ESPACIO DE DENUNCIA PARA LAS MUJERES QUE HAN SUFRIDO VIOLENCIA OBSTÉTRICA
Ellas han denunciado:
- María Jesús Correa (mujeresdelsur.es): «PARIR»
- Isabel Pérez Romero (mujeresdelsur.es). «CUANDO NO ERES NADIE EN TU PROPIO PARTO»
- Rocío (mujeresdelsur.es): «PARTO LARGO Y SIN COMPASIÓN»
- Lola Arellano (mujersdelsur.es): «EL PASADO, PASADO ESTÁ»
- Cristina Arboleya (mujeresdelsur.es): «SI NO QUIERES FÓRCEPS… TE CORTAMOS MÁS»
- Paula Gómez Rosado (mujersdelsur.es): «DIEZ MESES Y 33 HORAS INOLVIDABLES»
- Susana Limón (mujeresdelsur.es): «EL PARTO SIN DOLOR ES UNA UTOPÍA«
- Nuria Jiménez (mujeresdelsur.es) : «PASÉ POR TRES CALVARIOS QUE SE PUDIERON EVITAR«
El magnífico artículo “Parir”, de Mª Jesús Correa, que publicamos el 9 de febrero en estas páginas de “Mujeres del Sur”, nos ha hecho reflexionar a lectoras y editoras sobre la conveniencia de aportar desde esta revista nuestro granito de arena para combatir la generalizada y, a la vez, silenciada, violencia obstétrica.
Millones de mujeres han sufrido y sufren este tipo de violencia al ser tratadas cuando llegan a los paritorios como meros envases de criaturas que deben ver la luz. Pues bien, esos «embalajes de humanos» en los que nos vemos convertidas las mujeres en los paritorios machistas, llevan ya tiempo plantando cara al sistema con sus denuncias, rechazando públicamenten los métodos hospitalarios deshumanizados y combatiendo esa violencia ginecológica que se practica en millones de espacios sanitarios de todo el mundo.
Los «envoltorios de bebés» se rebelan, crujen y claman su reconversión a lo que nunca debieron dejar de ser: vientres de mujeres cargados de vida.
Necesitamos por ello que se conozca la verdad de cada nacimiento violento para la madre y para el bebé, y que los testimonios de las mujeres que los haya sufrido aporten lucidez a esta situación terrible, injusta y dolorosa que aumenta considerablemente el dolor en los partos. Algo que al sistema no parece importarle lo más mínimo a pesar de las miles de voces profesionales internas que claman contra estos métodos hostiles practicados a diario para traer criaturas al mundo.
Podéis enviar vuestros testimonios a mujeresdelsur@mujeresdelsur.es
Por Facebook, página Mujeres del Sur.
Por X, @DelsurMujeres
Por whatsap al 649347400
Me Too Violencia Obstétrica, 1
9 de febrero 2024
PARIR
Por Mª Jesús Correa
«Hace veinte años que parí. Un momento muy animal, en todos los sentidos. Ese día me sentí más mamífera que nunca, por el hecho en sí, y por ser tratada como una animal, echando por tierra el discurso romántico sobre la maternidad, y sobre el vendido como “el día más feliz de mi vida”. Bueno, depende del cómo. Me explico.«
«Mi hijo vino a este mundo en un hospital público, un día frío de enero, y una semana después de lo previsto. Ese pequeño detalle hizo que los últimos controles fueran por navidad y fin de año. Yo era esa mujer detrás de una barriga. Te abres de piernas y allí mete la mano hasta el apuntador. En ese precioso momento de ver el estado del bebé que, a la sazón, pesaba ya casi cuatro kilos, comentaban sus planes para la Nochevieja, o cómo había sido la cena con los suegros y, de paso, decían “ya está aquí mismo”. Y yo, la mujer tras la barriga, por donde metían la mano entera como para sacar el regalo sorpresa de una rifa, allí expectante, detrás. Ninguna de esas personas era mi ginecóloga, era personal sanitario desconocido para mí, y no se presentaron, eso seguro.«
Yo estaba nerviosa por conocer a mi hijo, como una primera cita, el día que por fin decidió aparecer. Lo que voy a contar a continuación siempre lo he recordado de manera incrédula, resignada, como si no hubiera habido otra opción, como si hubiera sido inevitable, hasta que he sido consciente de que es otro tipo de violencia, y que yo fui víctima.
