior hemos tenido precedentes como las devoluciones en caliente cuando lo del salto de Melilla; Hay un pacto de devolución con Marruecos y ya sufrimos deportaciones de menores en Ceuta. Se pierde mucha legitimidad cuando exiges a los demás lo que tu no cumples».
M. del S.: -¿Qué cree que habría que reclamarle al nuevo Gobierno, tanto en su política de emigración como frente a los retos del feminismo?
M.I.: –«Si tuviera que pedirles algo sobre inmigración sería un cambio profundo, de calado, y que lo hiciera coordinadamente con el resto de miembros de la Unión Europea. Los países africanos más tarde o más temprano dejarán de aceptar el expolio continuo al que se someten sus recursos. Ese cambio ya está en marcha y la cuestión se va a centrar en si occidente seguirá resistiendo o se adaptará a las nuevas sociedades africanas con las que tiene mucha conexión por medio del intercambio de estudiantes y profesionales. Estamos ante una disyuntiva parecida a al del cambio climático: o tomamos una serie de medidas que nos permiten adaptarnos y revertirlo, o nos encaminamos hacia un panorama muy complicado para todo el mundo.»
UNIDAD DEL MOVIMIENTO FEMINISTA
M. del S.: -¿Y qué le reclama a la nueva ministra de Igualdad, Ana Redondo?
M.I.: –«Yo creo que esta ministra tiene un reto por conseguir que es procurar la unidad del movimiento feminista. Después del aldabonazo de unidad que supuso el 8 de Marzo de 2018 se ha producido un resurgir de movimientos neofascistas y neomachistas reforzados por las divisiones posteriores en torno a disyuntivas feministas. Tenemos que aprender a articular la unidad, que no la unicidad, pues hay gente muy valiosa y muy complementaria en diferentes ondas».
El nuevo autoritarismo machista al que se refiere lo recrea también la periodista sevillana en su novela «Horizonte» con un personaje llamado «Peñascal»:
M.I.: –«Hoy hay mucho añorante del franquismo porque no hemos hecho en todos estos años anteriores la crítica suficiente. No se aceptaba, ni siquiera a los periodistas, que pudiéramos ser Pepito Grillo o moscas cojoneras. Eso de ser hostil sentaba muy mal. El periodismo fue poco incisivo y tendría que haberlo sido más en asuntos como la corrupción. Lo han denunciado los propios periodistas catalanes refiriéndose a la época de Pujol y lo mismo se podría decir desde Andalucía.»
Sostiene María Iglesias que nuestros políticos han desaprovechado los últimos cuarenta y cinco años para sembrar en la ciudadanía valores democráticos profundos y que no han sabido transmitir en las escuelas ni en la educación el alcance de las responsabilidades sociales. No tenemos una democracia vigorosa y algo parecido ha ocurrido con el feminismo patrio:
M.I.: –«También en feminismo tendríamos que haber sembrado más en estas cuatro décadas y media de democracia. Figúrate que, al ritmo que vamos, no alcanzaremos la paridad real en salarios antes de 132 años. Es necesario analizar qué es lo que no hemos hecho bien y dejar de actuar siguiéndonos la corriente porque si continuamos pensando que «todo el mundo es bueno» no avanzaremos nada».
EL PERIODISMO, PUNTAL DE LA DEMOCRACIA
Críticas que no se han hecho en su momento, leyes que no se redactan con la suficiente amplitud de miras, reparto desigual entre mujeres y hombres de horarios, tareas y cuidados… una dura confluencia para mujeres como María Iglesias, unidas desde siempre al compromiso social, familiar y profesional.
M.I.: –«Fíjate que tanto mi hermano Tomás -artista plástico- como yo fuimos conscientes del nivel de sufrimiento que conlleva el compromiso desde la infancia. Lo veíamos en mi padre, cuyos niveles de autoexigencia eran tan altos que llegaba a pasarlo realmente mal por mucho que después le produjeran satisfacciones. Por eso, ambos huimos de la carrera de Derecho aunque al final yo me incliné por el Periodismo, otro de los campos que a él, a mi padre, también le apasionaban porque lo consideraba «un puntal de la democracia».
Un puntal que está sufriendo, según María Iglesias, un grave deterioro: «En las condiciones laborales, en la pérdida de referentes, es decir, de periodistas con veteranía en el oficio, pues las redacciones se vacían en una apuesta por la juventud mucho más inexperta, precaria y más débil cuando el poder te echa un pulso, que lo hace. Todo eso nos hace profesionalmente frágiles».
Se refiere también Iglesias a la molesta dicotomía que no pocas veces se plantea en la profesión periodística entre el compromiso con la ciudadanía a la que , en definitiva, se debe y los intereses particulares de los medios.
M.I.: –«La objetividad en el periodismo es algo que ya está teóricamente muy superado. No podemos ser objetivos porque somos sujetos, pero sí trabajar con honestidad, sin manipular, siendo muy ecuánimes en la selección y utilización de los datos, y dando una visión sincera de los acontecimientos. En ese equilibrio es donde nos movemos».
