No tienes más que cruzar el Estrecho y…voilà. Ahí está, madura, serena, bulliciosa, marinera y tolerante. No es muy grande, 18 kilómetros cuadrados y puedes recorrerla en pocas horas porque sus zonas urbanizadas están en el istmo y en el Campo Exterior. Su centro histórico te cautivará: los barrios más antiguos se localizan cerca del puerto y por la ladera del Monte Hacho, en una pequeña península conocida como Almina. Inmediatamente percibirás la diversidad de su población. Encontrarás a gente de religión cristiana, musulmana, judía, hindú...
–«Es una ciudad muy española. Con la peculiaridad además de que toda la gente que vive en ella se siente plenamente española.. Es cogedora y abierta.» Dice Carmen Herrera Castro que la conoce muy bien pues ha trabajado allí como médica durante dos años y cada vez que tiene un rato libre se planta en Algeciras, coge el Ferry -son varias las navieras que cubren el trayecto Algeciras -Ceuta- y en menos de una hora, de nuevo con las amistades que allí dejó.
Por sus aguas y colinas milenarias han desfilado los pueblos más dispares. Sabemos que fue fenicia, cartaginesa, bereber, romana, musulmana, portuguesa y española, que se ha visto asediada, conquistada y reconquistada en todos sus siglos de historia hasta prácticamente la Edad Contemporánea y que desde 1668, merced al tratado de Lisboa, se la reconoce bajo soberanía española. Llegó incluso a formar parte de la provincia de Cádiz a efectos administrativos en los años 30, prácticamente hasta la Guerra Civil.
Marruecos ha reclamado siempre esta ciudad como suya, junto con Melilla, pero para España ambos asuntos nunca han sido negociables. Ahora es una ciudad autónoma, reconocida por la Constitución con su Estatuto de Autonomía propio.
En invierno y en verano puedes disfrutar de su clima templado. Tienes al menos 8 playas para disfrutar del mar y del sol. Tiendas para todos los gustos, buena comida española y marroquí, monumentos religiosos y laicos, un puerto enorme y hasta un Parque Marítimo del Mediterráneo diseñado por César Manrique, con tres lagos artificiales de agua salada en pleno centro de la ciudad, sin olvidar el secreto subterráneo al que se le accede a través de la Puerta Califal construída ppor Abderramán III. Ubicado en el interior de la Muralla Real, el yacimiento va desde la época prehistórica hasta la actualidad en 20 m lineales. Una oportunidad única para descubrir uno de los secretos mejor guardados de la historia de Ceuta.
En tu paseo por esta ciudad bañada por el Mediterráneo más atlántico verás con toda seguridad sus murallas y torres construídas durante el dominio de la dinastía merínida, e origen bereber, en el siglo XIV. Restos de la ciudad que cercaban entonces estas murallas se han localizado en el enclave donde se erige la Biblioteca Pública Adolfo Suárez, que, por cierto, ha recibido por el trato dado a los vestigiuos hallados un Premio Europepo a la Intervención en el Patrimonio Arquitectónico.
No te lo pienses y vente a Ceuta, Mari, hazme caso… deja a Pepe en Alemania.
Texto: Sara Lagos
Fotos: Ana Balbontín