
LLUEVE A RABIAR
«…Si quienes nos gobiernan hicieran el trabajo para el que les hemos votado, es decir, trabajar para el bien común, deberían aprovechar esta bonanza de agua para tomar medidas que eviten en el futuro episodios de seguía pertinaz y angustia ciudadana.»
Por Cristina Martínez

Se nos inunda media España y hay que liberar agua de los pantanos, aparte de tomar medidas para que no vuelva a repetirse el espantoso episodio de Valencia, ahora bien, ya está, no hacemos nada más. Las administraciones regionales y el gobierno central están demasiados afanados en sus asuntos, en sus guerras de poder, en sus peleas de partido, en sus enfrentamientos y en sus mil casos de corrupción, ¡menudo ejemplo!, como para ocuparse de esto.

España ha tenido épocas en las que se moría de sed (aunque tenemos una memoria muy corta, todo el mundo recuerda las cuatro horas de agua al día de hace dos veranos), ahora bien, si quienes nos gobiernan hicieran el trabajo para el que les hemos votado, es decir, trabajar para el bien común, deberían aprovechar esta bonanza de agua para tomar medidas que eviten en el futuro episodios de seguía pertinaz y angustia ciudadana. Los ecologistas están más que hartos de predicar en el desierto. Los árboles, miles de árboles plantados en todos los eriales y tierras no agrícolas que tenemos en España, retendrían el agua en sus raíces evitando las inundaciones y atraerían a las nubes, porque no lo olvidemos,
«los árboles son quienes enamoran a las nubes y las atraen para que descarguen el regalo de la lluvia, asi pues, los árboles nos protegerían de sequias futuras.«

Los árboles disminuirían además el CO2 de la atmósfera haciendo nuestro aire más respirable, serían refugio para la fauna y flora, y una fuente de riqueza para el país, si se explotan adecuadamente todos sus recursos: frutos, madera para la construcción y así evitar el plástico que nos está acortando la vida y otros productos naturales y ecológicos. Por otra parte, proporcionarían sombra y refrescarían el ambiente frente al aumento de las temperaturas…
Tenemos un país maravilloso y una gente maravillosa y unos gobernantes que no nos merecen, pero también somos culpables de que nos importe más un partido de futbol que una catástrofe medioambiental, y de que pudiendo tomar medidas, tengamos una actitud pasiva, peligrosamente permisiva y conformista.
Si queremos un país mejor para las futuras generaciones, no tenemos más remedio que reaccionar y, como diría Blas Infante, levantarnos.
Cristina Martínez Martín es escritora, profesora jubilada, empresaria y feminista.