EL CUARTO PODER Y LA LEGALIZACIÓN DE LA MATERNIDAD SUBROGADA
En España se está reabriendo el caso de la llamada “maternidad subrogada”, regulada y prohibida por ley, naturalmente por mayoría parlamentaria. Sin embargo, el caso de la popular actriz Ana Obregón se utiliza para reabrir el debate. La filtración de la información del nuevo hecho en la vida de la vedette no es ajena a los intereses de quienes persiguen legalizar la práctica de la maternidad subrogada en nuestro país. En el cuarto poder, la prensa, se ha sabido ver el caldo de cultivo sobre el que se emite esta noticia para dar un giro a la opinión pública sobre el tema en España.
Por Rosalía Romero Pérez
En los inicios de la Edad Contemporánea, la importancia del lazo biológico del niño/a con la madre se institucionalizó. El código napoleónico de 1804, que afectó a un sinnúmero de países, y no solo europeos, en el proyecto de imposición de la familia nuclear, estableció que el/la niño/a nacido sin que su madre conviviera con el progenitor, tenía que quedarse con ella. Los discursos que defendían el instinto maternal[1] llegaron a ser hegemónicos; había que recordar en muchos casos que el “proclamado” instinto era una falacia que se ponía de manifiesto con hechos tales como el abandono de los niños/as recién nacidos en los tornos de los orfanatos. ¿Qué duda cabe del alto grado de sufrimiento, y como consecuencia de ello también de alienación (alienus: estar fuera de sí), de las mujeres que se veían abocadas a abandonar a sus hijos/as? Del mismo modo, podemos recordar que en los estudios sobre las mujeres esclavas se ha puesto de manifiesto que no llegaban a tener el estatus de madres de familia; eran simplemente paridoras[2].
Las condiciones en las que los seres humanos se reproducen como homo sapiens son diversas y sujetas a cambios históricos y culturales; no obstante, hay algo que permanece: a menudo se observa que las mujeres en tanto que seres con capacidad reproductora son o bien objetos de adoración o bien objetos de infrahumanización. El mito de la libre elección[3] se evidencia una vez más en los casos de los vientres de alquiler.
¿En qué condiciones de necesidad humana se encuentran las mujeres que (pseudo) eligen someterse a un embarazo no deseado sino necesitado por otra/s personas?
¿Por qué en la actualidad desear tener un/a hijo/a implica en no pocas ocasiones alquilar el vientre de una mujer?
CON ELLA LLEGÓ EL ESCÁNDALO
En España se está reabriendo el caso de la llamada “maternidad subrogada”, regulada y prohibida por ley, naturalmente por mayoría parlamentaria. Sin embargo, el caso de la popular actriz Ana Obregón se utiliza para reabrir el debate. La filtración de la información del nuevo hecho en la vida de la vedette no es ajena a los intereses de quienes persiguen legalizar la práctica de la maternidad subrogada en nuestro país. En el cuarto poder, la prensa, se ha sabido ver el caldo de cultivo sobre el que se emite esta noticia para dar un giro a la opinión pública sobre el tema en España. La popular actriz es querida y compadecida por un hecho ocurrido en su vida en tiempos de pandemia: la pérdida de su único hijo, de veintisiete años de edad, a causa de un cáncer. El duelo de Ana Obregón se sobrelleva compartiendo la vedette la memoria de su hijo hasta en las celebraciones con más audiencia del año, como es el de las campanadas de Noche Vieja.
Esta noticia es distinta a las de otras personas famosas de nuestro país que acudieron a la misma práctica para tener hijos/as, como es el caso del cantante Miguel Bosé o de la ex-Miss España Carmen Cervera, la Baronesa Thyssen. El caso de Ana Obregón se usa para impactar las emociones de la población, de tal modo que la legitimidad de su acción se ve refrendada socialmente por el sentimiento de compasión que despierta.
Pero la singularidad de este caso va mucho más allá: la edad de la vedette y su declarada soledad se convierten en núcleo de un debate y pasa a un segundo plano el hecho crucial: el alquiler del vientre de otra mujer para llevar a cabo la manera en la que ella resuelve un problema que asola y afecta a un alto número de madres, y también de padres, cuando pierden a un hijo o hija joven por suicidio, por accidente de tráfico, por la misma enfermedad o por otra distinta.