Aquí comienza el ME TOO DE LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA.
«Cuando llegué al “Maternal”, hoy llamado Hospital de la Mujer, ya con contracciones, me dieron una bolsa de basura verde, me indicaron que debía meter ahí mi ropa y ponerme ese camisón color ala de mosca, que te deja el culo al aire, y que tenía que llevar sin bragas, pero con una compresa entre mis piernas. ¿Me lo explicas? Ya pueden imaginar cómo era mi caminar para que la compresa no se cayera. En esa tesitura estaba: culo al aire, sin bragas y andando como Chiquito, con la bolsa de basura, sin asas, portando mi ropa y una barriga de 10 kilos, cuando aparecieron las cámaras de un programa televisivo haciendo un bonito reportaje. Fui lo más parecida a la niña del exorcista al advertir al periodista que no podía grabarme. Todavía me sorprende que entraran cámaras en esa zona del centro hospitalario, donde debía imperar la intimidad y el respeto.«
«Yo, a lo mío, tenía que conseguir sacar al niño de mi cuerpo, eso era lo único que me importaba. El parto fue todo lo bien que puede ir teniendo en cuenta que no se puede expulsar a un niño de casi 4 kilos tumbada, por la misma razón que no se hacen las necesidades en dicha postura, sino sentada, por la fuerza de la gravedad. El esfuerzo es inmenso y absolutamente contra natura.«
«Si la mujer se encuentra tumbada el trayecto del niño es más largo y contrario a la fuerza gravitatoria. Esto hace que se utilicen instrumentos, como los fórceps en el caso de mi hijo, instrumentalizando en exceso un acto natural».
«La OMS desaconseja el parto con la mujer tumbada, recomendando el parto vertical, pese a lo cual en España parir en horizontal es lo más común, y me temo que solo favorece al personal sanitario. El Ministerio de Sanidad y la Sociedad Española de Ginecología (SEGO) aconsejan intervenir lo mínimo posible en los partos, para que la mujer tenga libertad de movimientos y pueda adoptar la posición más cómoda, y no hace falta ser persona experta en la materia para entender que tumbada boca arriba parir es más difícil, y que la intervención médica excesiva en un parto “normal” puede ser perjudicial. La ONU ya ha condenado a España, al menos en tres ocasiones, por violencia obstétrica.«
«La realidad es que el centro hospitalario no me ofreció otra opción«.
«Tampoco me preguntaron si me parecía bien tener público. Vale que es un Hospital Universitario, pero no está de más respetar la privacidad y la intimidad de la paciente, y comunicarle, al menos, que habrá alumnado presenciando el parto, tu parto.»
«Cuando finalmente mi hijo vio la luz, y procedieron a coserme los puntos, allí había un grupo de, al menos, cinco personas mirando mi cuerpo desparramado, como si yo no existiera, como si no hubiera nadie tras la tela verde que cubría mis piernas.»
«Del paritorio me pasaron a otra sala, donde estuve unas dos horas, sin explicación alguna a la familia. Miraba a mi hijo, que estaba en una especie de incubadora, en el intento de asumir que aquella personita se venía a casa conmigo. Allí un sanitario hombre me apretó el abdomen de una manera brutal, violenta, con el fin de expulsar los restos que pudieran quedar en mi cuerpo. Sin empatía, con agresividad, y espetando: “No te quejes, que si luego tienes infección bien que venís protestando”. Creo que sus gestos y palabras me dolieron más que el parto.»
