EL PUZLE CUYAS PIEZAS NO TERMINAN DE ENCAJAR
– Las pocas mujeres que hay en las Juntas de Gobierno llegaron a partir de los años 80.
– La primera mujer capataz es cordobesa y en Granada, costaleras procesionan el Paso de Nuestro Padre Jesús del Trabajo.
– La ausencia de medidas de conciliación y el machismo impiden una mayor presencia femenina en la Semana Santa andaluza.
Por Melchor Villaba
La Semana Santa es tradición, y como tal, mantiene arraigadas formas de actuar que cada día más, reflejan una gran separación evolutiva con la sociedad actual. A nadie le extraña ver una cuadrilla de costaleros tras un Misterio cualquiera, o comprobar cómo casi siempre son hombres los capataces de la Virgen, en cualquiera de sus advocaciones. Sin embargo, pocas son las mujeres que portan varas de mando en las zonas de presidencia que ocupan las juntas de gobierno en los recorridos procesionales. Mujeres del Sur ha querido conocer las razones de esta situación y analizar la realidad del papel de la mujer en la Semana Santa andaluza.
Tardaron, pero ya están aquí
Mucho sabe sobre esto Manuel Jesús Roldán, historiador del arte y gran conocedor de nuestra Semana grande. Riguroso y contundente asegura que la aparición de la mujer en la Semana Santa tardó bastante en llegar:
M.J.R.:-“Las primeras mujeres no llegan a las Juntas de gobierno hasta bien entrados los años ochenta y noventa del pasado siglo -salvo excepciones-. Hubo que esperar incluso a las imposiciones de la autoridad eclesiástica para que las mujeres acabaran siendo miembros activos de pleno derecho. Y aún así, el panorama actual de la foto de las juntas de gobierno todavía nos habla de una presencia masculina imperante y generalizada”.
En su libro, “Historia del arte con nombre de mujer Roldán afirma que “Desde el punto de vista de la historiografía seguimos viviendo de los libros y escritos del siglo XIX y la mentalidad decimonónica es especialmente masculina y relega a un segundo plano el papel de las mujeres. Y, además, a la habitual marginación de la mujer en siglos pasados se añade un punto de “masculinidad” añadido en las cofradías, especialmente en toda una serie de componentes que podríamos entender “de fuerza física”, desde el trabajo en madera hasta el hecho de llevar pasos”. Pero no nos engañemos, devotas ha habido siempre y mujeres en los cortejos, también.
“Estoy escuchando lo que veo y estoy viendo lo que escucho”.
Una semana en la que Andalucía volverá a contener la respiración en noches donde los sentidos se unen. El olfato, la vista, el tacto y el oído se hacen uno para entender, de una manera peculiar, quién es Dios y quién es su madre. Un sentimiento que estemece a quien se acerca a contemplar tronos y pasos… Hasta el propio músico Igor Stravinsky, al escuchar la marcha «Soleá, dame la mano«, acompañando a la Virgen del Refugio de la Hermandad de San Bernardo de Sevilla, afirmó impresionado: “Estoy escuchando lo que veo y estoy viendo lo que escucho”. Mehor Villalba
GEMA FERNÁNDEZ, LA PRIMERA CAPATAZ DE CÓRDOBA
El capataz o mayordomo, conforma uno de los papeles con mayor responsabilidad de la Semana Santa y es una posición más que masculinizada, aunque su techo de cristal se resquebraja un poco cada año que pasa. Gema Fernández Camino lo sabe bien. Ella es, ni más ni menos, la primera mujer capataz de la provincia de Córdoba. Fue su Hermandad de las Palmeras la que le dio la oportunidad de cumplir su sueño.
G.F.C.: –“Una decisión difícil y complicada pero que, ante todo, fue tomada en firme y que así tenía que ser. Que yo me convirtiera en la primera mujer capataz de Córdoba marcó un antes y un después en la Semana Santa de la capital. Fue abrir las puertas, como ya lo hiciera la Hermandad del Amor con su cuadrilla de mujeres para María Santísima de la Encarnación. Se hizó parte del camino, tanto en el mundo del costal como en la Semana Santa en general”, Una valiente en un mundo de trabas donde, gracias a su profundo conocimiento de la Semana Santa, su trabajo como costalera, su fe y un corazón humilde ha conseguido ser la primera de una lista que ojalá, como ella dice, sea “el principio de algo grande”.