En definitiva, en el cuarto poder, en la prensa, se induce a una tarea, a un sinnúmero de sujetos que conforman la opinión pública: pronunciarse sobre cómo Ana Obregón ha resuelto la soledad y el dolor. Y no cabe duda de que la transigencia con la práctica de la vedette será el resultado mayor. De tal modo que se implanta una post-verdad:
Se refrenda socialmente una práctica mediante una respuesta emocional que olvida las condiciones en las que se ha realizado el contrato, práctica prohibida por ley en el país de origen de la vedette, y llevada a cabo en Estados Unidos.
Lo que sigue a este hecho en el mundo del corazón y de la información es una llamada a la reconsideración de la práctica en cuestión -el alquiler de vientres de mujeres necesitadas- con el lenguaje de los valores compartidos: la igualdad, la libertad y la solidaridad. E incluso se han pronunciado argumentos de igualdad entre los sexos para defender que Ana Obregón, de 68 años de edad, tiene el mismo derecho a tener descendencia por nacimiento natural que los famosos varones con edades similares o parecidas, casados con mujeres de veinte y treinta años, o en edad núbil.
PERPETUAR LA GENÉTICA
Una mirada a vista de pájaro desde el sentido común vislumbra sin dificultad que no habría necesidad de proceder, para cumplir este deseo, al alquiler del vientre de una mujer necesitada, o bien de dinero o bien de otro tipo de bienes, si no fuera porque existe un interés en perpetuar cierta genética[4]. Claro que esto tiene unas implicaciones mucho más profundas de lo que es la perpetuación de la familia biológica. ¿Quizás no está esta manera de proceder muy próxima a la búsqueda de seres humanos a la carta y/o la creación de una élite que genéticamente podría significar “una nueva aristocracia”?
Recordemos que los modelos sociales se imponen a través de sujetos y grupos sociales con poder de influencia sobre el grueso social. El siglo que institucionalizó la importancia del lazo biológico del niño/a con la madre lo hizo a través de las mujeres burguesas[5], no a través de las mujeres de las clases trabajadoras o de las esclavas. El mismo siglo, el XIX, conoció el nacimiento de una nueva ciencia, la genética, y el comienzo del desarrollo tecnológico en progresión geométrica.
TRES MUJERES
Hoy nos encontramos que en el nacimiento de la hija de la actriz Ana Obregón han intervenido tres mujeres: la autora del proyecto del nacimiento de un nuevo ser, la donante o vendedora de óvulos y la mujer que ha llevado a cabo el embarazo y ha dado a luz a una nueva persona.
Hay una triple mercantilización: la de los deseos, la de las capacidades y la de las necesidades.
Y en el sustrato de la práctica en cuestión está una mujer en las mismas condiciones que las mujeres esclavas: una paridora a quien no se le permite ser la madre sino que se le obliga a renunciar al derecho de filiación[6]. Y ahora esta aberrante realidad se fundamenta con el lenguaje de los derechos humanos: libertad, igualdad y solidaridad.
Rosalía Romero es filósofa, profesora y escritora.
[1] Puede verse Elisabeth Badinter, ¿Existe el instinto maternal? Historia del amor maternal. Siglos XVII al XX, trad. de Marta Vasallo, Barcelona, ed. Paidós, 1991.
[2] Puede verse Ángela Davis, Mujeres, raza y clase, trad. de Ana Varela Mateo, Madrid, eds. Akal, 2005.
[3] Puede verse Ana de Miguel, Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección, Madrid, ed. Cátedra, 2015.
[4] Puede verse Mª José Guerra, “Contra la mercantilización de los cuerpos de las mujeres. La gestación subrogada como nuevo negocio transnacional”, Dilemata, nº 16, 2018. En línea: https://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=180958. También puede verse Alicia Puleo, “Nuevas formas de desigualdad en un mundo globalizado. El alquiler de úteros como extractivismo”, Revista europea de derechos fundamentales, nº Extra 29, 20117. En línea: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6144005
[5] Puede verse Rosalía Romero, “Desobediencia civil, feminismo y cuerpo”, Investigaciones Feministas, 6, 2015. En línea: https://revistas.ucm.es/index.php/INFE/article/view/51385. También puede verse “Michel Foucault y la visión androcéntrica del panóptico” Alfa, Revista de la Asociación Andaluza de Filosofía, en-jun, 1999. En línea: http://www.robertexto.com/archivo8/foucault_panoptico.htm
[6] Puede verse Alicia Miyares, “Vientres de alquiler” en A. Puleo (ed.), Ser Feministas. Pensamiento y acción, Madrid, ed. Cátedra, 2020.