«Mi decisión de no dar de mamar fue otra piedra en el camino. No porque no fuera respetada, sino por las formas. Mi ginecóloga me había advertido que, una vez parida, tenía que empezar a tomar unas pastillas para que no me subiera la leche. Recuerdo a la enfermera entrando en la habitación preguntando: “¿Cuál es la que no va a dar el pecho?” Y después de levantar mi mano tirarme las pastillas sobre la cama, con desprecio. Mismo modus operandi al traer el biberón que debía dar a mi hijo, dejándome meridianamente claro que mi opción era contraria a lo establecido.«
«Todos estos recuerdos los vives de manera pasajera, porque tu hijo lo ocupa todo. Ser madre es algo demasiado grande y en lo último que piensas es en reivindicar tus derechos. Solo te importa su bienestar y, por eso, olvidas rápidamente lo mal que lo has pasado o cómo te ha tratado el sistema. Pero hace poco leí un reportaje titulado “Contra la violencia obstétrica”, tan silenciada y opaca, y me vi reflejada, me reconocí, y me volvió a doler, el alma esta vez.«Todos estos recuerdos los vives de manera pasajera, porque tu hijo lo ocupa todo. Ser madre es algo demasiado grande y en lo último que piensas es en reivindicar tus derechos. Solo te importa su bienestar y, por eso, olvidas rápidamente lo mal que lo has pasado o cómo te ha tratado el sistema. Pero hace poco leí un reportaje titulado “Contra la violencia obstétrica”, tan silenciada y opaca, y me vi reflejada, me reconocí, y me volvió a doler, el alma esta vez.«
«Quiero pensar que veinte años después las cosas han cambiado, y no dudo que hay personal sanitario que trabaja de manera correcta, pero hay que exigir respeto, empatía y dignidad.»
Abramos este melón. Abramos el ME TOO DE LA VIOLENCIA OBSTÉTRICA. Se acabó.
MARIA JESÚS CORREA, es abogada especializada en violencia contra la mujer.
Me Too violencia obstétrica, 2
15 de febrero 2024
CUANDO NO ERES NADIE EN TU PROPIO PARTO
Por Isabel Pérez Romero
.-Aprendí en mis embarazos que era mujer añosa a mis 33 años
.- También existe la violencia cuando tienes un aborto: un legrado y a tu casa con la sensación de haber fallado.
(15/2/2024)
«Soy madre de un niño y de una niña. Y es verdad que me sentí mal y violentada en mis partos, Sobre todo el primero. Mi madre me educó idealizando el ser madre, era lo mejor y teníamos que ser. Esa es mi generación. Mi primer parto duro 24 horas, no dilataba, en mi habitación entraban para ver como estaba, Abre las piernas, y los dedos dentro, todavía no. Así cada dos por tres, diferentes personas, que alguna de ellas solo decían hola, yo sentía dolor, pero no dilataba, y me sentía humillada. Palabras como, dilatas poco, no te ponemos epidural hasta que no dilates mas, Qué hacía yo para dilatar más , el dolor intenso.»
«Me pusieron la epidural con poca dilatación según la ginecóloga que encima de todo estaba enfadada. No dejaron que entrará en el paritorio ni mi marido ni mi hermana que es enfermera con gran experiencia. Sin explicación, es un parto de riesgo. En ningún momento se dirigieron a mi. Hay que utilizar instrumental. En mi vida me he visto tan humillada, asustada y anulada.»
«Y para colmo cuando nació mi hijo, la enfermera lo saco a qué o viera el padre y la familia. ¡Antes de dármelo a mi«!
«Es cierto que hay profesionales y profesionales. He estado ingresada por otras circunstancias y no me he sentido así. Con la niña me paso algo curioso, el ginecólogo que me vió en la 12 semana,
«no me mira, sólo la ecografía y de pronto SE GIRA HACIA MI MARIDO Y LE DICE, ES UNA NIÑA».
