La modelo y diseñadora australiana diseña lencería femenina al margen de los cánones de belleza establecidos.
– Entre sus clientes más conocidos está la cantante Beyoncé.
– La lencería de la diseñadora australiana cuestiona la perfección que enseñan las revistas.
– Critica la doble moral de la industria de la moda con las tallas grandes.
– Sus diseños valoran el cuerpo de todas las mujeres.
Por Patricia Martín
Michaela Stark comenzó a crear sus propios diseños sobre encajes, corsés, perlas y lazos, adaptándolos al cuerpo femenino para realzar cada curva, pero tratando de humanizarlo y vestirlo de normalidad. A partir de ahí, la activista desarrolló su propio concepto sobre la moda como una liberación, no como un acto social.
Por eso decidió diseñar en su habitación y fotografiarse ella misma para trabajar junto a grandes modistos, como Jean Paul Gaultier. Sin embargo, este salto a la industria le costó la pérdida del control sobre su trabajo. “En algunas de mis colaboraciones sentí que mi arte y mi cuerpo se estaban alejando de mí, expuse mi vulnerabilidad en la cámara y en el set, porque es la forma en la que se trabaja, pero no tenía el control sobre ello, esa imagen ya no me pertenecía a mí”, confiesa la activista sobre la forma de trabajar de los fotógrafos y las revistas.
La cultura del bikini
Las colecciones de Stark dan visibilidad a un colectivo que la propia industria ha querido ocultar tras el foco de las pasarelas y lo hace desde el punto de vista más romántico:
“He crecido en la cultura del bikini, donde estar gorda no era algo sexual y tenías que esconderlo”.
Tanto las poses de la artista como sus piezas de lencería no obedecen a los cánonces de belleza socialmente aceptados, sino que ensalza todas las formas y texturas del cuerpo de la mujer: “Es muy satisfactorio el hecho de aprender a controlar a sexualizarte ante la cámara y sentirte segura de ti misma con tu cuerpo y compartir ese punto de vista con el espectador”.
A pesar del esfuerzo de la industria textil por parecer más íntegra y plural, no es oro todo lo que reluce. Michaela ha sido testigo del trato que reciben entre bambalinas las modelos de tallas grandes. “Muchas veces a las modelos no les queda bien la ropa y tienen que ir desnudas en el set, como si se esperara que se sintieran cómodas”.
Las tallas grandes más caras
El mundo de la moda solo está dispuesto a luchar por la inclusión si esto le va a salir barato, afirma Stark y las prendas de tallas grandes tienen un gran coste económico, por eso no las fabrican.
“Los diseñadores hacen ropa para mujeres delgadas porque es más barato y fácil, hacerlo para otras tallas es difícil y caro porque cuando ganas peso, cambian las diferentes zonas del cuerpo”.
Por eso, continúa la diseñadora australiana, “no voy a dar nombres, pero grandes diseñadores crean piezas para las modelos en sus desfiles que luego no están disponibles en las tiendas. Lo hacen para darse publicidad, pero es una vergüenza”.
El futuro del mundo de la belleza está en manos de los jóvenes diseñadores que, según apunta la activista, ya están trabajando en cambiar la industria de la moda. Como apunta Stark, «deberíamos crear una pieza para cada tipo de cuerpo».