–«Hasta el S.XIX las mujeres cherokees eran las lideresas de su comunidad»
Por Lucía Franch.
Me gustaría compartir con las mujeres del sur mi admiración por ciertas civilizaciones y culturas históricas que podrían darnos hoy auténticas lecciones de respeto y consideración hacia el género femenino. Me refieron a la cherokee, un pueblo indígena norteamericano, que históricamente habitaba el sudeste de los Estados Unidos y que posteriormente fue forzado a trasladarse al Medio oeste, a una región montañosa y muy arbolada denominada la meseta de Ozark, en Oklahoma, una migración que fue denominada «El camino de las lágrimas» (Tratado de Nueva Echota 1835). Se trata de un pueblo que se agrupaba en las llamadas «Las cinco tribus civilizadas», pero lo que llama enormemente la atención de su cultura es el papel que la mujer ocupaba en sus sociedades.
Ellas podían decidir si ser guerreras o esposas y si elegían esto último, eran ellas quienes buscaban a su futuro marido. Si lo deseaban podían pedir un tiempo para vivir con él antes de la ceremonia de la boda y así comprobar si era el adecuado.
Una vez casadas, si querían divorciarse lo podían hacer libremente y sólo tenían que dejar las pertenencias del esposo en la entrada.
No se les exigía justificarse y mantenían la misma honorabilidad ante la sociedad. Nadie les pedía explicaciones ni siquiera el marido, tal era el nivel de confianza en la justicia femenina. Claro que ninguna mujer tomaba esas decisiones a la ligera, porque se las consideraba justas, sensatas, prudentes e inteligentes.
Antes del siglo XIX, la poligamia era común entre los cherokees de la élite. Aún así, las mujeres eran las cabezas de familia, dueñas del hogar y la propiedad, dadoras y cuidadoras de la vida (cultura madrilineal). El matrimonio común vivía con la familia de la mujer o cerca de ella, por lo que siempre eran ayudadas por sus parientes femeninos (cultura madrifocal).
Las mujeres cherokees eran tradicionalmente las lideresas de la comunidad. El rol de amas de casa era importantísimo, muy respetado, porque la familia era la unidad social predominante y solo las mujeres eran aptas para estar al frente, lo que les daba poder económico, social y político. Incluso en los consejos de guerra, cuando no se llegaba a ninguna decisión unánime, existía un grupo de mujeres que intervenía para dar su fallo final, aunque estos puestos se reservaban para las mujeres más sabias del clan.
En muchas ocasiones las mujeres preferían servir como guerreras y, en general, eran consideradas como guardianas de la tradición y responsables de la preservación de su cultura. El final de esta «moderna» forma de vida llega con la invasión del explorador Hernando de Soto (primera expedición europea que se internó en el hoy territorio de los Estados Unidos y cruzó el río Misisipi, 1539-1543 ), seguida de la Revolución Americana en 1776, que culminó con la redefinición de los roles de género en la sociedad cherokee y la firma del Tratado de Nueva Echota en 1835, que condujo al traslado forzoso de los cheroquis de sus tierras ancestrales al territorio indio en el oeste. Se impusieron normas y estándares sociales europeos que reorganizaron las formas de gobierno de los indígenas hacia una sociedad dominada por los hombres, que ha afectado a la vida de esta tribu durante generaciones.
Ya a principios del XIX (sobre 1830) los hombres y mujeres cherokees habían comenzado a cumplir con los diferentes roles del programa de civilización patriarcal promovido por los presidentes George Washington y Thomas Jefferson.
Me cuesta asimilar que hayan podido desaparecer culturar como la del pueblo cherokee, en las que se respetaba a las mujeres. Me produce mucha tristeza pensar cuánto podríamos y tendríamos que haber aprendido de estas sociedades tan civilizadas que nos precedieron. Eran gente muy sabia que los hombres de la guerra se cargaron de un plumazo.
Lucía Franch es diseñadora de moda.