60 AÑOS DE UNA VOZ VIRTUOSA EN LOS BALCONES DE LA SEMANA SANTA ANDALUZA
“Eres morena y gitana…
Eres graciosa y sencilla…
A guapa nadie te gana
cuando sales por Sevilla
Esperanza de Triana”
Por Virginia Giráldez
Esta fue la primera saeta que cantó Paquita Gómez en Sevilla. Tenía 17 años y tuvo que subirse en la silla de un bar para poder ensalzar con su voz a la Esperanza de Triana. Ella hubiera querido cantarle al Gran Poder, en la Plaza de San Lorenzo, adonde acudió ese mismo día con sus padres y tres amigas, pero la bulla se lo impidió. La gente la apartaba diciéndole que se quería colar y ponerse en primera fila por lo que su madre aconsejó al grupo irse para Triana. Corría el año 1963, era muy joven, se estrenaba como saetera y aún no podía imaginarse que lograría ganar dos Premios «Saeta de Oro», con sus respectivos broches de oro, y un monolito que le dedicaría el Ayuntamiento de Sevilla. Así recuerda ella aquel primer momento de su carrera como saetera.
P.G.: -«Estaba la Plaza de San Lorenzo tan llenita de personas, como siempre: ‘Deje usted pasar que esta chiquita le va a cantar, que va a cantar una saeta’. Pero cuando me puse delante del Gran Poder, no le pude cantar saeta. La gente comentaba: ‘Lo que ella quiere es ponerse la primera’. Pues no, no le pude cantar. Me quedé pasmá, sin aliento, porque el Gran Poder hay que verlo en la calle, no hay que verlo en su capilla. Entonces de allí nos fuimos a ver Triana, que venía por el puente y pude cantarle a la Esperanza siendo yo macarena hasta la médula«.
La saeta, un término procedente del latín “sagitta” que en castellano es traducido como “flecha”. Se trata de una oración dirigida al pueblo. Una manifestación musical definida por el escritor Antonio Machado Álvarez como “coplas disparadas a modo de flechazos contra el empedernido corazón de los fieles”. En Andalucía la saeta forma parte del patrimonio cultural y musical y destaca por el sentir de su letra.
P.G.: –«A las personas les gusta una saeta porque la saeta es del pueblo. La saeta no es que tú te pongas detrás del balcón y te escuchen. No, tiene que ser del pueblo. Salir al balcón, y al pueblo, que haya mucha gente; esa es la saeta, pero corta, porque tampoco el costalero puede estar cinco minutos debajo del paso sentado esperando a que termine la saeta. La saeta es una flecha.»
Paquita Gómez es una mujer sevillana que ha aprendido a dominar este arte desde que, siendo niña, descubrió su gusto por géneros musicales como el cuplé, caracterizado por su brevedad y sencillez en la composición. Era el año 1951, cuando la tonadillera Adelita Domingo abrió su Academia artística en Sevilla para promover el aprendizaje entre los jóvenes que querían adentrarse en la tradición folclórica andaluza. Paquita desconocía su devenir profesional pero sí tenía claro que lo suyo era el poder expresarse a través de su mejor herramienta musical: la voz.
P.G.: –«Yo empecé a cantar cuplé en la academia de Adelita Domingo, porque lo mío no era la saeta; lo mío era el cuplé, el escenario, el cuplé andaluz de Rocío Jurado. Era graciosa y entonces mi padre estaba muy contento, pero cuando cumplí 13 años dijo que no, que de cante nada, y entonces me retiró. Había un concurso de saetas y empece a cantar seguiriyas y me ensayaba. Mi madre me decía “pero si yo te he escuchado, yo te he escuchado”. Y yo: “pero mamá que yo canto saetas, yo canto saetas”.
Una figura fundamentalen tanrto en la vidapersonal como profesional de Paquita fiue su marido, el hombre que conoció con 14 años y que para ella fue su maestro en la formación musical.
