Hoy no he tenido un sueño sino una grata visión de realidad. El Telediario de la 1 me ha sorprendido como sólo lo había hecho en contadas ocasiones durante mis décadas de espectadora y de profesional del medio. Resignada que es una, a las tres en punto de la tarde esperaba encontrarme como siempre al darle al botón -lo que es la costumbre porque ni entiendo ni me gusta el fútbol- con la selección española triunfante, camino del mundial de Catar, y a su jugador número 12, el público de Sevilla, en pose de palmas y júbilo. !España había triunfado anoche en el estadio de la Cartuja! Y cuál no sería mi sorpresa cuando, en vez de futbolistas con camisetas rojas, Ana Blanco destacaba esta imagen de portada:
Se trata de Bernardo Montoya , el acusado de asesinar y de violar, hace tres años, a la joven profesora, Laura Luelmo, en la localidad onubense de El Campillo. Entraba a las 9’30 de la mañana en la Audiencia Provincial de Huelva para declarar en el juicio del caso que arrancaba hoy. La agresión y asesinato de Laura conmocionó a la sociedad española y convertía lógicamente este juicio en noticia del máximo interés.
No pude por más que congratularme al constatar que la edición del TD1 había considerado así este asunto y lo había convertido en noticia principal de apertura del informativo nacional. El fútbol, me regocijaba, va a tener que esperar unos minutos. Seguí atentamente la crónica de mi compañero Diego Velázquez desde Huelva, relatando los pormenores del juicio contra Montoya y de nuevo me preparé para afrontar en pocos segundos los hurras a la selección española y las escenas triunfales de jugadores y afición. Mi sorpresa no tuvo límite cuando, de nuevo Ana Blanco, en lugar de dar paso a la euforia sevillana de la noche anterior, empieza a mostrarnos las imágenes de otro juicio por agresión sexual a una mujer catalana, que sienta en el banquillo a tres jóvenes de Sant Boi de LLobregat (Barcelona).
No sería hasta el minuto 3’30 desde el inicio del TD1 cuando aparecerían los tan «esperados» planos de la selección de fútbol y su celebración por todo lo alto en Sevilla. Noticia que, lógicamente, abriría la sección deportiva.
Patidifusa estaba. He visto, hemos podido ver hoy, en un informativo nacional, a cuatro presuntos violadores en sendos banquillos antes que a Luís Enrique eufórico y a Morata marcando el gol del triunfo cuando faltaban cinco minutos para que terminase el partido. Hemos escuchado las crónicas de las graves agresiones cometidas por el trío de Sant Boi en Barcelona y Bernardo Montoya en Huelva contra las dos jóvenes víctimas, una de ellas además, Laura, asesinada. Y, miemtras transcurrían tales relatos, a los que encima se les añadía el del volcán de La Palma, Realización mantenían en stand by las imágenes que anoche presenciaron 6.504.000 personas, el 37,5% de audiencia de este país, una cuota de pantalla superior a la de la final de la Liga de las Naciones en la que España perdió ante Francia y, encima, lo más visto del domingo.
–¿Qué estará pasando !oh, my God! ?- Me preguntaba todavía sin poder asimilar que, por fin, acababa de presenciar un informativo con noticias valoradas con mirada de género y no sometido a la escaleta de la tan acostumbrada y generalizada visión machista del mundo.
Mientras me pellizcaba las mejillas para comprobar que no soñaba esperé hasta ver el informativo regional de la misma cadena, Noticias Andalucía. Ahí sí me temía lo peor, pues por aquello de la cercanía, abrir con el partido que se jugó en Sevilla hubiera colado. Pero no, !Uff…!
Y esta vez mi alegría no tuvo límites. Mi querida Lola Domínguez, con su gran profesionalidad, volvía a narrar como principal noticia el juicio contra Bernardo Montoya. Le siguió un directo desde la Audiencia de Huelva de Diego Velázquez y lo completó una excelente crónica sobre todo lo ocurrido de Clara Hostalet. El partido pudo esperar.
La agresión sexual a una mujer y su posterior asesinato deben, como ha pasado hoy, salir de la cola de los informativos. Los presuntos asesinos, maltratadores, violadores, abusadores y agresores sexuales tienen que sentarse en los banquillos de los acusados y que la gente -las mujeres, los hombres, los niños y las niñas- los vea en los horarios de máxima audiencia entre las noticias más destacadas. Sus crímenes son repudiables y no basta con contarlos. Hay que mostrar a sus autores -todo lo presuntos que se quiera- como los delincuentes que son, el calvario de sus juicios, las peticiones de pena y, por supuesto, sus condenas. Y seguir en el empeño de valorar objetivamente, con la necesaria mirada de género, la relevancia de estas noticias por mucho que el fútbol mueva a las masas. Que la sociedad se entere y que nadie espere salir de rositas cuando agrede a una mujer. Y que usted lo vea.
Nani Carvajal