SÍ EXISTE LA VIOLENCIA
«Se quedó a gusto. Ni me preguntó a mi, en esa sala yo no era nadie. Sí, sí existe la violencia. Me he sentido engañada, la maternidad, el ideal, la lactancia. ¡Ah!,. aprendí en mis embarazos que era mujer añosa, 33 años el primero. Con este patriarcado, si parieran ellos , seguro que habrían inventado algo ya.«
«También quiero decirte que la violencia aumenta cuando tienes un aborto, te hacen legrado y a tu casa, con la sensación de haber fallado, (no hay latido, a paritorio legrado, y al lado de una chica con su niño en brazos). Sí, sí hay violencia. y aquellos antiabortista le diría que las mujeres somos muy conscientes de lo que hacemos , y que no es tan fácil. Soy persona para decidir, y quiero ser tratada con dignidad en embarazos y partos.«
Me Too Violencia Obstérica 3
16 de febrero de 2024
PARTO LARGO Y SIN COMPASIÓN
Por Rocío
«Mi parto fue inducido a las 42 semanas, podéis imaginar el numero de horas que pasé para abrir ese canal. Llegué absolutamente sin dilatación sólo con el niño bien colocado y el cuello del útero permeable. Pues bien, fuí a las 8.00 am, me pusieron un gel pero no dio frutos, luego me rompieron la bolsa introduciéndome un pincho mas largo que los de los pinchos morunos que comemos… y tampoco dio resultados, hasta que decidieron empezar con la oxitocina, un bote detrás de otro…… por fin a las 18.00 pm aquello empezó a dilatarse como para entrar en paritorio, momentos en los que pedía la epidural sin cesar pero tras varias omisivas me terminaron respondiendo que sería contraproducente porque desaceleraría el parto.»
«Pues bien, ya en el paritorio, muerta de dolor y sin poder hacer las respiraciones que me enseñaron el curso de preparación al parto, solo podía gritar y llorar… una vez que la cabecita de mi hijo asomaba usaron fórceps para la extracción final, y previamente me habían hecho la episiotomía.«
«Mientras el ginecólogo me cosía me dijo que mejor no me diría el numero de puntos que me estaba dando….hecho que me dolió casi tanto como los puntos en sí.«
«Mi recuperación fue buena excepto el pequeño detalle de que me quedó toda esa zona altamente sensible y dolorida, dejándome el perineo en carne viva por lo que durante años no pude mantener relaciones sexuales satisfactorias».
Me Too Violencia Obstétrica, 4
19 de febrero 2024
«EL PASADO, PASADO ESTÁ»
Por Lola Arellano
«El término de violencia obstétrica lo conocì unos 15 años después de haber parido. Como muchos otros términos que gracias al feminismo arrojan luz al sufrimento que padecemos«.
«Mi caso fue el siguiente: un par de semanas antes del parto yo partí aguas, me encontraba preparando una butaca donde yo queria acunar a mi hijo una vez naciera. Le hice una funda de flores muy bonita y estaba agachada cogiendole el dobladillo, qué cosas, cuando de repente noté un liquido caer por mis piernas que formó un charco y lo recogí con una fregona. Me sucedió un par de veces, yo tenia claro lo que era. Inmediatamente me fui al hospital y tras un rato en la sala de espera una doctora me examinó y me dijo que estaba todo bien, pese a mi insistencia de que había perdido líquido. Me dijo que puede que tuviera alguna grieta pero nada más. Es decir. No me creyó cuando le dije que tuve que recoger el agua con la fregona.»
«Al cabo de una semana me desperté de madrugada con fiebre alta y tiritando. Fuimos inmediatamente al hospital y despues de reconocerme, en la consulta le pregunté al medico si podía ponerme la epidural ya que no me encontraba con fuerzas. El mèdico me miró de mala manera y me dijo lo siguiente»:
«Usted no se pregunte eso, mas bien preguntese que tiene un parto de alto riesgo y veremos a ver si sale de esta».
«Inmediatamente volví la cabeza para mirar a mi marido y acto seguido, tiritando, vomité en toda la mesa del doctor. A continuación todo fueron prisas, me pusieron en una camilla y una becaria tenía la orden de hacerme la prueba de la anestesia. El bebé tenía sufrimiento y taquicardias. Me iban a hacer una cesárea. La becaria con los nervios me pinchó 5 veces en un brazo sin éxito. Le dijeron, prueba el otro, me pinchó otras 5 veces y por último entró otra persona que le dijo: ‘Déjalo, se lo hacemos en quirófano’.»
