Estamos sin palabras. Por eso de nuevo, como tantas otras veces, se vuelven a guardar minutos de silencio en numerosas localidades españolas contra esta masacre de mujeres que no cesa. En Andalucía, el clamor callado se concentraba ante los Ayuntamientos de Sevilla, Cádiz, Chiclana y El Puerto de Santa María -donde el domingo día 8, Eva María, de 46 años, fue asesinada por su pareja- para clamar contra esta masacre de mujeres que no cesa.
Ya es hora de acabar con esta lacra. ¿Les suena? Una de las frases más pronunciada en las últimas semanas por personas de toda condición. La violencia contra las mujeres está adquiriendo unas dimensiones que no se pueden tolerar por más tiempo. Los primeros díez días de este 2023 han discurrido igual que los últimos del 2022, con cuatro mujeres asesinadas por sus parejas, exparejas o agresores tan machistas como los anteriores. Los grupos de WhatsApp donde las mujeres intervienen se han convertido en un espacio de duelo permanente:
¡Ya hay una nueva asesinada en Tenerife! 😭 No nos da tiempo a asimilar y analizar un asesinato, cuando ya se comete otro! (Inés)
¡Horrible, desesperante, y lo peor….como vamos a poder parar esto!😡(Mari Carmen)
¡Qué puedo decir. 😡😡😡😥😥😥! (Mari Ángeles)
Esto es un desastre. (Pepa)
¡Es un dolor inigualable, cada vez duele más! (Carmen)
Son sólo algunos ejemplo de chats recientes relacionados con las cuatro últimas mujeres asesinadas el primer domingo negro del año. Los grupos de watsapp son múltiples, pero también las conversaciones familiares y callejeras en las que las mujeres se expresan: todas lloran, todas manifiestan su repulsa, todas sienten su impotencia ante estos injustos atentados contra la vida y la integridad de las mujeres.
Se habla e incluso se discute, sobre la propuesta realizada recientemente por el Ministro del Interior en el sentido de advertir a las mujeres -por si no lo sabían- de que están con un maltratador. Que puede reincidir. Un propuesta basada en el hecho de que muchas de las mujeres asesinadas no habían presentado denuncias por malos tratos. Pero esa advertencia que, sin duda, podría ser eficaz para salvar la vida de muchas mujeres ralla en la posible lesión de los derechos del maltratador. Es lo que tiene el Estado de derecho. Leyes para los vivos, no para las muertas.
Ante esta grave tesitura ahora este mismo Ministerio anuncia que se reunirá con los cuerpos y fuerzas de seguridad para analizar la situación. La titular de Igualdad ya recurrió al llamado Comité de crisis de Violencia integrado por los Ministerios de Interior, Justicia e Igualdad, comunidades autónoma y Unidades de Violencia. Fue el pasado 28 de diciembre, Día de los Inocentes. La secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez, calificó en ese momento la situación de «extrema gravedad» pues se habían cometido 8 asesinatos de género y había 2 en investigación. Al final serían 11. No se esperaba, once días después, estos 4 nuevos feminicidios. En aquella reunión se pidió a las instituciones y a la sociedad que estuvieran «alerta» de cara a los próximos días festivos, pero ni por esas. «Con las vidas de estas mujeres encima de la mesa, dijo Rodríguez, sólo podemos pedir alerta, extremar la precaución y todos los actores e instituciones debemos trabajar sin descanso para intentar anticiparnos a cualquier situación.» Está claro que no se puede ayudar a las mujeres cuando ya están muertas.
OTRA MUJER ASESINADA EN ADEJE (TENERIFE)
Es la cuarta víctima de este domingo 8 de enero, calificado como negro para las mujeres. Tenía 46 años y ha sido asesinada a puñaladas en Adeje (Tenerife) presuntamente por su exmarido, de 44 años, que ha sido detenido por la Guardia Civil. Uno de los hijos de la mujer resultó herido al tratar de defenderla.
Los hechos se han producido entre las 23.30 y 00.00 hora del día citado, cuando el hombre asestó dos puñaladas a su exmujer con un arma blanca en el domicilio que la víctima comparte con cuatro hijos menores, dos de ellos hijos de la pareja, en el barrio de Armeñime. Los menores han sido acogidos por los Servicios Sociales del Gobierno de Canarias.
