La revista mujeresdelsur.es vino al mundo digital en abril, con la intención de servir de tribuna y de apoyo al movimiento de mujeres que lucha por la Igualdad en todos los aspectos de la vida. Pero la cruel actualidad parece querer convertirla en la sección de esquelas mortuorias del feminismo nacional. Desde que su logo se reflejara en la pantalla digital de cualquier dispositivo hasta hoy los algoritmos han reflejado 15 mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas en diferentes puntos de la nuestra geografía (23 desde enero).
Como no podía ser menos en una revista feminista hemos venido denunciando todos y cada uno de estos crímenes, hasta el punto de que no hemos tenido más remedio que hablar de “matanza de género» por la cantidad de asesinatos de las mismas características que se han ido perpetrando en tan poco tiempo. La frialdad de las estadísticas nos ha llevado a cifrar una mujer asesinada por semana en lo que va de año. Una cifra que nos deja sin palabras. Y no era eso lo que pretendíamos. Después de 34 años enmudecida Mujeres del Sur aspiraba a ofrecer mejores noticias, a contar historias con las que levantar el ánimo y ayudar a las mujeres en la consolidación del despegue contra la opresión patriarcal que comenzaron nuestras abuelas hace casi dos siglos. Queríamos contribuir a quitar las ojeras de la vida real con titulares que hablasen de que las manadas violadoras, como la de los franceses contra dos chicas de Sevilla, terminaban cumpliendo sus penas sin chanchullos extraditorios. O que la ministra de Trabajo conseguía un acuerdo con la patronal para erradicar también de facto las discriminaciones salariales de las mujeres. Soñábamos contar que se acrecentaba la tendencia hacia la paridad completa en los puestos directivos de las instituciones públicas o privadas, por supuesto en base a la capacidad de las personas que los integran.
Nuestra idea era reflejar el bloque de medidas vanguardistas que adoptaría el gobierno para favorecer la conciliación laboral en todos los órdenes de la vida cotidiana. Qué gustazo detallar el fuerte incremento presupuestario acordado por unanimidad para que Trabajo e Igualdad, organicen una red de comedores sociales en colegios, empresas o entre particulares como una justa necesidad sin rémoras caritativas. O las modificaciones en las partidas de Hacienda para reducir el IVA a las empresas que contribuyan a facilitar las tareas domésticas – tintorerías, comidas a domicilio, transporte, limpieza – y poder otorgar incentivos fiscales a la contratación de profesionales del hogar —con modulación, claro, en función de la renta- tanto en tareas de cocina y limpieza como en las de asistencia al cuidados a menores y mayores. Y así un largo etcétera.
Sin embargo, la cruda y dura realidad se impone y, si no queremos volver la cabeza, no nos queda más remedio que seguir relatando el crimen tras crimen de la dictadura machista. Asesinatos de víctimas inocentes y desarmadas a golpes, puñaladas o balazos que no se merecen ni esa muerte violenta ni ninguna otra y mucho menos que mentes igualmente perversas como la del ex padre Báez las justifiquen por mor de la infidelidad.
HAZDA, LA Nº 23 , APUÑALADA EN BARBASTRO, HUESCA
Barbastro está de luto oficial. Hazda A. de 35 años, vecina del pueblo, ha sido una víctima más de la violencia machista de la semans y moría el miércoles 29 de junio. Había sido apuñalada por su marido, de 43, que sería detenido en el lugar del crimen y para el que ya se ha dictado auto de prisión.
Los tres hijos de la pareja de 16, 6 y 1 año fueron, como tantos otros, testigos del asesinato de su madre a manos de su padre, un hombre de origen marroquí , de profesión camionero, que tenía antecedentes penales y por violencia de género. Al parecer, sus gritos alertaron al vecindario que dio aviso a la Guardia Civil y a la Policía Local. Numerosas mujeres marroquíes vecinas de Hazda acudieron a las inmediaciones de su vivienda y los/as hijos/as se refugiaron entre personas conocidas hasta que los servicios sociales de la comarca de Somontano organizaron su custodia.
Concentración de condena por la muerte de Hazda en Huesca.
La Asociación Marroquí en el Somontano denunciaba el crimen como impropio de su costumbre y de su religión: “ Sentimos una tristeza muy fuerte por lo que le ha pasado a una madre tan joven y por los niños que son muy pequeños. Los musulmanes somos gente de paz. Era muy luchadora, no entendemos cómo ha podido pasar todo esto”.Tanto en Barbastro como en Huesca se han celebrado concentraciones de condena.
Qué bueno sería escribir y leer sin las estadísticas diarias de muertas que elabora y/o confirma la Delegación de Violencia de Género y, ya puestas, por qué no, narrar el día a día de la red de alerta social que pondría en marcha el Pacto de Estado sin escatimar fondos, para conocer los riesgos de maltrato en hogares vulnerables independientemente del estamento social. Una red que se formaría y organizaría en base a una mirada distinta, esa que llamamos de género, con su propia filosofía y eficacia si cabe, al menos ,como la del Cuerpo de Inspectores del Estado, y que estuviera dispuesta a activar de inmediato el protocolo acorde para evitar que los maltratadores terminen perpetrando sus crímenes machistas, desenmascarando las denuncias falsas que pudieran producirse en contados casos, pues las mujeres, por mucha razón que tengamos, somo mujeres y no angelitas del cielo. Tomaríamos como ejemplo el caso de la vacuna de AstraZeneca, que se sigue inoculando a millones de personas aunque científicamente está comprobado que tiene efectos secundarios muy graves, pero mínimos. Un porcentaje tan pequeño que no es digno de tenerse en cuenta ante su enorme beneficio.
No se trata de eludir la responsabilidad de publicar lo que acontece por muy poco que nos guste, es que son ya demasiados crímenes machistas. Asesinatos de mujeres, la mayoría sin nombres, a las que se les asigna un número como si fuesen las víctimas de un campo de concentración. Este tipo de terrorismo debe de tener un límite y el gobierno verse obligado a reaccionar sin más dilación porque su trabajo es proteger a las mujeres y castigar a los agresores. Y también el congreso, el senado, los partidos, las instituciones y quienes tengan algo de poder. No hay sociedad que soporte el asesinato de una mujer por semana. La número 23, Hazda A., de Barbastro, Huesca, ya está enterrada, por supuesto en la más estricta intimidad, sin ministros, ministras o ministres, pendientes de otros asuntos. ¿Cuál de nosotras será la número 24? Mujeres del Sur no ha nacido para callarse.
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