-LA LIBRERA SEVILLA TUVO UN PAPEL HISTÓRICO EN EL FEMINISMO ANDALUZ
-EL RECONOCIMIENTO SE CELEBRÓ EN LA SALA ANTIQUARIUM DE LAS SETAS, EN SEVILLA.
Entre ruinas romanas de hace 20 siglos y obras de artistas olvidadas por la historia sujetas a las paredes de cristal de la sala, un numeroso grupo de viejas amigas y de nuevas escritoras e ilustradoras recordaron a María Fulmen en una tarde de mediados de marzo, la más naranja que se recuerde del arco iris sevillano.
En una esquina, la mesa con los libros. El de poemas de María, reeditado; las Imborrables, de Kechu Arámburu; los versos de Eloísa Galindo; los 31 Cuentos para octubre… y también los más antiguos, -los de “colores”: el verde, el azul y el rojo- con las publicaciones de los premios literarios que se convocaban durante la primera etapa de la Fundación. Y las separatas de Marcela Lagarde y de Padilla hablando sobre María, sobre sus tertulias, su feminismo, sus librerías, sus espacios de libertad y sus “catecismos”. Porque con ese nombre facturaba la librera los libros que vendía en el tardofranquismo casi clandestinamente, por tratar de temas entonces prohibidos, como la libertad , la igualdad, el aborto, la filosofía avanzada, las ideologías de izquierdas, etc.
En la mesa central tres patronas de la Fundación María Fulmen: Carmen Herrera Castro, actual presidenta, Eloísa Galindo, nueva secretaria y Nani Carvajal. Kechu Arámburu, también patrona, desde la primera fila reflejaba en sus ojos, con su inconformista mirada de siempre, cierta nostalgia orgullosa de aquellos años rupturistas vividos junto a María Fulmen y tantas otras –Rosalía, Pitu… también en la sala- en las últimas décadas del siglo pasado, última etapa de la vida de la librera que murió un 19 de abril de 1999. A su lado asentía con la cabeza la inconfundible Alicia Martínez, hoy activista de AMAMA.
Peculiar donde las haya, no porque apareciera esta vez con el pelo morado sino por su potente personalidad empática, y el halo de firmeza que lse le ha incrustado tras años de lucha por su vida y por la de las demás. ¡Ay, Alicia, primera tertuliana e íntima amiga de María! Siempre presente, siempre disponible y cuántas veces tras la mesita de camilla de la librería, ocupando el lugar de la dueña que había tenido que ausentarse por un recado.
Empezó Eloísa Galindo contando lo más destacado de las actividades que ha desarrollado la FMF en sus 22 años de vida. La poesía, las exposiciones, las tertulias, el cine, las conferencias, los debates. Le siguió Nani Carvajal con los entresijos que llevaron a María Fulmen a decantarse por dejar como legado a todas las mujeres una fundación feminista. Habló de su valentía en una época encorsetada, de su irreverencia personal como lesbiana y de su desacato social por atreverse con libros prohibidos y propiciar aires de libertad en sus espacios, primero en la Cuesta del Rosario donde eran las “tres Marías”- María Luisa Ferre, María Luisa Muñoz y María González- y después en Zaragoza, 36, ya en el enclave Fulmen de toda la vida.
Carmen Herrera, estrenando presidencia pública, puso el énfasis en el recorrido editorial de la Fundación: más de una decena de obras que hubieran emocionado a la fundadora de haberlas tenido entre sus manos. Y es que, una editorial propia, la editorial Fulmen, fue el gran sueño que siempre albergó María González. Habló Carmen también de los proyectos apoyados económicamente por la FMF y, entre ellos, el de las raperas feministas que le manifestaron su pesar por no haber podido asistir al acto. No olvidó dedicar a Ana Ruesga, entre el público- su hermana Chonín confinada- tics de aliento ante los kafkianos problemas burocráticos que soporta la Fundación, con la esperanza de poder pronto incluir entre los títulos de Fulmen la original publicación que se prepara de su obra colectiva familiar.
Carmen recordó a muchas personas que a lo largo de estos años han pasado por la Fundación, bien como artistas, gestoras o invitadas. Tuvo palabras de agradecimiento en especial para Pepa G. Jaén, primera presidenta de Fulmen y la persona que gracias a su buen hacer en la rehabilitación de la casa de la librera permitió el despegue tanto de la sede como de la Fundación. También se refirió a Macarena Carvajal, infatigable comisaria de exposiciones durante años; a Valentina, la asistenta ucraniana, con la mala suerte de haber viajado a su país donde todavía permanece, justo antes de la guerra; también a las más jóvenes, Roble, Nerea y Adela.
Entre el público se recordaron curiosos y emotivos momentos vividos con la librera en primera persona, se insistió en la importancia histórica de la Librería Fulmen como eje de los primeros pasos del movimiento feminista sevillano y andaluz, y también se escucharon elogios hacia la Fundación de apoyo a las mujeres que es la FMF.
Curiosamente, así lo manifestó uno de los pocos hombres asistentes al acto, Javier Fito, responsable de su organización por el ICAS. Admirado, dijo, felicitaba a la FMF porque, en sus dos largas décadas, ha sabido trascender su modesta capacidad económica y apostar con la valentía necesaria, para mantener vivo y desarrollar el patrimonio inmaterial que la librera, María Fulmen, legó a las mujeres sevillanas desde su lecho de muerte, en un ejercicio de generosidad feminista de los que poco se dan en la historia. Ahí quedó.
Serena Lagos