-«Para mi el compromiso social va inserto en el compromiso con mi profesión. Los/las periodistas somos una herramienta para la mejora de la sociedad. El compromiso con los derechos humanos no es partidista. Se nos decía que teníamos que ser más asépticos y así nos iban comiendo terrero a los profesionales comprometidos que ahora parece que somos menos audibles, pero estamos ahí. Y es que, en el ecosistema mediático español, lo que abunda es todo lo contrario: el periodismo ajeno al compromiso».
La periodista sevillana está convencida de lo que dice porque ha pasado por varios medios antes de entrar, hace diez años, como articulista en «elDiario.es». Uno de ellos la agencia Efe donde, siendo representante sindical, fue objeto de un despido que los tribunales calificarían de nulo gracias, precisamente, a la jurisprudencia creada por su padre en la defensa de los trabajadores.
UNA CADENA DEMASIADO CORTA
Cuando mira hacia atrás María Iglesias, como tantas mujeres periodistas, se asombra de los obstáculos que ha tenido que superar para seguir con su profesión: cierre de programas, de canales, crisis económicas con caídas publicitarias como la de 2012, remodelaciones y unos horarios siempre incompatibles con la conciliación. Y, por si fuera poco, nos sale incorregible:
M.I. –«Es que yo encima quería ser escritora también, y no veía la forma de simultanearlo todo. Con jornada completa es imposible escribir, o haces una cosa o haces otra: es muy complicado simultanear.»
Y tanto. Cuenta María Iglesias que cuando escribía su novela «El granado de Lesbos»3, en pleno impasse profesional tras la crisis y con una niña que tenía 9 años y mellizos de 3, llegó a sentirse -y así lo contó en la isla griega cuando volvió en su segundo viaje en 2018- como «un perro al que le habían atado una cadena demasiado corta».
Por eso reitera que para ella el feminismo no es una elección sino algo inevitable, y que conoce a muchas mujeres periodistas que se ven obligadas a dejar la profesión porque es el sistema el que las obliga:
M.I.: –«Cuando invocamos al sistema heteropatriarcal, que con sólo pronunciarlo hace que parezcamos ridículas, comprobamos que es un yugo que una y otra vez nos impide desarrollarnos. No hablamos ya de discriminación por parte de las empresas sino de la estructura en sí. El sistema es el que te encierra, hace todo lo posible por devolverte a tu casa, a la intendencia doméstica, la crianza, los cuidados… No es casualidad, está pensado así aunque haya excepciones. No hay más que mirar el número de tertulianas o de columnistas.»
MÁS PROFUNDIDAD Y MENOS COSMÉTICA
Y de nuevo la actualidad, las políticas de igualdad, los complicados horarios para las mujeres, la reducción de la jornada laboral «clave» para esta periodista que presta su voz a inmigrantes y a mujeres atrapadas en la maraña machista.
M.I.: –«Hasta que nosotras no tengamos horarios compatibles, igualdad en los salarios, en las tareas de la casa y en todo lo que eso conlleva seguirá calando en los hombres la idea de que somos inferiores, de que tenemos menos derechos, estamos a su servicios y les pertenecemos: de ellos o de nadie y si no, te mato. Por eso hay que ir menos a lo cosmético y profundizar más».
Se refiere también a la violencia de género, a los protocolos de asistencia, a los equipos jurídicos… La charla se alarga, son tantas cosas… Y ella, tan faltita de tiempo como de cadena, empeñada en inaugurarse cada día. !Ay, María, qué jartura, con lo bien que se anda sin mochila!
Nani Carvajal
- Tomás Iglesias Pérez (Conil de la Frontera 1949-Valencia 1996), abogado laboralista, miembro del partido del trabajo de España (PTE) y cofundador de la Asociación Derecho y Democracia. Destacó siempre como persona muy activa en la defensa de los intereses de los trabajadores, en las luchas de los movimientos sociales y por el restablecimiento de las libertades y el régimen democrático, frente al franquismo.
- «Lazos de humo» (2011); «Vaho» (2018); «El granado de Lesbos «(2019) y «Horizonte» (2023).
- «El granado de Lesbos», Galaxia Guttemberg (2018), es la crónica de cómo una periodista y escritora española, andaluza, en pleno impasse profesional, tras la crisis global y su maternidad, pasa de ver en televisión la huida de un millón de refugiados por el Egeo a vivir como reportera el mayor éxodo en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. María Iglesias embarca al lector en el viaje que hizo al otro extremo del Mediterráneo para rodar un documental sobre el caso del arresto, en 2016, en Grecia, de bomberos españoles acusados de tráfico de personas. Y acaba ante un desafío que afecta a toda la sociedad: garantizar en territorio europeo los derechos humanos o violarlos. En sus dos viajes a Lesbos, en 2016 y su regreso allí en 2018 para informar sobre el juicio a los bomberos, María Iglesias constata la violencia institucional sobre víctimas de la guerra siria, del arrasado Irak, del Daesh, los talibanes y otros conflictos de Oriente Próximo