«Una vez en quirofano me pusieron la anestesia total y ya no recuerdo mas. Al cabo de 8 horas me desperté en una sala con otras madres y me dijeron que el bebé estaba ya en la habitacion con mis familiares. Yo no me sentia las piernas y tarde un par de horas más hasta que me llevaron al encuentro con mi bebé».
Fui la última de la familia en conocerlo porque tardé muchas horas en despertar.
Una vez dada de alta, fui con mi bebe a mi médico de cabecera y al intentar explicarle lo que me había pasado me calló la boca de mala manera y me dijo: ‘Bueno, ya el pasado pasado está’».
Me Too Violencia Obstétrica 5
21 de febrero de 2024
21FEB
«SI NO QUIERES FÓRCEPS… TE CORTAMOS MÁS».
Por Cristina Arboleya
En agosto del 2003, con una terible ola de calor, yo estaba embarazada de casi 9 meses. Mi hijo Alfonso debería de nacer el 1 de Septiembre pero la madrugada del 22 al 23 rompí aguas. Estaba sola en casa, mi marido estaba en Málaga trabajando. Sola y triste, a las 8 de la mañana lo llamé y también a mi madre, para decirles que me iba al hospital.
El primer mal rato lo pasé en el taxi porque el conductor me dijo: ‘No se le ocurra parir aquí‘. Le conteste que no se preocupara, que no se me ocurriría…
«Al llegar, lo primero fue una señora con un guante que metió la mano para ver la dilatación y yo me retorcí de dolor».
Al ver mi reacción me dijo: «Esto lo hago yo muchas veces y nadie se queja». Horas de monitores sin dejar pasar a ningún familiar. Paso después a paritorio y un enfermero se me sube encima para que el niño salga, y al ver que no salía, el médico coje los forceps. Le digo que eso no lo use con mi hijo, y me responde:
Bueno da igual… te cortamos más.
Habían pasado 37 horas desde que rompí aguas y yo no entendía porque no me hicieron una cesárea pues el niño estaba ya sin líquido. Pero, felizmente, mi Alfonso nació bien, y sin forceps.
Cuando me devuelven a la habitación aparecen 3 médicos preguntándome si me duele la cabeza. Les digo que no y me dicen que es raro porque tengo la tensión muy alta, ¡altísima! Pero no me dicen cuánto. Me tuvieron tres días tomando medicación para bajar la tensión y por supuesto no me daban el alta hasta que se me ocurre decirle a la enfermera que me tome la tensión en la cama de al lado, por si el de mi cama estaba estropeado. Efectivamente estaba estropeado y la tensión por lo suelos. ¿Es posible que a nadie se le ocurriera eso? Pues si es posible. Pedí el alta voluntaria y me fui.
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1 de marzo 2023
1O MESES Y 33 HORAS INOLVIDABLES
Por Paula Gómez Rosado
Esperaba la menstruación a primeros de junio, pero ya no llegó y pronto se
confirmó el embarazo que recibí con la ilusión de toda primeriza ingenua porque me creí
el relato de la maternidad romantizada, pero ya desde los primeros meses fui
descubriendo la realidad.
Primero llegamos al médico de cabecera, amigo de mi suegra desde la adolescencia, que cuando se lo comentamos, mira al padre de la criatura, como si yo no estuviese allí, y le suelta:
-«Tú porque eres muy joven, pero a mí mi mujer me dice ahora que está
embarazada y le doy una patada.»
Me limité a pensar que era un poco bruto. Y al salir, nos reíamos comentándolo.
Pero quedaban las más gordas. La primera cuando me toca la primera revisión con el
ginecólogo de la Seguridad Social y vamos mi chico y yo a la consulta. Cuando lo ve
entrar le dice que se largue. Él reivindica su papel de padre y quiere estar presente, el
médico se pone borde, yo mientras aprendiendo a subirme en ese aparato espantoso y la
enfermera intentando que no me afectara la discusión a voces que tenían ambos.