PALOMA SABORIDO, LA CAMARERA DEL AMPARO
Camarera de la Virgen del Amparo de Málaga -Hermandad de la Pollinica-, varios cargos en la Junta de gobierno, pregonera de la Semana Santa 2019 y profesora titular en la Facultad de Derecho de la UMA, Paloma Saborido lleva 48 años en su cofradía de calle Parras, la que, según sus propias palabras, “me ha acompañado en todos y cada uno de los momentos de su vida”. A pesar de que la malagueña reconoce que para ella los momentos previos a ponerse el atuendo en la mañana del domingo de Ramos es la imagen culmen de su Semana Santa, mucho va a costarle olvidar la tarde noche de Cuaresma del 2019 cuando se convirtió en la sexta mujer pregonera en la capital de la Costa del sol. La camarera del Amparo reconoce estar muy agradecida. “Es el motor por el que empieza la Semana mayor y un acto eminentemente social de la propia ciudad”, dice.
MACHISMOS INDIRECTOS
Pero aunque Paloma ve cómo en todas las Hermandades cada vez hay mayor equidad entre hombres y mujeres, también es conocedora de los machismos indirectos que las mujeres siguen sufriendo hoy en día en las cofradías por parte de muchos de sus hermanos:
P.S.:–“Se producen algunas circunstancias que son excepcionales, como algunos cofrades que siguen imponiendo trabas en la participación de la mujer en el puesto de acólito, por ejemplo. Y eso se produce bajo el velo de la traición. Hay que alzar la voz y exigir su cambio, porque Cristo no hizo distinciones de ninguna de las maneras, y eso no puede existir en las cofradías”.
Sin embargo, lo que más le preocupa a la Hermana de La Pollinica es que se sigan utilizando técnicas indirectas que impiden a la mujer participar de manera formal en determinados asuntos. Como la exigencia de tallas mínimas a la hora de portar un trono, medidas que se crean acorde a la estatura media de los hombres, no de las mujeres, lo que excluye a la mayoría de ellas.
Pero hay más. La escasa participación de la mujer en las Juntas de gobierno, donde se toman las decisiones importantes, es otro de los temas que perturba a la cofrade.:
P.S.:–“En las cofradías, en pleno siglo XXI, no se ha completado un proceso de adaptación. No hay conciliación y la forma de reunirse sigue siendo la misma que en los años 60 y 70. Y la mujer, inmersa ya en la sociedad laboral y que no ha abandonado la responsabilidad de su hogar, lo que no puede hacer es implicarse en una organización que no facilita esa conciliación y que no arbitra un mecanismo para que ella participe”.
Visibilidad, compañerismo e igualdad son, asegura Saborido, claves para seguir entendiendo el sentido de la Semana Santa, manteniendo su tradición, pero con una identidad más cercana a la realidad actual.
SABRINA Y LUCÍA RUIZ LARA, DOS HERMANAS COSTALERAS
Fuerza y mujer han sido y son ingredientes que, como el agua y el aceite, no terminan de encajar en muchas mentes aunque, afortunadamente, poco a poco se van produciendo significativos avances. En 1983 y bajo el manto de la Virgen de la Encarnación de la Hermandad del Amor de Córdoba, un grupo de mujeres comenzaron a mover hilos para que esta imposición cambiase, convirtiéndose años después en la primera cuadrilla de mujeres de la provincia y de Andalucía.
Mujeres llevando a su Virgen, un hito escrito para siempre en la historia de la tradición y la fe. Sin embargo, fue en Granada donde otras mujeres decidieron dar una vuelta más de tuerca y convertirse en costaleras de un Misterio: Nuestro Padre Jesús del Trabajo. Sabrina y Lucía Ruiz Lara son dos hermanas costaleras que, desde el primer momento, apostaron porque su Hermandad fuese una comunidad inclusiva, de todas y para todas. Claro que los comentarios ofensivos y las muestras de discriminación también han formado parte del currículum cofrade de estas hermanas:
–“Siempre hay quien insinúa que la mujer no es capaz de ser costalera, pero con el paso del tiempo hemos demostrado que somos iguales de capaces que un hombre a la hora de meternos debajo de un Paso para, con un costal y una faja, pasearlo durante 10 horas por las calles de nuestra ciudad”, comenta Lucía.
–“Hubo quien en su momento afirmó que no íbamos a poder terminar nuestra estación de penitencia de una decena de horas”, recuerda Sabrina.
Ambas reivindican la valentía y la importancia de la mujer como los ingredientes que la Semana Santa actual necesita para que la tradición no las coloque en un rincón como si este fuera un mundo de hombres, porque no lo es.
AÚN QUEDA MUCHO POR ANDAR
Acólito, camarera, músico o capataz, hombre de trono o costalera, portador o nazarena de luz… la Semana Santa es tradición y la tradición es la base de una sociedad que conformamos todos y todas. Excluir al 50% de la población es una imposición. Sin escuchar a esa mitad, nunca compartiremos el verdadero significado de la Semana Santa. Mientras llega esa igualdad de género, que se abran las puertas de la basílica en Sevilla y que la Macarena reparta la esperanza que Andalucía necesita para que también ellas puedan saber qué se siente cuando San Gil calla para que su reina pase. (M.V.)