Acabo de verlos pasar desde mi balcón. Eufóricos ellas, ellos y elles. Te habían ganado las primarias. Iban como en manifestación pero sin pancartas, por eso tardé un tiempo en discernir quiénes eran hasta que pude reconocer las credenciales que llevaban colgadas. Se iban abrazando, jaleando…eran los de Espadas pero sin Espadas. El candidato se habría recogido ya en su coche oficial después de salir a hombros de la sede de San Vicente donde los tuyos seguían llorando por las esquinas. Es lo que tienen las primarias…
Alguien ya había anunciado que no te presentarías a la renovación de la Secretaría Regional, doble carambola para estos advenedizos que sin beberlo ni comerlo, sólo por la gracia del dios divino de la Moncloa, habían truncado en estas últimas y malditas semanas todo tu esfuerzo de años. De muchos años, Desde tu juventud. Y me pongo en tu piel y me digo, !cuán imposibles devienen a veces ciertas metas para las mujeres! Incluso para las pocas privilegiadas que se han educado como tú desde dentro del partido, como «uno» más entre ellos. Pero ya ves, mi respetable Susana, no somos iguales ni aprendemos lo mismo. ¿Alguien te explicó cuando todavía eras casi una niña, lo cara que sale la incorrección política incluso dentro del mundo políticamente correcto? ¿Se te advirtió de las consecuencias de decirle al más guapo de la clase que, para guapa, tú?
¿En qué quedó tu educación, Susana, dentro de la organización política más poderosa de España durante décadas y de Andalucía en los últimos 35 años? ¿Qué temario te impusieron y no superaste? Desde luego no fue el de la valentía, que en ese has sido premio nobel pero ya ves, no te ha causado más que problemas: defender una línea política enfrentada al jefe, desterrarlo… No, eso no te lo enseñaron en el partido.
¿Y la propia conciencia? Me temo que tampoco. También en eso has sido autodidacta. Pensar por ti misma, lanzar ideas propias sobre asuntos locales, regionales o nacionales, añadir una mirada de género a lo que tienes delante, valorar con tu particular marcador cada uno de los aspectos de tu gestión en todos los ámbitos… imposible haberlo aprendido entre quiénes no tienen más meta que la del poder y el empeño de disfrazar como gran labor social lo que no es otra cosa que vanidad y egolatría.
!Oh, Susana!, es ahora cuando estás entendiendo que no aprendiste nada en tus años de alumna dedicados a este submundo de la política que es un partido político. Un espacio cambiante y repleto de tejemanejes internos que, cuando las cosas van bien se suavizan y, cuando salen torcidas se te clavan como navajas de Toledo. No me creo que estés graduada en partido, ni en aparato como piensa la gente de ti. Más bien lo contrario. Basta con echar una mirada a tu alrededor para ver cuán diferente del tuyo es el comportamiento de los que han conseguido las notas más altas. Entre tus compañeros ahí tienes a Iceta: para él, mejor ministro que nada y a eso le llama generosidad política. Fuera del PSOE pero buscando entre los aliados fíjate en Garzón que, aunque proviene de la tercera división, domina perfectamente las fórmulas: mil veces ministro antes que candidato. Y no sigo porque esta noche no estás para más historias pero, te insisto, una buena alumna de partido no hubiera dejado nunca escapar un ministerio.
Sé que tu fuerza, tu valentía, tus hijos y tu tieso te van a envolver en la coraza que necesitas para mantener tu propia apuesta dentro de esta inmensa ruleta rusa que es una fuerza política en equilibrio inestable. Y que al menos, la primera lección que te enseñaron que se llama «esperar» la dominas bien. Por eso, no te queda más que echarte a un lado cada vez que el tambor, la culata o el gatillo del poder se desvíen hacia tu ángulo. Si lo consigues obtendrás el máster y, posiblemente, te vuelvan a fichar. Siempre, claro, que entre ellos mismos no se hayan eliminado antes.
Nani Carvajal
13/6/2021