Posteriormente tuve una plaquetopenia y necesité de un hematólogo que
me estuvo tratando porque en la consulta “eso se da en algunas embarazadas y después
desaparece”.
Cuando cumplí la octava falta, fui a la consulta por última vez y me dijo, el mismo
ginecólogo, que posiblemente naciese antes de tiempo porque el bebé era muy grande.
Que ya no tenía que volver y cuando me pusiese de parto, me fuese al maternal. Pero
estábamos ya en marzo y Jorge todavía no daba señales de querer salir. Preocupada pido
cita y en consulta el ginecólogo ni me recibe: si estoy bien, a esperar. Seguramente me
habría equivocado en las cuentas.
El 5 de marzo, sobre las seis de la mañana, me despierto intranquila con unas
ganas enormes de orinar y al levantarme de la cama, veo que he roto aguas. Llamo al
padre, que se pone nervioso y ya quería correr y lo tranquilizo. Limpio el piso, me dio por
ahí, mientras él va a buscar a su madre, empiezan a llegar mis amigas-vecinas y ya a
media mañana vamos al maternal. Me echan para atrás y me dicen que vuelva cuando las
contracciones sean seguidas. Nadie me habla de la posibilidad de que el líquido amniótico
se infecte y salga oscuro, cosa que no ocurrió. Al llegar la noche, se aceleraron las
contracciones y por no verlo a él nervioso y que me lo contagiara a mí, fuimos hasta tres
veces al hospital hasta que me dejaron ingresada.
Y empieza la peor parte: Una sala con un grupo grande de mujeres a punto de
parir, cada una con su forma de expresar/controlar el dolor: unas gritaban, otras lloraban,
otras respiraban, otras apretaban puños y boca… Una enfermera se acerca a una señora,
más mayor, que gritaba y le dice:
-«Cuando lo estabas haciendo no te acordabas de esto, porque tú ya sabes a qué vienes que tienes seis».
Me afecta el maltrato y voy a responderle en favor de la señora, pero ya se había
ido. Al rato me entran ganas de ir al baño y cuando estoy orinando, sin sentarme en el
váter, llega otra vez la enfermera y me empieza a reñir sin yo entender lo que me dice.
Hasta que ya termina más despacio:
-«¿Qué quieres, echar el niño al váter?»
Y yo sin fuerzas para contestar. Estaba allí desde las ocho, eran casi las doce y llevaba 30 horas sin descansar. Pasé a reconocimiento varias veces, cada vez un ginecólogo distinto.
«Nadie decía nada, como si yo no estuviera, sólo mi barriga».
De pronto llega una enfermera que me pregunta si soy «la Paula». Le respondo y se presenta: la mujer de un amigo. Por fin me tranquilizo. Al rato, me llaman a paritorio de nuevo y me da una contracción justo al subirme me paro y la misma enfermera vuelve a reñirme empujándome. Le digo que si ella tiene hijos y me contesta:
-«No, me los ha traído la cigüeña».
En ese momento, un nuevo ginecólogo me atiende, muy amable, me explica la
situación y me dice que me van a subir a planta que debo estar rendida. En la habitación
me ponen una inyección para acelerar el parto. A las tres nacía Jorge y yo estaba
dormida, aunque pedí que no me sedaran, pero había problemas porque el niño venía de
cara. Me hicieron la episiotomía. Cuando desperté, me vi en una sala con varias mujeres
dormidas, entonces nos anestesiaban a todas, todavía no había llegado la epidural y no
habías prácticamente partos naturales.
Me llevan a la habitación. Cuando ya estoy medio despierta, traen al niño, había
pesado 3.950 pero era puro hueso, tanto que el primer mes en casa sólo con el pecho se
puso en 6 kilos, pero en el útero había perdido peso.
