
VÁMONOS, QUE NOS VAMOS

Por Macarena Carvajal

Empieza la vuelta. El gentío que llenaba las calles vuelve a sus casas, a sus carriolas, al patio de cada hermandad y empieza a recoger los bártulos. Es un momento de vacío, las arenas se quedan solas; romeros y romeras aprovechan para comer antes de emprender la vuelta, preparan las carretas para que luzcan bonitas aunque se hayan roto los toldos o se hayan caído los adornos.

Hacía pocas horas se había producido el salto a la reja, el momento apoteósico de la Romería del Rocío. Fue a las 2.45 del lunes de Pentecostés: la Virgen se paseó por todos los rincones de la aldea hasta que se recogió en su ermita a las 12:25 de la mañana, más temprano que otros años.

Muy pronto solo quedan los rezagados, los que quieren ver a la Virgen un ratito más, los que pueden volver haciendo el camino de vuelta.




Y en la capilla votiva del Rocío las velas se retuercen, se derriten y se apagan. Ya las están recogiendo mientras un manto de arena cubre el suelo de la ermita, solo quedan las pisadas y cuatro o cinco personas que acompañan a la Virgen.

«Arenas del camino no se qué tienen que todo el que las pisa, Rocío, ya siempre vuelve.«

Las calles vacías, las tiendas cerrando, el camión de riego refrescando el mediodía y los burros «aparcados» esperando la vuelta.


El lunes de gentío se va quedando en silencio. “Silencio en los arenales, silencio hasta en la dehesa, los bueyes y los erales no mueven ni la cabeza”.




Un último paseo frente la marisma que, con tantas lluvias, presenta una abundancia de agua rara de ver. Hace viento esta tarde, un viento cálido y un poco húmedo. Quizás el solano de las marismas ha venido a despedirse.

«Solano de las marismas tú que alisas las arenas dile a los vientos vecinos que no hay camino de vuelta».

Adiós Rocío. Hasta el año viene.
“Cuando el lunes por la tarde vuelvas a coger la senda irás pisando pisadas de esas que al venir se dejan. Se marchan las hermandades como un enjambre de velas pero el carril que tú lleves ya nunca será de vuelta”.
Macarena Carvajal es traductora de ruso y profesora jubilada de Historia y Geografía