PASÉ POR TRES CALVARIOS QUE SE PUDIERON EVITAR
.- Un testimonio desgarrador de la violencia obstétrica que se practica tanto en la Sanidad pública como en la privada.
Por Nuria Jiménez
Me costó muchísimo quedarme embarazada, empecé a intentarlo con 24 años y me quedé a los 26. Me decía el ginecólogo que estaba obsesionada y que así era más complicado. La verdad que un poco sí lo estaba pues me compraba los predictor de 10 en 10. Me hice todo tipo de pruebas para ver si tenía algún problema y estaba todo bien.
Estoy diagnosticada desde muy joven de esclerosis múltiple y mi neurólogo me desaconsejaba parir, pues en el postparto podría darme un brote. El embarazo no era peligroso pues al gestar tienes un “cuerpo extraño” y al ser una enfermedad autoimmune no te “autoatacas” con tus defensas. Me daba miedo el parto y lo que pudiera pasar después, pero estaba deseando tener niños.
Me fui de viaje a Oslo y cuando vine no me bajaba la regla: por fin me hice la prueba y me dio positivo. Súper feliz y encantada. El embarazo me lo llevo el ginecólogo que era amigo y me veía en la pública, el embarazo lo llevé muy bien, estaba feliz, hice la preparación al parto para estar informada y preparada, pero nada más lejos de la realidad.
MOMENTO PARTO
La niña no quería salir, yo estaba ya más que cumplida, trabajé hasta el último día, ya habían pasado las 42 semanas y me dijeron que si no empezaba el parto tenia que ingresar para provocarlo.
Aquel día fui por la mañana temprano al ginecólogo y me toquetearon para ver si empezaba solo, que fue un horror, por la tarde tuve que ir al hotel Los Lebreros porque estábamos organizando un evento y allí empezaron las contracciones y recuerdo que expulsé el tapón mucoso.
«Me fui a mi casa a prepararme y coger las cosas para ir al hospital, yo estaba súper feliz y súper gorda, puse 30 kg».
Cuando ya llegamos no había dilatado nada, me pasaron a una sala y me rompieron la bolsa, yo preguntaba continuamente, porque la información te da seguridad, pero no me contestaban nada, me rompieron la bolsa y punto. Me mandan de nuevo a la habitación y me ponen oxitocina para hacerme dilatar y empiezan unas contracciones insoportables cada 2 minutos, no había tregua.
No me podía mover porque estaba monitorizada y así me pasé como 8 horas, hasta que llegó alguien que no era mi médico y me puso la epidural, pasaron otras 8 horas… las primeras 5 bien pero las últimas BRUTAL: se me había caído el catéter de la espalda y por más chute que le ponían al gotero, la medicación estaba cayendo en la cama, nada de calmante para mi. Pero, a su vez, la oxitocina si me entraba porque la tenía puesta en el brazo con una vía directa en vena, por más que lo decía lo achacaban a que era primeriza y muy quejica.
Me pasaron a paritorio pues ya estaba dilatada después de miles de horas. Una vez allí vino mi ginecólogo:
«Yo le decía que ¡menos mal que tenía la epidural! porque a pelo debería de ser horroroso, y nadie se dio cuenta que no tenía epidural ninguna.»
La niña no bajaba y por lo visto eso suele pasar cuando las madres tenemos hiperlordosis, que a los bebés les cuesta bajar por la curvatura de la espalda. Me pusieron forceps y, cada vez que me daba una contracción, se me subía encima -metiéndome el codo en el esternón con todas sus fuerzas- un médico enorme.
«Así consiguieron sacarme a la niña, que la pobre salió con heridas en la cabeza del tute que le habían dado».
Tuve un desgarro brutal. Yo lo notaba todo y, por fin, el médico se dio cuenta de que no tenía anestesia, entonces me anestesiaron localmente para coserme.
Luego, cuando me llevan a la sala de despertar con unos tiritones horrorosos, no me dieron a mi niña: la pusieron alejada de mí con luz infrarroja, yo pedía una y otra vez que me la trajeran que yo le daba calor con mi cuerpo. Nada de nada, así que me levanté, la cogí y la metí conmigo en mi cama. Cuando vino la matrona me dio una regañina tremenda… fue todo un poco traumático y bueno… ya lo que todas sabéis, esa felicidad que te da tener a tu niña en brazos…
«Mi niña era feísima, pero fea fea, la pobre estaba deformadita de tanto sufrimiento. Pero vamos que asumía ya que mi feilla era lo que más quería del mundo. Me costó recuperarme más de un mes, no podía ni andar.»
El parto de los otros dos también fue un calvario. Con la segunda me fui a la privada -también me hicieron la maniobra para intentar adelantar el parto- pero al nacer la niña le rompieron la clavícula y nadie se dio cuenta. Con el tercero estuve ingresada el último mes y el parto fue también tremendo.
Ahí están los tres, ya grandes y guapos, ojalá cuando a mis hijas les toque parir ya no se hagan las barbaridades que nos hicieron a nosotras. Muchas gracias.
Podéis enviar vuestros testimonios a mujeresdelsur@mujeresdelsur.es
Por Facebook, página Mujeres del Sur.
Por X, @DelsurMujeres
Por whatsap al 649347400