Cuando el padre lo ve me cuenta que se ha llevado otro susto. Le habían comunicado el nacimiento de Jorge y empezaron a llamar a las familias de los recién nacidos. Como no lo llamaban, se acercó a ventanilla y le dijeron que dentro no quedaba ningún bebé. También él y su madre, otro sofocón. Finalmente se lo trajeron sin explicaciones pasado un buen rato.
El niño lo habían sacado con fórceps y tenía la cabeza en forma de balón de rugby que poco a poco se le fue corrigiendo aunque la señal roja en la frente estuvo muy visible hasta hacerse adulto.
Y me fui con mi bebé a casa, con mis puntos y sin que nadie me dijera cómocurarme esa enorme herida. Jorge nació el 6 de marzo de 1979. A primeros de mayo ya estaba trabajando en Lebrija, que era aquel año mi destino. Yo aún no me había repuestoy además tuve que dejar de darle el pecho de la noche a la mañana. El niño me buscaba la teta y yo sufrí los dolores de la retirada durante un tiempo. El médico me dijo que me aguantara, de nuevo.
Hoy tengo claro que nos vendían la maternidad con engaños y lo peor que veo a
algunas mujeres jóvenes que siguen teniendo una idea romantizada de todo el proceso
embarazo-parto-crianza. Pero si intento explicarles que no es así, aunque tener una hija o
un hijo es emotivo y entrañable, la gente del entorno se pone en guardia. No hemos
avanzado tanto.
Me Too Violencia Obstétrica 8
11 de marzo de 2024
«EL PARTO SIN DOLOR ES UNA UTOPÍA«
.-«He sido víctima de violencia obstétrica. Mi primer parto no lo recuerdo como el bonito momento que esperaba».
Por Susana Limón
Cuando la niña nació yo estaba agotada y sin fuerzas para cogerla en brazos. Los labios morados de apretar, sin epidural porque, como no grité a los cuatro vientos lo mucho que me dolía, cuando me la fueron a poner ya era demasiado tarde.
Habia estado dos meses antes preparándome para un parto sin dolor . Cosa que ahora lo veo como una utopía. No comprendo a esas madres que dicen que prefieren partos sin epidural, para sentirlo todo.
«Parir a pelo es el gesto más brutal de la humanidad.«
Aún recuerdo la receta del pastel de atún de la que hablaban las enfermeras.Cuando les preguntaba por mi epidural, me contestaban: eres primeriza, ¡aún te queda mucho por dilatar! Me moría del dolor, y sentia que me rompía en dos, no me dejaban ponerme de pie, me regañaban para que me tumbase .
Me trataron de forma deshumanizada y con falta de empatía. Para ellas, yo era solo una más. Como la chica que estaba a mi lado, no paraba de grita, le pusieron la epidural enseguida.
En fin … un mal recuerdo. Lo comenté incluso con la ginecóloga en la primera consulta que tuve con ella y me dijo que escribiese una carta de reclamación al hospital. Pero nunca lo hice porque ya me nublé con mi niña en el mundo.
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Me Too Violencia Obstétrica 8
17/3/2024
PASÉ POR TRES CALVARIOS QUE SE PUDIERON EVITAR
.- Un testimonio desgarrador de la violencia obstétrica que se practica tanto en la Sanidad pública como en la privada.
Por Nuria Jiménez
Me costó muchísimo quedarme embarazada, empecé a intentarlo con 24 años y me quedé a los 26. Me decía el ginecólogo que estaba obsesionada y que así era más complicado. La verdad que un poco sí lo estaba pues me compraba los predictor de 10 en 10. Me hice todo tipo de pruebas para ver si tenía algún problema y estaba todo bien.
Estoy diagnosticada desde muy joven de esclerosis múltiple y mi neurólogo me desaconsejaba parir, pues en el postparto podría darme un brote. El embarazo no era peligroso pues al gestar tienes un “cuerpo extraño” y al ser una enfermedad autoimmune no te “autoatacas” con tus defensas. Me daba miedo el parto y lo que pudiera pasar después, pero estaba deseando tener niños.