El hombre detenido había sido arrestado el pasado día 28 de diciembre por coacciones a la víctima, pero esta no quiso declarar contra él y el juez sobreseyó el caso tras dejar en libertad al arrestado.
El Ministerio de Igualdad ha confirmado este lunes la naturaleza machista del asesinato, así como el de Eva María en El Puerto de Santa María (Cádiz) también el domingo 8, mientras que un tercer caso en Ciudad Real continúa en investigación. En las últimas 24 horas, otra mujer ha sido asesinada en Roquetas de Mar (Almería) por un hombre, aunque este no se investiga como violencia de género porque el agresor no mantenía una relación sentimental con la víctima.
EL MALTRATO NO TIENE MARCHA ATRÁS
Sabemos que hay leyes concretas y medidas establecidas en nuestro sistema jurídico para luchar contra la violencia que se ejerce contra las mujeres, y también de la existencia de múltiples protocolos, normativas, reglamentos, preceptos legales que, en definitiva, obligan a un gran número de organismos e instituciones a actuar de inmediato en caso de que una mujer se encuentre amenazada por violencia doméstica o en peligro por malos tratos o agresiones de cualquier tipo. Las mujeres tienen que tener la posibilidad de salvarse.
Lo grave es que, a veces, las mujeres no ven el peligro hasta que lo tienen encima y -peor aún-muchas de ellas, aunque lo estén viendo, por temor, por vergüenza o por la completa enajenación que es capaz de causarles la dominación del machista que tienen al lado, se callan y se instalan resignadamente en la quimera de que nunca se va aproducir un fatal desenlace. Encongidas de miedo, soportan los malos tratos como episodios más o menos violentos, más o menos duraderos en el tiempo, pero a los que una se acostumbra confiando en el espejismo de que los golpes se acabarán y él volverá a ser el que era… no, no será capaz de llegar al fatídico extremo. No ni ná.
Si ya es difícil para las víctimas asumir que del maltrato se sale, pese a la inmensa publicidad que se hace de teléfonos de ayuda y de direcciones a las que acudir, más difícil todavía es aceptar que el maltrato no tiene marcha atrás. El maltratador dificilmente cambia. Su modus operandi va marcado siempre por una la huida hacia adelante que suele precipitarse en el suicidio cuando ha conseguido su último objetivo: acabar con la vida de su pareja. No importan los hijos ni la nacionalidad ni la situación social ni los años. Solo cuenta el poder del macho.
Supongo que habría que hacer un considerable ejercicio de imaginación para encontrar medidas más contundentes que acaben con estos feminicididos, con estos atroces crímenes que los hombres perpetran contra las mujeres no sólo patrias sino en todos los países del mundo. Es hora de un impulso para una solución internacional: el problema del gas se discute, el del grano se arregló, el de la luz está en el alero, el de la guerra se aborda, el del cambio climático se afronta, ¿Cuántas mujeres tienen que ser asesinadas para que el feminicidio se convierta en asunto de política internacional?
De nuevo en casa, ¿qué esperamos para mejorar la política de comunicación en los casos de violencia de género? ¿Por qué nadie nos dice quiénes son los maltratadores, cuáles son sus caras, sus nombres, sus amigos, sus barrios, sus oficios, sus familiares? Tal vez si desde el primer momento en que son registrados como agresores se les muestra públicamente en todas sus facetas no se haría necesario prevenir en muchos casos a las futuras víctimas sobre sus posibles reincidencias, pues ya sabrían quienes son y sus derechos de privacidad no se verían lesionados.
Lo cierto es que cada caso de asesinato machista exige un análisis de los fallos y una actualización de las medidas y que el comité de crisis de Violencia debería de convertirse en «Comité de crisis permanente». No podemos continuar viendo como nos matan una a una, día tras día. Como dice Anabella (ver Mujeres del sur) si en vez de ser 50 las mujeres asesinadas en 2022 hubieran sido 50 futbolistas ahora este país -como cualquier otro- estaría viviendo una verdadera revolución.
Nani Carvajal