«YO VOTÉ EN CONTRA»
Por Yolanda de la Bandera
Esa –«Yo voté en contra»– es la frase que, curiosamente, he podido leer de algunas delegadas y delegados del 41º Congreso Socialista, quienes apresuradamente han salido a publicarlo en sus redes para que no quedara duda alguna. Y quizás habría que recordarles que yo tampoco les voté para que estuvieran en sus respectivas delegaciones, y he respetado las decisiones de mi partido, un partido que respeto y admiro, que cada 4 años se reúne para trazar las líneas orgánicas e ideológicas de manera democrática.
Periodistas, influencers, artistas y hasta programas de televisión líderes en audiencia, día tras día, exponen con orgullo su defensa hacia las teorías queer, como si no comulgar con esa teoría fuera un ataque a los más desfavorecidos.
Y yo me pregunto: ¿todas estas personas son conscientes realmente de lo que están defendiendo y apoyando?
Mucho me temo que se han dejado llevar por lo “moderno”, lo “nuevo”, lo “justo”, desconociendo, voluntaria e involuntariamente, que las teorías queer no tienen nada de “moderno”, nada de “nuevo” ni nada de “justo” para nuestra sociedad.
Pero ¿qué es eso de Q+? ¿Nos paramos unos minutos a analizarlo?
Por un lado, la Q representa las teorías queer. Estas teorías establecen que los genitales con los que una persona nace y su sistema reproductivo correspondiente no determinan la identidad sexual de la persona y creen que, por el contrario, la identidad sexual nace de un sentimiento íntimo y no tiene por qué coincidir con la etiqueta que —según dicen— se les asigna al nacer. Rechazan, por tanto, la biología y la ciencia. Entienden el desarrollo de la vida desde un paradigma sexualizado y consideran que la heterosexualidad y la homosexualidad como tales no existen; somos personas que debemos vivir nuestra sexualidad libremente (en estas últimas palabras coincidimos plenamente).
No obstante, las teorías queer dan un paso más y luchan por un sistema que reconozca sus uniones erótico-afectivas de forma libre; por ejemplo, que se reconozca el matrimonio para quienes quieran hacer uso de ese derecho, sin importar la edad. (Michel Foucault, entrevista 1970, Francia: «Una barrera de edad establecida por ley no tiene mucho sentido. Una vez más, se puede confiar en que el niño dirá si fue o no sometido a violencia»; «Los niños sí tienen una sexualidad, no podemos volver a esas viejas nociones de que los niños son puros» – Gluck, noviembre 2023: «El parlamento alemán acepta una petición constitucional de ‘derechos de la infancia’ de un grupo activista a favor de la pedofilia»).
Defienden la prostitución como un trabajo voluntario remunerado, obviando que es la forma de violencia sexual contra las mujeres más invisibilizada. No tienen en cuenta que, si la convertimos en una profesión, más allá de la violencia que se ejerce en ella, habría que tener una formación, y sería necesario igualmente preguntarse:
¿Qué pensarías si tu hija/o, nieta/o, sobrina/o, etc., te dijera un día que quiere ser prostituta? ¿Que va a ir a la universidad a formarse para poder ejercerla con mayor placer para sus clientes? Aquí seguramente todas y todos cambiaríamos la visión.
Podría seguir enumerando más postulados de las teorías queer, como el apoyo a los vientres de alquiler, la pornografía, etc.
Y ¿qué significa el +? Algo indeterminado, que no existe, un sexo que no existe y que es sentido por algunas personas; como no existe, no se puede nombrar, por tanto, se identifica con el + para hacer referencia a ello, pero es un término impreciso, jurídicamente inseguro y que contribuye a diluir aún más la categoría de sexo biológico.
Hay líderes de asociaciones trans que se sienten ofendidas por la no inclusión de estas siglas, porque dicen que van contra las personas trans, cuando en realidad, como podrán comprobar en lo expuesto anteriormente, nada tiene que ver con dicho colectivo, que ya está representado en las siglas LGTBI, con la T.
Entonces, ¿por qué se sienten atacadas por las feministas socialistas? Por falta de comprensión de los riesgos que implican estas teorías para las mujeres y los y las menores.
Por cierto, simple curiosidad, ¿se han dado cuenta que hasta para ser trans se invisibiliza a las mujeres? ¿Dónde están los hombres trans?, porque puedo asegurar que los hay.
Las feministas hemos sido, somos y seremos unas de las mayores aliadas del colectivo LGTBI. Somos un movimiento de mujeres que luchan por sus derechos y por los de los más desfavorecidos. Defendemos el sexo como definición de los sistemas reproductivos de las personas que nos hacen diferentes y rechazamos los estereotipos de género. Todas las personas nacidas hombres o mujeres tienen el derecho de poder vivir como quieran vivir, vestirse, comportarse, sentir, etc., sin importar su sexo biológico.
El PSOE, ya en su 40º Congreso, determinó las siglas LGTBI como las siglas con las que se referiría al colectivo, y estableció que es un partido abolicionista, es decir, un partido en contra de la prostitución, de los vientres de alquiler, de la pedofilia, la pornografía, etc.
En el 41º Congreso, teniendo en cuenta el ideario del que partimos, no sería compatible aceptar la inclusión de las siglas Q+ en nuestro ideario, por incompatibilidad con lo que somos. Con la misma representación con la que ha elegido a sus órganos de gobierno, los delegados y delegadas feministas del PSOE han elegido por una mayoría democrática, mantenerse en el camino abolicionista y de lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.
Yolanda de la Bandera es feminista y militante socialista