Me fui de viaje a Oslo y cuando vine no me bajaba la regla: por fin me hice la prueba y me dio positivo. Súper feliz y encantada. El embarazo me lo llevo el ginecólogo que era amigo y me veía en la pública, el embarazo lo llevé muy bien, estaba feliz, hice la preparación al parto para estar informada y preparada, pero nada más lejos de la realidad.
MOMENTO PARTO
La niña no quería salir, yo estaba ya más que cumplida, trabajé hasta el último día, ya habían pasado las 42 semanas y me dijeron que si no empezaba el parto tenia que ingresar para provocarlo. Aquel día fui por la mañana temprano al ginecólogo y me toquetearon para ver si empezaba solo, que fue un horror, por la tarde tuve que ir al hotel Los Lebreros porque estábamos organizando un evento y allí empezaron las contracciones y recuerdo que expulsé el tapón mucoso.
«Me fui a mi casa a prepararme y coger las cosas para ir al hospital, yo estaba súper feliz y súper gorda, puse 30 kg».
Cuando ya llegamos no había dilatado nada, me pasaron a una sala y me rompieron la bolsa, yo preguntaba continuamente, porque la información te da seguridad, pero no me contestaban nada, me rompieron la bolsa y punto. Me mandan de nuevo a la habitación y me ponen oxitocina para hacerme dilatar y empiezan unas contracciones insoportables cada 2 minutos, no había tregua.
No me podía mover porque estaba monitorizada y así me pasé como 8 horas, hasta que llegó alguien que no era mi médico y me puso la epidural, pasaron otras 8 horas… las primeras 5 bien pero las últimas BRUTAL: se me había caído el catéter de la espalda y por más chute que le ponían al gotero, la medicación estaba cayendo en la cama, nada de calmante para mi. Pero, a su vez, la oxitocina si me entraba porque la tenía puesta en el brazo con una vía directa en vena, por más que lo decía lo achacaban a que era primeriza y muy quejica.
Me pasaron a paritorio pues ya estaba dilatada después de miles de horas. Una vez allí vino mi ginecólogo:
«Yo le decía que ¡menos mal que tenía la epidural! porque a pelo debería de ser horroroso, y nadie se dio cuenta que no tenía epidural ninguna.»
La niña no bajaba y por lo visto eso suele pasar cuando las madres tenemos hiperlordosis, que a los bebés les cuesta bajar por la curvatura de la espalda. Me pusieron forceps y, cada vez que me daba una contracción, se me subía encima -metiéndome el codo en el esternón con todas sus fuerzas- un médico enorme.
«Así consiguieron sacarme a la niña, que la pobre salió con heridas en la cabeza del tute que le habían dado».
Tuve un desgarro brutal. Yo lo notaba todo y, por fin, el médico se dio cuenta de que no tenía anestesia, entonces me anestesiaron localmente para coserme.
Luego, cuando me llevan a la sala de despertar con unos tiritones horrorosos, no me dieron a mi niña: la pusieron alejada de mí con luz infrarroja, yo pedía una y otra vez que me la trajeran que yo le daba calor con mi cuerpo. Nada de nada, así que me levanté, la cogí y la metí conmigo en mi cama. Cuando vino la matrona me dio una regañina tremenda… fue todo un poco traumático y bueno… ya lo que todas sabéis, esa felicidad que te da tener a tu niña en brazos…
«Mi niña era feísima, pero fea fea, la pobre estaba deformadita de tanto sufrimiento. Pero vamos que asumía ya que mi feilla era lo que más quería del mundo. Me costó recuperarme más de un mes, no podía ni andar.»
El parto de los otros dos también fue un calvario. Con la segunda me fui a la privada -también me hicieron la maniobra para intentar adelantar el parto- pero al nacer la niña le rompieron la clavícula y nadie se dio cuenta. Con el tercero estuve ingresada el último mes y el parto fue también tremendo.
Ahí están los tres, ya grandes y guapos, ojalá cuando a mis hijas les toque parir ya no se hagan las barbaridades que nos hicieron a nosotras. Muchas gracias.