Las que tenemos una edad, mejor dicho, mucha edad, recordamos «Penélope» esta famosa canción de Serrat que él hacía llana en vez de esdrújula ¿Quizás porque las esdrújulas suelen sonar más contundentes y firmes y las llanas suaves y discretas? El caso es que todavía sigue presente en cualquier plataforma musical, con las de canciones maravillosas que nos ha regalado, esta no es la más acertada en su contenido, ejemplo de amor romántico de la que espera toda la vida por una vieja promesa. Así que hace unos años, escribí este poema y hoy me lo recuerda Facebook. Posiblemente ninguna chica joven se sentirá Penélope, pero sí es necesario seguir recordándonos que somos las protagonistas de nuestras vidas y, como naranjas enteras, no necesitamos media naranja reseca ni rancios príncipes azules que destiñan nuestro rojo (como dijo Ángeles Mora en su poema) ni nuestro violeta como amplío yo.
Por Paula Gómez Rosado
Como cualquier domingo,
Penélope despierta
y el tedio ralentiza sus pies al caminar.
Se acerca a la ventana,
la abre y entra briosa la nueva primavera
que cálida la envuelve.
Desecha por gastados
el vestido y el bolso
junto a aquellos tacones que tanto le apretaban.
Busca unos pantalones
que permitan moverse flexible en cualquier medio,
una blusa ligera,
un bolso de viaje donde mete una muda
con la bolsa de aseo,
el libro que esperaba con paciencia sus manos
ya cubierto de polvo
y el pijama bonito que no llegó a estrenar.
Se coloca unas botas suaves y resistentes
para largos caminos
y va al contenedor donde deja las prendas
que ya huelen a rancio.
Al fin en la estación,
se sonríe al mirar
el banco donde siempre ha esperado sentada.
Mas hoy queda vacío
porque se sube al tren,
se acomoda en su asiento
cuando empieza la marcha, pega el rostro al cristal
para aprehender mejor la extensa panorámica.
Penélope comienza a descubrir caminos,
cansada de esperar
se decide a vivir,
se lanza a la aventura.
Paula Gómez Rosado es escritora y feminista