P.G.: –«Con 14 años conocí a mi marido. Era muy entendido en el cante y una vez le canté una saeta. esa noche me dijo: “Tú tienes que dar el doble de seguiriya porque sino no es saeta. A la saeta tienes que darle el doble de seguiriya”. Y entonces ya me dijo cómo se hacía y yo ya lo hice. La saeta yo la canto por tres estilos: seguiriya, martinete y carcelera».
Su reconocimiento le vendría años después, cuando en 1963, obtuvo su primera “Saeta de Oro” tras participar en RNE como la candidata número 41. Al año siguiente también se presentó y volvió aganar el premio por segunda vez.
P.G.: –«Yo era muy jovencita y me decía que fuera a Radio nacional, que allí iban todos los saeteros, todos los cantaores flamencos y yo me dije, ‘bueno, si es por escucharme…» Lo hice más que nada por eso, por escucharme.»
Aquejada por una bronquitis que le impide proseguir con su oficio, Paquita recuerda hoy con añoranza todo el empeño que puso para hacer llegar al pueblo el sentimiento cofrade desde las calles sevillanas. Ella no tuvo ningún referente musical al que tratar de imitar, se hizo a sí misma. Recuerda que tras obtener el «Broche de Oro«, (que lo hacían en la antigua platería de Félix Pozo), concedido por el Ayuntamiento de Sevilla, los contratos profesionales se sucedieron uno tras otro. Su éxito la llevó a cantar ante los Reyes de España, dice orgullosa.
P.G.: –«No, referente ninguno. Yo escuchaba la saeta así sencilla y yo dije: Pues yo la puedo cantar también. Después los estilos los aprendí con mi novio que me decía: ‘Esta es de la Niña de la Alfalfa, que no tiene nada que ver con martinete’. La saeta de la Niña de la Alfalfa era una saeta muy planita, muy cortita y muy bonita. He estado cantando desde el 63 hasta antes de la pandemia. He estado cantando en los balcones, en los pueblos, en toda Sevilla. He cantado en todos, menos en Los Gitanos, en todos. He ido a Alcalá del Río muchísimos años. He ido a Sanlúcar, a todos los pueblos, a Bollullos…»
M.S.: ¿Ha cantado alguna saeta escrita por Vd. misma?
P.G.: –«No, pero mi marido sí componía muchas. Me decía: ‘Mira aquí le vas a poner esto, aquí le vas a poner lo otro’. Me las arreglaba y me componía muchas. También me han escrito algunas como un joven de Valencina que me preparó unos pocos de folios para que pudiera cantarle a todas las hermandades de Sevilla, porque yo cantaba toda la semana. También el escritor especialista en flamenco,Antonio Zoido, me dedicó un libro escrito por él de saetas, y de ahí sacaba yo todas lasque tengo que son miles».
Paquita Gómez cantaba también en los eventos de la Capitanía General de la Armada, ante autoridades locales y municipales. Su nombre era muy conocido y de hecho, cuando era alcalde el socialista Juan Espadas el Ayuntamiento le dedicó en su barrio de San Jerónimo, un monolito de azulejos blancos en reconocimiento a su labor artística en la ciudad de Sevilla. Ella duda de que la saeta cuente hoy con la acogida que se merece por parte de la juventud.
P.G.: –«En la época de la que hablamos estábamos Pili del Castillo, El Sacri, Pepe Perejil, Mercedes Cubero y una servidora, había unos pocos de saeteros. Ahora la saeta tiene mucho poder, pero no es tan larga. A veces a los jóvenes saeteros habría que decirle cómo se dice y cómo se hace, o dónde tiene que respirar y dónde no. Ahora mismo, aquí en Sevilla veo pocos saeteros, hay más en Huelva o Málaga. Te destacaría a Alex Ortiz, con quien he cantado el año pasado».
La voz de Paquita Gómez dejó de escucharse en los balcones a raiz de la pandemia.«La saeta es muy dura en el balcón», dice. Cuando lo del Covid se complicó aún más porque «para cantarlas se necesita el 100% del oxígeno», nos aclara. Su bronquitis fue concluyente y tampoco puede ayudarse de los micrófonos, «son para las retransmisiones, no sirven para cantar saetas», dice.