
‘I AM A PERFORMER WOMAN’
Una exposición de VERÓNICA RUTH FRÍAS
Comisariada por Margarita Aizpuru, acaba de inaugurarse en Córdoba la exposición «I am a performer woman» (Soy una mujer artista), una muestra de arte que combina performance, vídeo y fotografía. Su autora, Verónica Ruth Frías, nos ofrece a través de su característico humor irreverente y crítica social, una reivindicación de los roles e identidades femeninas, explorando temas como la maternidad, la discriminación de género y la visibilización de las mujeres en el arte.
Por Margarita Aizpuru

Verónica Ruth Frías (Córdoba, 1978) es una artista cordobesa multidisciplinar de amplia trayectoria artística tanto nacional como internacional. Desde hace años, ha acentuado sus trabajos performativos que muchas veces se deslizan hacia otros formatos artísticos. Unas obras visuales a las que aplica una mirada feminista crítica, irónica, comprometida y cuestionadora de los roles asignados a las mujeres, de los estereotipos femeninos en las sociedades contemporáneas y la representación de la mujer en la historia del arte, abogando por la visibilidad femenina en todos los ámbitos y, a la vez, por un cambio cualitativo de la situación de las mujeres en la sociedad patriarcal. Un enfoque bañado con narrativas llenas de empatía hacia las mujeres, resistencia, positivismo y empoderamiento, con ciertas dosis de vitalidad y profundamente ligado a la experiencia personal y creativa de una artista que genera obras de arte de proyección internacional y compromiso local.

La exposición que presentamos de la artista, I am a performer woman, se centra en la performance, fundamental en su práctica artística, para expandirse hacia otros territorios creativos como las instalaciones, los vídeos, las fotografías y los objetos. A la vez que se plantea como una suerte de movimiento artístico que, tomando como referente el impulso del Me Too, pone en marcha acciones y obras donde la performance, sus obras visuales y el activismo se entremezclan, siempre desde una perspectiva creativa, visualmente potente, con una fuerte carga simbólica, bañada de humor e ironía deconstructores y críticos con las desigualdades de género, con la violencia machista y las discriminaciones hacia las mujeres. A su vez, es un proyecto en el que se muestran obras de hace pocos años, versiones reactualizadas, y otras de reciente producción y configuración.

En este proyecto expositivo algunas obras hacen uso del texto que configuran una serie de eslóganes y hashtag históricos y recientes, donde la artista utiliza el color rosa, que aquí usa como símbolo de la lucha y del empoderamiento de la mujer, deconstruyendo el significado estereotipado del color rosa asignado como femenino a lo largo de la Historia. Es algo que vemos en las piezas I am an artista/I am a woman, MeeTo, o las que se refieren a la lucha contra la violencia de género, como en las denominadas Niunamenos y No is No, Yes is Yes. También, en la misma línea, se encuentra una instalación compuesta de una pieza bidimensional y de un video que documenta una performance colectiva de la artista, realizada en la Feria de ARCO de febrero de 2018, bajo el título de I Am a Woman. Y la pieza instalativa objetual I Am, constituida por una serie de prendas de vestir de mujer en tonos rosas y con textos a afirmativos y empoderados, así como un objeto, I am a woman, construido con una serie de cajas que guardan en su interior referencias de obras y proyectos de la artista, textos y de diferentes momentos biográficos, también en tonos rosas.
Siguiendo en el terreno del texto, se ubica el trabajo Las invitadas, un proyecto fotográfico y videográfico, donde la imagen se sigue fusionando con las palabras, pero ahora sobre cuerpos de mujeres que se tatúan, con eslóganes y afirmaciones en sus propias pieles, a modo de señas y reivindicación de identidad propia no estandarizada.

En relación a los libros, como objetos que condensan conocimiento y pensamiento, se encuentra la videoperformance Art Now, y varias fotografías en mediano formato de la misma, realizada por la propia artista y otras mujeres subidas en pilas de libros, de arte y cultura, reflejando el enorme esfuerzo y los enormes equilibrios inestables que las mujeres tenemos que hacer si queremos llegar a las cimas de los sistemas que sustentan el arte y la cultura, a la vez que emiten frases de mujeres empoderadas. También plantea la instalación Womanhouse, una fotografía y un objeto, en la que de forma performativa, la artista y otras mujeres cubren su cabeza con libros, envolviéndolos y sujetándolos mediante plástico en rollo de film transparente, formando una especie de habitáculo o espacio de conocimiento.

En el ámbito de la visibilización de las mujeres artistas se encuentra la pieza Mi porción del pastel. Una serie de fotografías, un video y una instalación que reflejan la acción de la artista comiéndose una gran tarta de tres pisos en la que inscribe los nombres de Botticelli, Van Gogh y Picasso —símbolos del canon patriarcal del arte— para terminar comiéndosela, en un gesto irónico y poderoso que denuncia la exclusión histórica de las mujeres artistas y reivindica su lugar en la genealogía del arte.
Con referencia a la violencia de género discurre la instalación Armada hasta los dientes, una videoproyección, empuñando un rifle y apuntando a la cámara, además de representar en una fotografía de dicho rifle y una vitrina con anillos punzantes defensivos de las mujeres contra posibles agresiones. Unas fuertes imágenes activistas feministas que es su respuesta visual defensiva y metafórica a la cotidiana violencia de género que sufren las mujeres en el mundo por doquier y a defenderse.
Además, para hablarnos del reconocimiento y empoderamiento de las mujeres puede verse Supercopa, una performance en vivo de la artista, en el espacio expositivo, colocándose 100 medallas que hablan de autoestima y del autorreconocimiento personal y colectivo de las mujeres por sus actividades, funciones y ocupaciones, privadas y públicas, no suficientemente reconocidas o invisibilizadas por la sociedad, de forma discriminatoria con respecto a los hombres. Una acción performativa que se desliza hacia las fotografías y la instalación objetual.

Como epílogo expositivo tenemos la instalación Construimos juntes, que previamente se ha realizado por la artista en el ámbito de una performance participativa y que ahora, está concebida para El Patio de la Botí, buscando transformar dicho espacio mediante la colocación de múltiples casitas de color rosa distribuidas por el suelo, generando un paisaje visual que simboliza la construcción de un entorno común y accesible, la posibilidad de crear un mundo distinto y mejor. La obra, refleja a la vez la lectura de deconstrucción de la feminidad estereotipada y reconstrucción de la identidad desde otras nuevas y desalineadas ópticas, con otra serie de casitas situadas al lado de las anteriores, esta vez con sólo la estructura de madera, pendientes de esas nuevas reconstrucciones.
Margarita Aizpuru es comisaria, crítica e investigadora de Arte.
La exposición puede visitarse en el Centro de Arte Rafael Botí de Córdoba, c/ Manríquez, nº 5 de Córdoba hasta el próximo 14 de septiembre.
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